Prostituidos y explotados: La realidad de los niños migrantes abandonados por Europa - 800Noticias
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Mientras los líderes europeos discuten qué medidas tomar en cuanto al enorme flujo de refugiados, otros migrantes hacia Europa son los más vulnerables y se llevan la peor parte.

El número de niños que buscan asilo en Europa ha aumentado 74%.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), durante los primeros seis meses de 2015 solicitaron asilo en Europa 106 mil niños.

Los más jóvenes, menores de 10 años, suelen llegar a Europa con otro miembro de su familia, pero el porcentaje de menores no acompañados se ha incrementado drásticamente. Algunos son huérfanos de guerra, otros perdieron a su familia en su aventura hacia Europa. Otros fueron seleccionados en sus hogares como «los elegidos» para intentar lograr una vida mejor, con la esperanza de poder enviar dinero a su familia desde allí o de encontrar la manera de llevar a sus familiares a Europa más adelante.

Pero el viejo continente está abrumado y, lamentablemente, no está lo suficientemente preparado para la llegada de tantos niños.

Ahora entran desde Grecia, pero Italia fue el primer país en el que los traficantes de personas pusieron su punto de mira, desde hace dos años.

Muchos de los menores provienen de Siria, Eritrea y Afganistán y ya experimentaron el horror en sus propios hogares. Algunos de ellos sufrieron ataques y violaciones durante su peligrosa travesía hacia Europa. Tenían la esperanza de que, al llegar a Europa, su suerte cambiaría. Por desgracia, se equivocaron.

En Italia, las autoridades se desbordan ante la gran cantidad de migrantes y refugiados aterrizando en sus costas. La consecuencia: puerta abierta para los intermediarios sin escrúpulos que buscan sacar partido de la situación.

Sin refugio seguro

La periodista de la agencia de noticias BBC Katya Adler se desplazó hasta la ciudad siciliana de Giarre para investigar la situación, tras conocer impactantes historias sobre la falta de sanidad, exposición a cables eléctricos y el escaso cuidado de los niños que viven en estos centros.

Como resultado de esta investigación, y tras otro reporte oficial llevado a cabo por parlamentarios italianos, el centro fue cerrado hace unos días. Sin embargo, el problema no es solo de los centros privados. También hay informes sobre malas prácticas en centros estatales, incluyendo vínculos con la mafia italiana.

Fabio Sorgoni, que trabaja para la ONG italiana On the Road, indicó: «Disponemos de un corto período de tiempo para proporcionar a los menores que llegan solos a Europa un refugio seguro». Añadió que «la ley permite a los menores salir de los centros de acogida durante el día y es fácil que entonces caigan en las manos de individuos que pertenecen al crimen organizado y que buscan explotarlos».

Abandonados a su suerte

Tan solo unos pocos centros italianos cuentan con suficientes traductores que puedan comunicarse con los niños en su idioma. Además, estos centros no emplean a personal que tenga experiencia en reconocer a víctimas de explotación sexual. Inseguros y desprotegidos, miles de niños han huido de centros de acogida en Italia, perdiéndose entre calles, sin nadie dispuesto a hacerse cargo de ellos o a asumir responsabilidad alguna.

La Estación Termini de Roma -la principal estación de ferrocarril de la ciudad- se ha convertido en el lugar donde terminan los niños abandonados de Oriente Medio cuando no tienen otro lugar al que ir. Algunos de ellos tan solo tienen 11 años.

Drogas y prostitución

Khaled, de 14 años, contó que comenzó vendiendo drogas para comprar comida. «Lo hice para evitar lo que sabía que otros chicos estaban haciendo: mantener relaciones sexuales con hombres italianos. Lo vi con mis propios ojos, niños egipcios, tunecinos y marroquíes que cobran 57 dólares o incluso tan solo 34 dólares por acostarse con hombres», comentó.

Un equipo estaba en la estación con cámaras ocultas y Khaled decidió mostrar cómo funciona el negocio.

El chico fue a un local -conocido porque muchos solicitan allí este tipo de servicios- y habló sobre el tema con un hombre de mediana edad. La mayoría de los jóvenes que conocimos en la estación eran musulmanes y provenían de familias conservadoras. Ninguno de ellos admitió que se prostituyera. Todos señalan con el dedo al de al lado, pero Lassad, un voluntario italo-tunecino, que pasa varias tardes a la semana en la estación, tratando de sacar a los chicos de la vida criminal, dijo que la mayoría de ellos roban, venden drogas para grandes bandas y, ocasionalmente, se prostituyen.

«¿Qué esperabas… De qué otra manera pueden pagar sus deudas con los traficantes de personas?, ¿Cómo van a comer? Algunos ni siquiera tienen dónde dormir. La gente de la zona sabe que estos niños están desesperados y se aprovechan de ellos. Es un mercado», expuso Lassad.

Hamid es un joven que ya ha estado en la cárcel por vender drogas. Dice que llama a su madre -en Egipto- cada semana y le miente sobre su situación. Duerme en autobuses por la noche y mostró cómo es la fuente en la que se asea. «Vinimos aquí pensando que iríamos a la escuela, que tendríamos un lugar seguro en el que dormir, que encontraríamos trabajo. Pero no es así. Algunos de nosotros trabajamos por una miseria en los mercados, otros venden drogas y otros se venden a sí mismos», indicó Hamid.

Servidumbre por deudas

Hace mucho tiempo existe en Europa el problema del tráfico sexual de mujeres nigerianas, pero con la llegada de más migrantes a través del Mediterráneo, la prostitución de chicas nigerianas ha aumentado enormemente.

Las niñas dejan sus casas con la idea de trabajar en Europa como peluqueras o cuidadoras. Una vez que completan su travesía hasta Libia, los traficantes las encierran durante un tiempo y abusan sexualmente de ellas, antes de enviarlas en lanchas con destino a Italia. A su llegada, obligan a las muchachas a prostituirse, diciéndoles que les deben entre 57 mil y 68 mil dólares solo por haberlas traído a Europa. Esto es servidumbre por deudas, en jóvenes de tan solo 13 años.

La tarifa sexual en un campamento de 15 kilómetros en Abruzzo es de 17 dólares, así que pagar la cantidad que les piden los captores puede tomar años. Las chicas que lograron escapar contaron que los traficantes las amenazaban y asaltaban a sus familias, si el reembolso era lento.

Dicen que el tiempo es dinero, pero estas chicas a menudo ofrecen sexo a cambio de una bolsa de comida. Los rincones oscuros de Italia y los callejones de las ciudades europeas claman a gritos estas miserias, mientras más niños alcanzan en solitario el continente.

La legislación europea e internacional defiende la protección de los menores, pero mientras los líderes europeos se llevan las manos a la cabeza ante la llegada de refugiados y migrantes, miles de niños están siendo abandonados a un destino fatal.

 

Fuente: El Nacional

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