¿Por qué casi el 30% de la población mundial se muerde las uñas?
BBC Mundo
Hay veces que estamos tan convencidos de saber una respuesta que ni siquiera nos hacemos la pregunta. Sin embargo, otras veces, las cosas más mundanas mantienen su misterio.
A la pregunta de por qué hay gente que se muerde las uñas la respuesta más común es: por nervios.
Hasta algunos de los que tienen este hábito, a menudo calificado como vicio, contestarían lo mismo.
Pero si otros confirmarían lo que varios estudios han revelado: comerse las uñas no es necesariamente una señal de nerviosismo o ansiedad.
La gente lo hace también cuando está aburrida, hambrienta, frustrada o tratando de completar una tarea difícil.
Es «un común pero irresuelto problema en psiquiatría, psicología, medicina y odontología«, como dice uno de los relativamente pocos estudios sobre el tema publicado en el Iranian Journal of Medical Sciences.
El enigma
El hábito tiene un nombre más científico que «comerse las uñas»: onicofagia.
El término viene del griego ονυξ, que significa ‘uña’, y φαγειν, que significa ‘comer’, que es lo mismo pero suena más serio y de hecho suele usarse cuando el problema también lo es.
Y es que este desorden común, que afecta al 20-30% de la población sin importar la edad, «puede conducir a problemas psicosociales significativos y tener un impacto negativo en la calidad de vida», según un estudio publicado en 2016 en PubMed.com.
Además, puede causar complicaciones físicas en «la unidad ungueal y la cavidad oral», señala el estudio cuyo nombre nos da una idea de cuánto confunde este desorden a los científicos: «Onicofagia: el enigma de morderse las uñas para los médicos».
Para los autores, este desorden es tan difícil de tratar que se requiere un esfuerzo multidisciplinario que involucre a dermatólogos, internistas, pediatras, psiquiatras y dentistas.
¿Así de serio?
Sí, puede llegar a ser grave, sobre todo cuando está asociado a otros desordenes psiquiátricos como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o trastorno de ansiedad por separación (TAS).
De hecho, en 2012 la Asociación Americana Psiquiátrica, de Estados Unidos, incluyó la onicofagia en la lista de trastornos obsesivos-compulsivos (TOC).
Sin embargo, no todos los psiquiatras concuerdan.
Algunos de ellos argumentan que aunque es cierto que la onicofagia es, como los TOC, una conducta natural llevada al exceso, estos últimos son obsesiones motivadas por la ansiedad, morderse las uñas no lo es.
Para la mayoría de la gente es un hábito molesto y para algunos hasta asqueroso, pero no tan alarmante.
Placer, perfección y genes
Una de las razones poco confesadas por la que las personas se comen las uñas es que las relaja.
A Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, no le sorprendería: se trata, desde ese punto de vista, de «una alteración en el desarrollo psicosexual en la fase oral que se convierte en una fijación oral».
Sin embargo, la vinculación con el placer ha sido señalada por ciertos estudios con animales en otros términos.
Comerse las uñas es un hábito de acicalamiento y aunque los ratones no se comen las uñas, cuando les dieron endorfinas -las llamadas ‘hormonas de la felicidad’-, se acicalaban menos de lo normal, y cuando les daban drogas que bloqueaban las endorfinas, lo hacían más.
Eso parece indicar que acicalarse -y recuerda que comerse las uñas es eso… en exceso- es placentero.
Por otro lado, un estudio publicado en 2015 en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry indica que el motor de la onicofagia no es la ansiedad sino de perfeccionismo.
Las conclusiones del experimento descrito en «El impacto de las emociones en las conductas repetitivas centradas en el cuerpo» mostraron que quienes se muerden las uñas pueden ser perfeccionistas y que hacerlo puede ayudarles a calmar su irritación, aburrimiento o insatisfacción.
Otra posibilidad es que algunos estén genéticamente predispuestos al condenado hábito.
Hay investigaciones que muestran que un tercio de los que se comen las uñas tienen familiares que también lo hacen, y que es común entre gemelos que si uno lo hace, el otro también.
El caso es que…
Comerse las uñas puede traer consecuencias que van más allá de lo estético.
- Bacterias y verrugas
Llevarse los dedos a la boca es llevarse todo lo que estos tienen a un lugar húmedo en el que algunos indeseables pueden prosperar.
Aunque hay quienes sugieren que lejos de hacer daño, quienes se comen las uñas tienen un sistema inmunológico más fuerte pues van introduciéndolos poco a poco, la evidencia es difícil de encontrar.
El caso es que debajo de las uñas se albergan, por ejemplo, bacterias potencialmente patógenas como la E. coli y salmonela.
Y las verrugas en las manos causadas por el virus del papiloma humano pueden propagarse a los labios y la boca.
Además, todo lo que entra por la boca, puede afectar al cuerpo entero.
Infecciones
Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), las infecciones bacterianas causadas por morderse las uñas son uno de los problemas más comunes de las uñas.
Una de ellas es la paroniquia, una infección de la piel que ocurre alrededor de las uñas, la cual es dolorosa y en casos serios puede llegar a requerir de un intervención quirúrgica.
- Dentadura
Morderse las uñas puede llevar a que los dientes se deformen o se desgasten prematuramente.
Puede además hacer que los dientes cambien de posición, afectando la oclusión dental o la mordida.
- Y el problema es…
Dejar de comerse las uñas es notablemente difícil. La mayoría de quienes lo hacen han tratado y fracasado.
Y no por falta de aliento: existen desde métodos domésticos, que incluyen regaños de padres y amigos, sustancias con sabores desagradables para echarse en los dedos, hasta terapias, pasando por artilugios como pulseras para corregir vicios con choques eléctricos.
No obstante, a juzgar por las estadísticas que estiman que el 45% de los adolescentes se comen las uñas pero reducen el porcentaje significativamente cuando se trata de adultos, muchos lo logran.