¿Por qué las cabezas de los cometas pueden ser verdes?
EFE
La cabeza de muchos cometas adquiere una tonalidad verde, que puede llegar a ser muy brillante, según se acercan al Sol, pero sus colas nunca toman ese color. Hace noventa años se dio una posible explicación a ese fenómeno, pero hasta ahora no se había podido comprobar.
Un estudio que publica hoy PNAS explica cómo lo consiguió un equipo encabezado por científicos australianos, para lo que necesitaron una cámara de vacío, muchos láseres y una poderosa reacción cósmica.
El carbono diatómico es el responsable de este cambio de color de la coma del cometa, la nube de polvo y gas que rodea el núcleo, y los científicos también han explicado por qué ese tono verde nunca llega hasta la cola.
En la década de 1930, el físico Gerhard Herzberg propuso que el fenómeno se debía a que la luz solar destruía el carbono diatómico o dicarbono (C2), una sustancia química creada a partir de la interacción entre la luz solar y la materia orgánica de la cabeza del cometa, pero, como esta no es estable, la teoría ha sido difícil de comprobar.
La nueva investigación de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) ha comprobado el mecanismo por el que la luz solar descompone el dicarbono, indicó Timothy Schmidt, autor principal de la investigación.
El dicarbono, altamente reactivo y responsable del color verde de muchos cometas, está formado por dos átomos de carbono pegados y solo se encuentra en entornos extremadamente energéticos o con poco oxígeno, como las estrellas, los cometas y el medio interestelar.
Este elemento no existe en los cometas hasta que se acercan al Sol y empieza a calentarlos, momento en que la materia orgánica del núcleo helado se evapora y se traslada a la coma. La luz del Sol rompe entonces estas moléculas orgánicas más grandes, creando el dicarbono.
El equipo demostró que, a medida que el cometa se acerca al Sol, la radiación ultravioleta extrema rompe las moléculas de dicarbono que acaba de crear en un proceso llamado «fotodisociación».
Este proceso destruye el dicarbono antes de que pueda alejarse del núcleo, haciendo que la coma verde se vuelva más brillante y se reduzca, por lo que ese color nunca llega a la cola.
Schmidt afirmó que comprender la vida y destrucción del dicarbono y los procesos que se dan dentro de los cometas pueden ayudar a entender la cantidad de material orgánico que se evapora de estos y contribuir, algún día, a resolver otros misterios del espacio.
Esta es la primera vez que se estudia esta interacción química en la Tierra y, para ello, el equipo tuvo que recrear el mismo proceso químico galáctico en un entorno controlado en laboratorio.
Debido a la complejidad del experimento, el equipo tardó nueve meses en poder hacer la primera observación, incluso estuvieron “a punto de tirar la toalla”, dijo otra de las autoras Jasmin Borsovszky, quien sin embargo consideró “muy satisfactorio” haber resuelto un enigma que se remonta a los años 30 del siglo pasado.