Warren Beatty y Faye Dunaway, Bonnie and Clyde, unidos de nuevo por el escándalo - 800Noticias
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¿Qué habría pasado si en 1982 alguien le hubiese arrebatado de las manos a Warren Beatty el Oscar a la Mejor Dirección por Rojos, su película sobre la Revolución Rusa de 1917? ¿Y si en 1977 se hubiese montado un revuelo en torno a la entrega del Oscar a la Mejor actriz protagonista para Faye Dunaway por Network, un mundo implacable? Pues que, seguramente, ninguno de los dos estaría ayer en el escenario en la lectura del premio a la Mejor película en la accidentada gala de los Oscar 2017.Porque si bien ambos forman parte de la mitología cinematográfica por Bonnie and Clyde (1967), la película de Arthur Penn sobre la famosa pareja de atracadores de los años 30, lo que les hizo merecedores de entregar la estatuilla fue el hecho de haber ganado una.

El error de la auditora PwC desató en un primer momento las burlas hacia estas dos leyendas de Hollywood que acumulan entre ambos 17 nominaciones a los Oscar. Dos actores cuyas carreras recorren seis décadas y que, en el caso de Beatty, ha abarcado también la dirección, escritura y producción de películas. En todas ellas ha conseguido Beatty nominaciones, llegando incluso a repetir candidatura al Oscar en las cuatro categorías (actor, director, guionista y productor) por El cielo puede esperar (1978) y Rojos (1981).

Nacido en 1937 (el próximo 30 de marzo cumple 80 años), Beatty es el hermano pequeño de la actriz Shirley MacLaine, Beatty debutó ante las cámaras con Esplendor en la hierba (1961), de Elia Kazan. Consiguió escapar del encasillamiento al que su bello rostro parecía condenarle y, tras una década de películas a mayor gloria de su físico (La primavera romana de la Sra. Stone, Su propio infierno, Lilith, Acosado, Prométele cualquier cosa, Magnífico bribón), su papel como Bonnie Parker le abrió las puertas a explorar nuevas facetas en la industria del cine.

Así, empezó a dejar a un lado los trabajos puramente interpretativos (El único juego de la ciudad, Los vividores, Dólares, El último testigo) y en 1975 escribió el guión de Shampoo, dirigida por Hal Ashby, sobre un promiscuo peluquero.

El siguiente paso lo dio tres años después con El cielo puede esperar, en la que ya ejerció en su cuádruple vertiente. Otros tres años después llegó Rojos, que supuso el reconocimiento definitivo de Beatty como cineasta (y también como activista), pero que marcó igualmente su progresivo alejamiento de Hollywood.

Tras un discreto papel en el musical Ishtar (1987), de Elaine May, en 1990 Beatty protagonizó y dirigió la adaptación al cine de Dick Tracy, junto a Madonna y con Al Pacino en el papel de malo de cómic.

En 1994 escribió, también con él de protagonista, Un asunto de amor, el filme que le unió a Annette Bening. Y en 1998 llegó su última película en clave política, Bulworth, de nuevo escrita, dirigida y protagonizada por él, sobre un senador demócrata que pretende enganchar desesperadamente con los votantes a través del hip hop y otros recursos vergonzantes. Desde entonces, apenas se han tenido noticias suyas, hasta su regreso, el año pasado, con La excepción a la regla, en la que daba vida a Howard Hughes.

En cuanto a Dunaway (Bascom, 1941), aquel 1967 de Bonnie and Clyde marcó por partida triple el comienzo de su carrera, pues también de aquel año son El suceso y La noche deseada. Luego llegarían títulos como El caso de Thomas Crown (1968), Pequeño gran hombre (1970), Confesiones de una modelo (1970), y el reboot de Los tres mosqueteros (1973-1974), por Richard Lester.

En 1975 optó por segunda vez al Oscar a la mejor actriz, tras aquella primera nominación por Bonnie and Clyde por su papel de Evelyn Cross Mulwray en Chinatown, la sórdida historia de las cloacas del poder de Los Ángeles que se convirtió en la última película que rodó en EEUU Roman Polanski antes de su huida del país tras abusar de una menor.

Dunaway se desquitó dos años después de haber perdido aquel galardón con Network, tras otros dos títulos emblemáticos de los 70 como El coloso en llamas (1974) y Los tres días del Cóndor (1975). Aquel fue el punto álgido de su carrera, al que siguió un lento declive a lo largo de cuatro décadas: Los ojos de Laura Mars (1978), Queridísima mamá (1981), Barfly: el borracho (1987), El sueño de Arizona (1993), En brazos de la mujer madura (1997), o Las reglas del juego (2002).

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