Por qué los antiguos griegos no conocían el color azul - 800Noticias
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René Magritte se preguntaba qué habrían llegado antes, los pensamientos o el lenguaje. Algo parecido señala Márquez en ‘Cien años de soledad’ cuando indica que «el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo», lo que nos hace cuestionarnos como al pintor si realmente sabemos lo que son las cosas porque tenemos un nombre para ellas. Quizá todos tengamos que aprender un poco de los griegos.

Aunque parezca increíble, el color azul, que es el color que da nombre a nuestro planeta y que nos hace deleitarnos cuando observamos la asombrosa mezcla entre cielo y mar, no siempre estuvo ahí. Es sorprendente, teniendo en cuenta que es un color primario (para ser muy concretos se percibe ante la fotorrecepción de una luz cuya longitud de onda mide entre 460 y 482 nm). Más sorprendente aún es el hecho de que las mismas personas que inventaron la democracia o la filosofía no fueran capaces de percibir un color que para nosotros es tan necesario. Lo primero que cogen los niños que quieren pintar es el lápiz azul, pues necesitan representar el cielo que se alza ante sus cabezas.

Es sorprendente que las mismas personas que inventaron la democracia o la filosofía no fueran capaces de percibir un color que para nosotros es tan necesario

No solo los griegos, en realidad, sino muchas civilizaciones antiguas. La primera persona que se dio cuenta de que algo raro pasaba fue el que fue primer ministro británico hasta en cuatro ocasiones, William Ewart Gladstone (1809-1898), que era apasionado de la obra de Homero. Descubrió así que en ‘La Ilíada’ o ‘La Odisea’ se mencionaban colores como el rojo, blanco o negro, pero jamás el azul. De hecho, las descripciones de todo aquello que tuviera que ver con ese color eran increíblemente poco precisas: «la aurora con sus sonrosados dedos», el cielo color ‘bronce’ o el mar, como el ‘vino oscuro’.

¿Significa eso que no veían el azul?

Efectivamente. Volviendo a Magritte y sus pensamientos, al no tener el concepto o idea, los griegos y otras civilizaciones antiguas (desde los chinos a los hebreos) no veían el azul. Para ellos es muy probable que el cielo fuera verdaderamente color bronce o el mar color vino oscuro. Esto se demostró con un experimento realizado a una tribu de Namibia que tampoco tiene una palabra para el azul en su lenguaje (aunque sí diferentes tipos de verde).

En un experimento con una tribu de Namibia que no tiene una palabra para el azul se les mostró once cuadrados verdes y uno de ese color. No fueron capaces de encontrar el que era distinto

Cuando se les mostró once cuadrados verdes y uno azul, sorprendentemente no pudieron encontrar el que era distinto. Sin embargo, cuando reemplazaron el azul con otro cuadrado en un tono levemente diferente del verde (para el que nosotros no tenemos ningún nombre y que es muy difícil que pudiéramos distinguir) lo señalaban inmediatamente.

En el principio existía la palabra. Y esa palabra fue ‘negro’ y después ‘blanco’, o quizá oscuro y claro, porque representan el día y la noche y son fundamentales. Después llegaría el rojo, por la sangre, y más tarde otros como el amarillo, pero el azul, color fundamental para nosotros, en realidad tiene muy poco recorrido en la historia. Es por ello que se incurre en un anacronismo cuando vemos películas basadas en la Edad Antigua en las que los personajes llevan ropajes tintados de azul.

Las primeras palabras para describir colores fueron, con toda seguridad, blanco, negro y rojo. En comparación, el azul tiene muy poco recorrido en la historia

Aunque hay un pero, claro. De entre todas aquellas civilizaciones que han pasado a la historia y que hace mucho tiempo desaparecieron, una en concreto, tecnológicamente avanzada, fue la excepción: la egipcia. Los antiguos egipcios tenían un pigmento azul, que puede verse todavía en sus reliquias, y una palabra para nombrarlo. Es probable que los sumerios también lo tuvieran, si observamos esa maravilla de la arquitectura babilónica que es la Puerta de Ishtar que se encuentra en el museo del Pérgamo en Berlín. La época, en realidad, es menos importante que el avance tecnológico a la hora de contar con la idea o el concepto.

Algunos lingüistas señalan que palabras como ‘kajol’, que en hebreo significa azul, en realidad son una variación evolucionada con los años, y que proviene del negro, puesto que la raíz es igual a la de ‘kohol’, el cosmético negro que se utilizaba para pintarse los ojos. De la misma forma, los griegos (incluido Homero) usaban la palabra ‘kuanos’, pero en sus tiempos no significaba azul sino negro o algo oscuro. Sorprendente, desde luego, en una civilización nacida en el mediterráneo donde el color que no existía es justamente el que está más presente en su característica y bella naturaleza. O, por lo menos, así lo vemos nosotros.

Con información de El Confidencial

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