Pink Floyd, versionado en Argentina por una banda y un coro únicos de ciegos - 800Noticias
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EFE

Las letras de Pink Floyd han sonado en decenas de países con cientos de versiones, pero pocas tan singulares como la de la Banda Sinfónica y el Coro Polifónico de Ciegos de Argentina, que ofrecieron este jueves en Buenos Aires un concierto de tributo al grupo británico.

Los músicos de ambas instituciones combinaron por una noche su repertorio clásico con el álbum «Atom Heart Mother», publicado en 1970 por Pink Floyd, un espectáculo que esconde muchas horas detrás por la mayor diferencia que tienen con respecto a sus colegas videntes: ellos necesitan aprenderse las partituras de memoria.

El Coro como la Banda, organismos estatales únicos de su tipo en el mundo, admiten a integrantes con un máximo de 30 % de visión, pero su profesionalización ha conseguido que tengan «poco que envidiar a nivel artístico» a otras sin discapacidades, asegura orgulloso a Efe el director de la orquesta, Federico Sardella.

La Banda Sinfónica tiene 70 años de historia, tras unos comienzos en los que era como un grupo de ayuda para niños ciegos de familias humildes, y Sardella -el único miembro vidente- dirige la institución desde hace menos de un año, un tiempo que le ha supuesto «un desafío hermoso, realmente muy enriquecedor».

El director cuenta que antes de ponerse al frente de la orquesta de ciegos estaba acostumbrado a desarrollar un código de gestos con los músicos, por lo que el mayor reto, al no poderse comunicar mientras tocan, es que ahora su trabajo se basa más en la preparación de los conciertos que durante ellos.

«Ellos me han ayudado, me han indicado qué sirve y qué no, me han aconsejado, han estado muy cerca y me he sentido siempre parte de una búsqueda de una metodología de trabajo», explica, y añade que «si no hubiese contado con la solidaridad, paciencia, y la bondad casi sobrenatural que tiene cada integrante de esta banda no hubiese podido hacerlo».

Para este concierto, que reunió en el escenario con más de 120 músicos, tuvieron que traducir primero la música de Pink Floyd a los instrumentos de la orquesta, y después, como requiere cada uno de sus trabajos, pasar al lenguaje braille las partituras que los músicos se aprenderán en sus casas para luego ensayarlo de manera conjunta, esta vez también junto a una banda de rock.

«Ha sido muy complejo, pero muy hermoso; un sueño para todos», resume Sardella.

El director del Coro Polifónico, Osvaldo Manzanelli, también el único del grupo que no es ciego, coincide en que su trabajo es exigente, pero también «es divertido, cada desafío es un nuevo deleite».

Manzanelli está en el coro desde 1991, «aprendiendo todos los días», y junto a los vocalistas ha desarrollado sistemas como cantar con ellos o incluso dar pequeños golpes a su reloj para marcar el ritmo que han ayudado a solventar la falta de comunicación visual.

Desde que los integrantes del coro entran al mismo por concurso, su director les «alienta y estimula para desarrollar sus talentos y posibilidades», y defiende que la asociación es «una fuente digna y hermosa de un trabajo en blanco, en el marco de la música».

El saxofón contralto de la orquesta, Hugo Orlando Tolosa, tiene 64 años y lleva desde los 22 en la banda, y cuenta que desde muy pequeño le gustaba la música, que se ha convertido en parte de su vida.

Para el intérprete, la Banda Nacional de Ciegos ha sido «maravillosa», y conoció a su esposa, hija de un músico, yendo a la banda.

Y aunque pierde la cuenta de la cantidad de horas que emplea en estudiar las partituras, afronta cada nuevo proyecto «siempre con ilusión».

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