#Opinión | «Todo o nada», por María Corina Machado - 800Noticias
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¿Por qué la gente asumió como propio el compromiso Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Libres qué planteó el Presidente Guaidó? Porque la gente está clara que el régimen no va a entregar el poder y que hay que arrebatárselo. Los venezolanos sabemos que éste es un proyecto criminal trasnacional cuyo propósito es exprimir a Venezuela y expandir sus tentáculos por toda la región.

El mantra del presidente Guaidó es una secuencia de acciones estratégicas que no se pueden alterar: Primero debe producirse el “cese de la usurpación”, que significa la salida y el desmantelamiento total del régimen. Si eso no ocurre, no hay transición posible, y mucho menos la posibilidad de unas elecciones verdaderamente libres. Elecciones libres sólo son posibles en Libertad.

Por lo tanto, sacar a Maduro y dejar a los jefes de las mafias judicial, militar y financieras en el Gobierno de Transición NO ES el Cese de la Usurpación. Dejar el monopolio de la fuerza física -sea regular o irregular, el monopolio de la fuerza judicial y el monopolio de la fuerza comunicacional- en las mismas manos corruptas y criminales sería traicionar el compromiso asumido con la sociedad y la claudicación ante el sistema mafioso. Esto representaría convertir la Transición en Cohabitación.

Tener elecciones libres es mucho más que ir a unas votaciones. Para que ellas sean posible, además de derrumbar al ecosistema criminal, el Gobierno de Transición que lo sustituya debe llevar adelante cinco tareas enormes en el tiempo más corto posible: 1. Dar atención urgente a la crisis humanitaria. 2. La estabilización de la economía y de los servicios públicos. 3. La alineación de la Fuerza Armada Nacional, para que recupere el control y la soberanía territorial. 4. La depuración del sistema judicial; y por supuesto, 5. La reconstrucción de un sistema electoral pulcro e independiente, para que puedan votar todos los venezolanos dentro y fuera del país.

Les pregunto, si las mafias siguen en el poder, ¿permitirían que se lleven adelante estas tareas que son indispensables para garantizar una elección verdaderamente libre en la cual su futuro está comprometido? Los venezolanos saben cuál es la respuesta. Por esta razón se ha producido una ola justificada de repudio e indignación a raíz de la aprobación de un acuerdo parlamentario que subvierte lo convenido en la Ley del Estatuto de la Transición aprobado por la Asamblea Nacional y que rige la presidencia interina.

Este acuerdo dice plasmar la propuesta realizada por los representantes del Presidente Guaidó en el diálogo de Oslo-Barbados, y contempla que el régimen tutele lo que sería una parodia electoral, sin que Cese la Usurpación y en ausencia de un verdadero Gobierno de Transición.

Para justificar este acuerdo, hay quienes se dieron por vencidos y dicen que no hay otra opción, “que esto es lo que queda.” Otros propagan una falsa dicotomía, típica del régimen cubano, que pretende obligarnos a escoger entre “la invasión” o “el diálogo apaciguador.” Frente a esto, los venezolanos tenemos que pararnos con firmeza y no aceptar un chantaje más!

Los que nos quieren abrumar con sus falsos dilemas olvidan lo que significó la aprobación del TIAR: La creación de “una red de carácter operacional de autoridades de inteligencia financiera y de seguridad pública para identificar, investigar, perseguir, capturar, extraditar y sancionar a las personas y entidades asociadas al régimen de Nicolás Maduro involucradas en actividades ilícitas de lavado de activos, tráfico ilegal de drogas, terrorismo y su financiación, y vinculadas a redes de delincuencia organizada transnacional“.

La invocación del TIAR es un paso enorme en la ruta del coraje. Para quienes me preguntan qué es fuerza; fuerza es esto, es la activación de un mecanismo que fortalece la amenaza real, severa e inminente que se le planta al régimen criminal.

Fuerza es también la movilización y presión ciudadana; que se convierte en más fuerza cuando está organizada. Fuerza es la denuncia, fuerza es el valioso y admirable testimonio de los diputados de la Fracción 16 de Julio, que se levantaron en contra de un acuerdo que es violatorio -en lo político, jurídico y moral- de lo acordado con la sociedad venezolana.

Hemos llegado a un nuevo punto de inflexión. Hay que optar entre la ruptura y el continuismo, entre la transición y la cohabitación, entre la firmeza y la debilidad, entre la Libertad y el cautiverio. Los ciudadanos ya decidieron y no están dispuestos a que les cambien la ruta. No hay puntos medios. No hay forma de convivir con el mal sin que el mal nos devore. Son momentos de definiciones y nosotros sabemos que o nos jugamos el todo, o nos quedamos sin nada.

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