OVV: Bandas armadas y guerrilleros se disputan a tiros el control de la frontera colombo-venezolana
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Es incontable el número de enfrentamientos diarios que han ocurrido en el margen del río Táchira y en las cercanías del Puente Internacional Simón Bolívar a plena luz del día, durante los últimos dos meses. Las ráfagas de proyectiles se escuchan en las cercanías del puente a cualquier hora de la mañana o de la tarde, cuando miles de personas están cruzando la linea limítrofe, mientras que por los pasos ilegales están movilizando mercancía de contrabando de ida y vuelta.
“Escuchar las ráfagas ya es normal para nosotros, nos lanzamos al suelo si se escucha que las detonaciones son cerca. Los enfrentamientos son públicos. Al frente de mi casa se han baleado”, cuenta un habitante de la población fronteriza de San Antonio, quien prefirió mantener su identidad bajo resguardo, pues cualquiera que “hable de más” en la zona es desaparecido para siempre.
Las autoridades venezolanas se niegan a declarar sobre los enfrentamientos de la frontera, incluso han ocultado el hallazgo de nuevas fosas comunes y la proliferación de nacientes bandas criminales, mientras que, tanto estos grupos del crimen organizado como guerrilla, toman el control de áreas urbanas de poblaciones como San Antonio y Ureña; visibles en el día, instalan alcabalas como si fueran una autoridad más del Estado.
“Les dicen los ‘bota caucho‘, me han parado en las alcabalas, instaladas frente a las autoridades. Ellos cobran cuotas a todos los comerciantes. No sabría decir qué grupo son, pero visten de verde olivo y botas de caucho. Pienso que son una mezcla de grupos irregulares que están reclutando a venezolanos. Pero si hablamos de bandas las primera es la Guardia Nacional Bolivariana (GNB)”, narró otro testigo del auge de hombres armados en la población de San Antonio, testimonio que coincide con el de otras cinco personas entrevistada que residen en la zona.
Para aclarar el oscuro panorama de la frontera, el director ejecutivo de la ONG Progresar, Wilfredo Cañizares, explicó que en el año 2011 nuevos grupos delincuenciales tomaron el control en el margen del río Táchira, entre los límites del Corregimiento La Parada (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela), con el principal objetivo de practicar el contrabando con la operación de rentas ilegales.
Tras el cierre fronterizo decretado por el Gobierno venezolano, en el año 2016 se intensificaron los enfrentamientos entre los diversos grupos armados y combos delictivos que están sobre el eje limítrofe. Progresar calcula menos la incursión de al menos 10 grupos criminales, entre ellos Los Urabeños, Clan Usuga, Los Rastrojos y Los Gaitanistas, los cuales utilizan el territorio venezolano para dirigir sus operaciones ilegales.
Además, Cañizares nombró los pequeños combos delincuenciales con pleno dominio del sector La Parada y Villa del Rosario, territorio colombiano, quienes también viven del contrabando y se mueven en localidades venezolanas: “Los Canelones”, “Los Diablos”, “Los Cebolleros” y “Los Carteludos”, además del grupo irregular “Ejercito Paramilitar Santandereano”.
El río Táchira es la frontera natural al suroeste de Venezuela con Colombia
Los enfrentamientos tienen que ver con el control de la mercancía de contrabando que se mueve a diario por las trochas entre diversos combos de bandas criminales y miembros de la guerrilla Ejercito de Liberación Nacional (ELN), precisó el directivo de la ONG y fue confirmado por habitantes del municipio Bolívar.
La disputa por el control se ha extendido hacía Puerto Santander (Colombia) en la frontera con Boca de Grita (Venezuela), áreas dominadas por Los Rastrojos, quienes tienen alianzas con miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), aseguró el director ejecutivo de la fundación.
“Un grupo no puede cruzar al territorio del otro y cuando un grupo intentar tomar la zona del otro, se originan los enfrentamientos. El transfondo tiene que ver con la corrupción desbordada de la Policía colombiana y de los funcionarios públicos del Norte de Santander, así como el de las autoridades del lado venezolano”, argumentó el defensor de los derechos humanos.
Hay bandas que están ávidas de captar la riqueza que generan las más de 20 actividades ilegales que se presentan en el margen fronterizo.
Las trochas cercanas al Puente Internacional Simón Bolívar las controla el combo de “Los Canelones” y otra parte es dominada por el Clan Usuga. En las zonas rurales de frontera por Llano Jorge (Venezuela) están presentes el ELN y EPN, mientras que más hacia el centro de Villa del Rosario (Colombia) predominan Los Cebolleros, Los Diablos y Carteludos.
No basta con que los pequeños grupos mantengan altercados por el control de las vías del contrabando, pues el Frente Germán Velazco Villamizar, con dominio en territorio colombovenezolano y más de 25 años en el departamento del Norte del Santander, le ha declarado la guerra al resto de las menos organizadas bandas.
Por otro lado, también el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha hecho presencia “propagandística” tanto en El Corregimiento La Parada como en barrios de San Antonio, pero asegura el directivo de Progresar que no han originado balaceras. “Podemos demostrar que no hay registro de violencia del EPL, solo evidencias de acciones propagandísticas”, dijo Cañizarez.
En los últimos cinco años, ha habido un incremento desbordado en los cultivos de coca en 12 municipios del Norte de Santander (Colombia). Unas 25 mil hectáreas de hoja de coca al año pueden producir alrededor de 700 toneladas de coca, proporción del negocio que es apetecida por muchos grupos irregulares con intenciones de controlar parte de la frontera, en vista que, según autoridades internacionales en narcóticos, Venezuela es utilizada como ruta de salida de la droga. Los bandas criminales y guerrillas cobran por prestar servicios a los traficantes de droga, lo que genera jugosas ganancias, refirió Cañizares.
Adicionalmente, 22 actividades de contrabando transcurren a diario de ida y vuelta, con nuevas modalidades. Más allá del contrabando de gasolina y de los productos de primera necesidad, están pasando oro y cobre desde Venezuela, el cual es legalizado en Cúcuta por empresas fantasmas para luego llevarlo a los puertos colombianos de Barranquilla y Santa Marta.
Otro rublo es el cárnico. Según cifras ofrecidas por la ONG Progresar, en Cúcuta sacrifican 300 cabezas de ganado diarias, de las cuales 250 son provenientes de Venezuela, y 4 mil 500 de kilos de carne vacuna entran a diario de contrabando a territorio neogranadino, mercancía que se traduce en grandes ingresos para cada uno los grupos que tienen cuotas especiales por kilos, personas o tipo de producto que circula por las trochas.
“No son más corruptos los policías colombianos que la Guardia Nacional de Venezuela, ambos actúan alrededor de las mafias del contrabando para cobrar cuotas extorsivas y beneficiarse también de los negocios ilegales a lo largo de la frontera”, expresó Wilfredo Cañizares.
Desapariciones forzadas transfronterizas
La lucha por el poder deja desaparecidos, familias enlutadas y cementerios anónimos con cuerpos de venezolanos y colombianos en el margen fronterizo. Según la Fiscalía General de la República de Colombia, en Cúcuta hay 2 mil 366 denuncias de personas desaparecidas desde el año 2000. En Puerto Santander, llegan a 93 los reportes y los tres municipios del Norte de Santander registran 2 mil 700.
Las cifras de los nacidos en Venezuela con paradero desconocido a causa de la disputa de territorio es incierta; en la lista hay policías, militares, dirigentes políticos y vecinos de los municipios Pedro María Ureña, Bolívar, García de Hevia, Ayacucho, entre otros. Según los expertos consultados en temas de derechos humanos, los ciudadanos fronterizos no confían en las autoridades, por ende prefieren no denunciar. Es por ello que no hay registro oficial confiable que determine cuántos venezolanos desaparecidos hay.
Sin embargo, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, en el año 2015 comunicó la desaparición de más de 60 personas en el sector limítrofe con Colombia. Por su parte, la ONG Progresar calcula que puede haber unas 300 personas cuyos cadáveres están sepultados alrededor de la frontera colombovenezolana.