Panorama en sus 106 años: El país no aguanta más - 800Noticias
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Redacción 800 Noticias

El Diario Panorama, «nacido», en Maracaibo-Zulia,  el 1 de diciembre de 1914, es un medio de comunicación social que se ha ganado la confianza y credibilidad no solo de  los zulianos sino de Venezuela, y en el exterior. Hoy 1 de diciembre arriba a 106 año, y aunque no está en papel, si continúa en su versión digital, esto debido a la falta de papel.

Y precisamente en el marco de sus 106 años, la directiva del periódico emitió su acostumbrado editorial al que titularon «El país no aguanta más».

Panorama que en los últimos 15 años ha tratado de mantener una línea imparcial, no ha podido evitar su punto de vista respecto a algunos temas sensibles para los venezolanos, y en especial de la cotidianidad de los zulianos.

Esta vez la crítica igual toca a los dos polos que dividen al país, sin embargo es el gobierno de Nicolás Maduro quien se lleva la más severa crítica.

 

Editorial de Panorama «El país no aguanta más»

Venezuela transitó en el año 2020 el peor de los mundos, con una crisis de estructuras de tipo social, económica y política de dimensiones catastróficas; ahora acompañada por la pandemia del covid-19 que paralizó al planeta  y cuyos efectos se seguirán sintiendo, mientras las vacunas comiencen a hacer su trabajo.

En el caso venezolano, el virus según cifras oficiales supera ya los 100 mil casos, con casi 1.000 muertos, estadísticas detrás de las cuales hay un subregistro muy difícil de determinar, que la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales calcula en varios miles de contagios por encima (entre el 63 %, en el escenario más conservador y en el peor, del 95 %),  sobre todo en un país con las deficiencias en salud pública que tiene Venezuela, donde además sólo dos laboratorios, todos bajo la supervisión estatal, están autorizados para realizar pruebas.

El Gobierno tomó nota de las recomendaciones de la OMS y confinó al país desde el 16 de marzo y ha venido flexibilizando en el papel sus decisiones ante una población que, en poco tiempo, comenzó a sentir la fatiga de un confinamiento con ingresos reducidos y el coctel de las peores crisis, como la eléctrica, la del combustible, la del agua, en fin, de casi todos los servicios públicos.

El impacto del covid-19 en el país ha agravado el colapso económico, incubado desde hace ya varios años en Venezuela. Según datos del  Banco Mundial, en 2013 el PIB venezolano era de $ 438.384 millones y para 2020 se habrá reducido a solo $ 48.610 millones, para una contracción acumulada de 81,2% en siete años y contando.

Esos datos rápidamente se replican en el tejido social y, por ejemplo, la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano (Encovi) advierte sobre la cifra de casi 80% de la población viviendo en pobreza y la lapidaria realidad de un retroceso de 3,7 años de la expectativa de vida al nacer de los venezolanos en los últimos 5 años.

Quienes sacan cuenta del andar de la economía venezolana desde bodegones y markets con marcas importadas a la carta  para un puñado de venezolanos, ven la realidad del país desde la miopía. Detrás de esta burbuja se estimula toda clase de importaciones baratas que compiten ventajosamente con la producción nacional.

Mientras la industria venezolana, o mejor dicho lo que queda de ella, la que honra generaciones de trabajo, resiste con lo que le queda de aliento, ajustándose  a los tiempos de crisis, reducida ante el voraz impulso importador,  cada vez con menos capacidad de generar empleos, de pagar impuestos, navegando en medio del tsunami.

Ante ese cuadro socio-económico, el venezolano de a pie volvió la cuarentena un discurso político y salió a la calle para resolver el día a día en un país que todos los días pone a prueba la tolerancia, la resiliencia, la fe y ahora hasta la capacidad de sobrevivir al virus.

En ese contexto, la dirigencia política huye hacia adelante con el debate público de quién es el responsable de todo, si al Gobierno o las sanciones y cada día está más lejos del sufrimiento de la gente.

Ignorar los efectos de un modelo político atrasado, en el que la corrupción, el burocratismo, la improvisación y un largo etcétera de males nos trajeron a este estado de cosas es tan ciego, como vendarse los ojos creyendo que sancionar a la principal industria del país, cortar suministros de combustible y bloquear cuentas de la República son decisiones que no pagaremos los venezolanos.

Pero como ese debate no es el objetivo de estas líneas, pasamos la página hacia las fórmulas unilaterales que Gobierno y oposición tienen y con las cuales hacen creer que podrán sortear la crisis.

Desde Miraflores, todos los caminos conducen al 6-D, mientras la oposición le apunta hacia la consulta popular que culminará el 12-D, pero ninguna de las dos vías supondrá un alivio para el venezolano.

El primero, el del 6-D, bien podría interpretarse como una oportunidad perdida para iniciar un camino de reinstitucionalización del Estado venezolano desde el Parlamento. Sin reconocimiento internacional, con un Poder Electoral que mira hacia otro lado ante el ventajismo oficial, con cambios en la composición del Parlamento por mero cálculo político, los resultados no ofrecerán una radiografía real de lo que siente el país.

El segundo, el del 12-D, no es sino un cheque en blanco a la ratificación del status quo opositor, representado en una consulta virtual, no vinculante frente a una estrategia abstencionista que la propia Iglesia ha calificado como insuficiente como estrategia política.

Al final del día, ninguno de los dos caminos se aproxima a la necesaria reinstitucionalización del país, como reflejo de una democracia con contrapesos, con un Poder Legislativo que escrute al Ejecutivo, que sea capaz de generar poderes con equilibrios y no sucursales de Miraflores.

El país necesita acceder a recursos internacionales de manera urgente. Ya no se trata de ajustar cuentas fiscales, se trata de salvar vidas y esto solo es posible desde acuerdos políticos.

Por enésima vez necesario es volver a una negociación política  como la única salida a la vista. El especial con el que PANORAMA honra sus 106 años de historia, Voces por un país distinto, reúne a cinco venezolanos que advierten precisamente sobre esa necesidad de acuerdos que pongan a la gente y sus necesidades en el centro del debate.

No es posible que transitando semejante crisis, agravada ahora por el covid-19, la peor que país alguno haya vivido sin conflicto bélico de por medio,  no haya un acuerdo mínimo para aminorar el sufrimiento de la gente, eso no lo puede entender esta generación y tampoco las generaciones por venir cuando se revise esta historia.

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