Padre Infante: «El país está fragmentando y eso supone desigualdad»
800 Noticias / Foto referencial
El padre Alfredo Infante s.j., Provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, reflexionó sobre la crisis humanitaria compleja que vive el país, insistiendo en que “la nación debe verse desde las regiones”, pero con sentido de país “sin profundizar las desigualdades”.
El jesuita destacó que la situación que se viven en Caracas no es igual a que se vive en las regiones. “Se ha abierto una brecha que ha ido generando un resentimiento hacia el centro”, dijo.
“El país está fragmentando y eso supone una desigualdad muy grande; una herida muy grande. Y lo que nos toca es pensarnos como país desde cada región”, señaló.
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Agregó que es necesaria la solidaridad y fortalecer el tejido social. “Nosotros somos hombres de iglesia y para nosotros la fe está íntimamente vinculada con el compromiso comunitario, con el compromiso social. Para nosotros los jesuitas, el modo de vivir en nuestra fe es de manera encarnada”.
La mejor inversión es en educación
Infante comparó el deslave de Vargas de 1999 con la educación por el impacto que tiene en la sociedad. Él cree que existen al menos tres signos de la crisis que se vive: el primero tiene que ver con las condiciones de vida de los docentes; seguido por emigración que afecta a docentes, niños, niñas, adolescentes y jóvenes en la continuidad educativa; y por último la infraestructura educativa que garantice una educación de calidad.
“Cada vez que uno entra a un colegio público pareciera que está entrando en un baño público de carretera, destruido (…) En Fe y Alegría ha habido un empeño importantísimo para que en medio de este deslave educativo y de tanta precariedad, esté naciendo una cultura del cuidado. Está emergiendo una cultura de la corresponsabilidad (…) La mejor inversión del estado es la educación”.
“Sin educación no va a haber un país, servicios públicos, producción nacional, o cómo recuperar la empresa”, remarcó.
Sobre el tema de los servicios públicos, el sacerdote dijo que años atrás “eran absolutamente gratuitos”, lo cual “tampoco está bien”. Pero, según él, es un problema “el hecho de que siempre se pretenda recuperar los servicios públicos con una carga impositiva”, cuando la mayoría de los habitantes no tiene cómo corresponder económicamente a la prestación de los servicios.
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