Parto en casa, la alternativa que se hace común en sectores populares
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En Venezuela, nueve de cada diez niñas, adolescentes y mujeres no han tenido acceso a la planificación de sus embarazos; de acuerdo con una investigación desarrollada por la alianza de organizaciones Salud para todas en el informe La salud de las mujeres en Venezuela 2021, realizado el año pasado con base en 203 entrevistas en cinco estados del país: Aragua, Carabobo, Miranda, Lara y Distrito Capital.
Esto hace que, parir en casa, sea una práctica a la que cada vez más mujeres recurren, sobretodo en los sectores populares del país y que, según reseña el Diario Tal Cual, responde a la preocupación ante la precariedad del sistema de salud en el país.
La falta de servicios agudiza los temores
Para muchas mujeres de diversas zonas rurales del municipio El Hatillo (Miranda) la situación es más compleja; pues la falta de atención médica local, las escasas unidades de transporte que prestan servicio, la ausencia de ambulancias y el deterioro de vías principales, ha obligado a más de una a parir en casa, a la intemperie y hasta bajo la lluvia.
Los dolores de parto de Maribel Ochoa, una mujer de 30 años de edad que vive en el sector La Libertad, comenzaron a las 11:00 de una noche lluviosa de 2017. Para las 5:00 am, aún con lluvia, los pinchazos en el vientre y cadera la mantenían en vilo y desespero. Le preocupaba lo lejos que estaba de la carretera principal: 20 minutos subiendo a pie, el camino encharcado por el aguacero y lo difícil que sería conseguir, a falta de ambulancias, un carro particular que la trasladara hasta el hospital Dr. Domingo Luciani, mejor conocido como El Llanito, el más cercano de la zona, pero situado a poco más de dos horas de distancia.
«A las 6:00 am ya no aguantaba más y le dije a mi esposo que teníamos que ir al hospital, pero con cada paso que daba los dolores eran más fuertes, solo quería tirarme en la tierra y parir pero había mucho barro, así que caminamos hasta la casa de una prima que nos quedaba de paso», recuerda Maribel.
«Yo sentí que venía y le dije a mi esposo: Agárralo que va pa’ fuera. Cuando mi prima abrió yo ya tenía a mi hijo en los brazos», dice Maribel. Cuenta que su esposo notó que el niño no respiraba y con los dedos sacó de la boca del bebé parte de una flema que tenía y enseguida comenzó a respirar.
«Mi esposo recordó cuando trabajaba con chivos, pues a las crías recién nacidas hay que hacerle lo mismo para que respiraran». Tres horas después del parto, la madre y su hijo llegaron al hospital y estuvieron tres días bajo observación.
Ochoa explica que a la parturienta de 16 años ella le daba consejos: «No grites, respira, no te desesperes y así nos ayudamos las dos». Dice que para atender un parto en casa necesitan alcohol, agua caliente, sábanas limpias, acostar a la embarazada en la cama, una tijera esterilizada para cortar el cordón umbilical y esperar que la mujer puje con fuerzas hasta que nazca el bebé.
Tras la experiencia de dar a luz en casa, esta madre de cinco niños considera «más traumático parir en un hospital», pues asegura que en su último parto recibió malos tratos y ofensas por parte del personal de salud del Hospital Domingo Luciani. «Me atendieron cuando el niño asomó la cabeza», destacó.
Las mujeres que acuden a los centros de salud públicos no solo se enfrentan a la escasez de medicamentos e insumos, el alto costo de los tratamientos, el déficit de personal médico especializado; sino que deben lidiar con una naturalizada violencia por parte del personal de salud, que casi forma parte de los protocolos de atención: múltiples expresiones de la violencia obstétrica.
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