Pollos y huevos, al borde de la producción cero en Táchira
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Táchira fue en una época uno de los estados pioneros en la producción avícola venezolana. El declive comenzó hace alrededor de 2014, cuando, en medio de un clima de agitación social y persecución estatal, la mayoría de las empresas que suministraban insumos agropecuarios y asistencia a los pequeños y medianos productores migraron del país.
Según el último censo del sector avícola del estado Táchira, elaborado en 2018, habían unas 135 granjas operativas con una capacidad instalada de 3 millones de pollos, de las cuales apenas una diez estarían aún trabajando, especialmente, en la zona norte del Táchira, y lo hacen al mínimo de su capacidad. De prolongarse la crisis, este ramo de la economía agrícola en la entidad corre el riesgo de desaparecer.
“Algunas venían trabajando, comercializaban sus productos de forma independiente” dijo Boris Maldonado, representante del sector agropecuario en la Asociación de Comerciantes del estado Táchira (Aceta), al explicar que la hiperinflación socavó las ganancias de los granjeros que empezaron a cerrar sus unidades de producción. La crisis, la pandemia y el cierre de fronteras han reducido la oferta local a su mínima expresión.
«Las granjas medianas y pequeñas no pueden sobrevivir a esta situación, los grandes empresarios sí”. Explicó que grandes empresas de los estados centrales de Venezuela monopolizaron el mercado y desplazaron a los productores locales.
Táchira tiene unas cuatro o cinco granjas de gallinas ponedoras para la producción de huevos, aunque este sector atraviesa los mismos problemas de quienes se dedican a la producción de carne de pollo. Adicionalmente hay un grupo de granjeros que pasaron de producir huevos a traerlos de Colombia por los pasos irregulares, para ser comercializados al por menor.
Aliados para sobrevivir
La precariedad de la situación ha llevado a los productores tachirenses, que se niegan a cerrar operaciones, a buscar aliados estratégicos en Colombia y en la zona sur del Lago de Maracaibo, como una alternativa para sobrevivir.
“A finales de 2019 logramos hacer un proyecto con 20 granjas ubicadas en la zona sur del estado, con capacidad instalada para un millón de pollos y una capacidad operativa para el momento de 600.000 pollos”, dijo Maldonado.
Explicó además que ello permitía pronosticar la entrega de 120.000 kilos semanales de carne de pollo y la fabricación de una serie de productos derivados para el mercado de Táchira y Norte de Santander. La pandemia y el cierre de la frontera truncaron esta iniciativa.
Ahora los productores han volcado sus ojos hacia el financiamiento internacional, presentando el proyecto a organizaciones de ayuda en Estados Unidos.
Mientras esperan respuestas favorables, y ante la profundidad de la crisis, algunos granjeros han desmantelado la mayoría de sus galpones, para evitar que les roben los techos, cercas y otros materiales.
Jorman Angola es uno de ellos, propietario de una finca avícola con dos generaciones y 42 años de tradición, estima que la parálisis en el sector supera el 90%. Su rancho “Arizona” tiene capacidad para producir 20.000 pollos por semana, y en este momento está inoperativa.
Dijo que su último intento de sacar un lote de 600 pollos lo llevó a la quiebra, pues la demora de casi un mes en el pago llevó a que al momento de reponer inventarios, la hiperinflación reinante en Venezuela había generado un incremento en los costos superior al 30% que aniquiló sus márgenes de ganancia.
“Lo más difícil es ver las unidades de producción destruidas”, lamentó al recordar que la situación acabó con la estabilidad de cientos de familias tachirenses que obtenían la totalidad de sus ingresos de la avicultura.