Orgullo venezolano | Cruz Diez y Soto en el museo Kunsthal de Rotterdam
EFE
El famoso arquitecto holandés Rem Koolhaas inunda desde este sábado el museo Kunsthal de Rotterdam con luces y piezas en movimiento para exponer los cien años de historia del arte cinético, con creaciones y obras abstractas de artistas como los venezolanos Carlos Cruz-Diez y Jesús Rafael Soto.
«Es un arte que alude a todos los sentidos. Cada obra dice su propia historia y cada pieza de arte es autónoma, a su manera. Es lo peculiar de la cinética, que usando diferentes materiales se pueden hacer cosas diferentes, desde varias perspectivas», resume para Efe la conservadora de la exposición, Charlotte van Lingen.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la cinética artística lideró la revolución que desmaterializó el arte y convirtió conceptos como el espacio, el movimiento, la visión y la luz en el eje central de las obras abstractas del siglo XX.
Como reacción a los avances científicos y técnicos de la época, el arte cinético trató y sigue tratando de alejar al espectador de la automatización que suponen las nuevas tecnologías para involucrarlo y hacer que desempeñe un papel central en el mensaje de cada obra.
«El arte se convierte en arte cuando es experimentado por quien lo observa», según el museo.
Para Van Lingen, «en esta época en la que vivimos, en la que está todo digitalizado, el arte cinético se hace más necesario que nunca».
«Los artistas jóvenes están muy centrados en la tactilidad y en cómo involucrar al visitante en los trabajos artísticos para hacer un llamamiento a todos nuestros sentidos», añade.
Esta exposición, bajo el nombre «Acción-Reacción», cuenta con obras de los maestros cinéticos más famosos del mundo, incluidos los más pioneros, como el francés Marcel Duchamp (1887-1968), el estadounidense Alexander Calder (1898-1976), el húngaro Victor Vasarely (1908-1997) y el alemán Gerhard von Graevenitz (1934-1983).
También están presentes otros nombres consagrados del arte cinético y que, año tras año, siguen sorprendiendo con sus obras luminosas y vivas, como es el caso del argentino Julio Le Parc, el suizo Christian Megert, la británica Bridget Riley y el holandés Jan van Munster.
El recorrido sobre la historia de este arte llega hasta 2018, por lo que también incluye a representantes de generaciones más jóvenes, como -entre otros- el danés Jeppe Hein, cuyas obras interactivas no se olvidan del humor y de la tradición.
Las piezas están colocadas de tal manera que permiten una subdivisión en doce temas que cubren «diferentes aspectos de la percepción y la experiencia de los fenómenos», una interacción con el espectador a través de la luz, el movimiento, el ritmo, la estructura, la vibración, el espacio, el resplandor, la inmaterialidad y la rotación.
Como ejemplo, la conservadora del museo señala «Penetrable», de Jesús Rafael Soto, que permite al espectador convertirse en parte de la obra y desaparecer entre la cortina de miles de pequeños hilos de plástico amarillos, cuya forma cambia gracias al contacto humano.
También pone el sello latinoamericano Cruz-Diez con «Cromosaturación» (1965), cuyos espacios de luz artificial sumergen al espectador en un entorno que solo consta de tres colores y permiten a los ojos, acostumbrados a percibir una amplia gama de tonos, a transformar la idea de color en una experiencia tangible.
«¡Siente, mira, huele, escucha y experimenta los ritmos, los destellos, las vibraciones, las inestabilidades y los campos de fuerza hasta el cosmos!», describe Koolhaas esta apuesta de su museo en la ciudad portuaria de Rotterdam.
La exposición, que se realiza en colaboración con la Réunion des musées nationaux-Grand Palais de París, acoge ochenta obras en un espacio de 1.200 metros cuadrados, que podrán ser admiradas por el público hasta el próximo 20 de enero.