PERFIL | Ernesto Cardenal, sacerdote rebelde, juez implacable y escritor inexorable
EFE
La literatura latinoamericana perdió este domingo a una de sus figuras más sobresalientes en Ernesto Cardenal, pero también a uno de los personajes más universales y controvertidos, pues bien podía ser un sacerdote rebelde, un juez implacable, o un escritor inexorable… o todo a la vez.
Su acto de rebeldía más conocido le mereció el regaño directo del papa Juan Pablo II en su primera visita a Nicaragua, nada más pisar su suelo en 1983. Estando de rodillas en la pista de aterrizaje, el santo católico reprendió a Cardenal por mezclar religión con política, al pertenecer al Gobierno sandinista, frente a miles de personas y millones de televidentes.
SACERDOTE REBELDE
El regaño no apartó a Cardenal de su cargo como ministro de Cultura, por lo que dos años después fue suspendido “A divinis” por Juan Pablo II, castigo que le impidió dirigir actos religiosos hasta poco tiempo antes de su muerte.
Pero aquel solamente fue su acto de rebeldía más famoso, pues en 1965 el sacerdote de la orden trapense causó impacto con su obra “Oración por Marilyn Monroe”, en la que ruega a Dios por el alma del símbolo sexual de mediados del siglo XX.
Años después, mientras luchaba contra la dictadura somocista en Nicaragua, convirtió una comunidad de pescadores en una de artistas en el archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua, con altos valores religiosos, aunque inclinados hacia la teoría de la liberación, no reconocida por la Iglesia Católica.
Más recientemente, en 2013, el autor de la «Hora cero», renegó del paraíso bíblico.
“El paraíso no existió, el paraíso está en el futuro. La Biblia habla de un mito del paraíso, pero es un mito. (Charles) Darwin demostró que la evolución humana nunca había tenido tal paraíso”, dijo, en una disertación en su natal Granada, a 50 kilómetros al sureste de Managua.
JUEZ IMPLACABLE
Cardenal, un estudioso respetado, tenía fama de pasar casi todas las horas de su vida investigando, analizando, escribiendo, misma que crecía al dar su opinión, pues no lo hacía a menudo, pero cuando la emitía, era definitiva.
Un día, el autor de “Canto cósmico” elevó la voz para abordar el tema del bosón de Higgs: “Quiero aclarar, la partícula de Dios (…) nada tiene que ver con Dios la jodida partícula esa”, dijo, con sus ademanes de hombre de “pocas pulgas” cuando algo no le convencía.
Esos mismos gestos, con veredicto incluido, los dirigió hacia el presidente Daniel Ortega desde que este volvió al poder en 2007, a quien definió como “dictador”.
La enemistad con quien fue su jefe en el Poder Ejecutivo en los años 80 del siglo pasado, lo dejó vulnerable ante la justicia del nuevo Gobierno de Ortega, ya que le hizo perder sus propiedades en Solentiname en beneficio de un ciudadano alemán, además de pagar una multa bajo pena de cárcel. Cardenal retó a las autoridades a que lo detuvieran, y estas no actuaron.
En 2018, cuando estalló la crisis sociopolítica de Nicaragua, el autor de «Epigramas» (1961) exigió al presidente Ortega que detuviera “inmediatamente esta represión que está sufriendo nuestro pueblo”.
Ese mismo año en diciembre, Cardenal recibió el Premio Internacional Mario Benedetti, que otorga Uruguay, y lo dedicó al pueblo nicaragüense y al adolescente Álvaro Conrado, una de las primeras víctimas de las protestas contra Ortega, que han dejado cientos de presos, muertos o desaparecidos.
El sacerdote fue escéptico de un diálogo nacional para que Ortega permitiera el restablecimiento de la democracia en Nicaragua, pues no consideraba al presidente como una persona confiable.
ESCRITOR INEXORABLE
Cardenal, quien hasta este domingo era el poeta vivo más destacado de Latinoamérica, nunca dejó de dedicarse a la literatura.
Un año antes de su muerte, entre idas y venidas urgentes al hospital, celebraba junto con sus amigos la edición de su más reciente libro, “Hijos de las estrellas”.
Su obra, que ha sido traducida en más de 20 idiomas, lo llevó a ser propuesto al Premio Nobel de Literatura por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), en 2010.
Fue ganador del prestigioso Premio Reina Sofía de Poesía 2012. Antes, en 2009, fue merecedor del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2009, y en 2013 recibió la orden Legión de Honor en Grado de Oficial por el Gobierno de Francia.
Aparentemente Dios no quería que este “legionario” se fuera sin ser perdonado. En febrero de 2017 el papa Francisco lo absolvió “de todas las censuras canónicas”, y lo libró así del castigo de Juan Pablo II.
Agradecido, el autor de “Salmos” volvió a oficiar misas, aunque privadas, y se marchó tras cumplir 95 años, liberado de túnicas, y representado en su imagen de anciano sabio y bonachón, con su eterna boina negra, cotona blanca, jeans y sandalias. EFE