OPINIÓN | ¿Quiénes son los Carmelitas?
María García de Fleury
Los primeros Carmelitas fueron laicos, ermitaños, que buscaban estar atentos a Dios. Como vivían en el Monte Carmelo, una cordillera en Israel, sobre el Mar Mediterráneo, los llamaban «Los Carmelita».
Estos ermitaños se reunía una vez al día para rezar en torno a una imagen de la Virgen María, a quien llamaban «La Virgen María del Monte Carmelo». Por eso se quedó «La Virgen del Carmen».
Con el tiempo se organizaron y formaron una congregación, primero de hombres, luego una congregación femenina y al día de hoy también seglares que viven la espiritualidad carmelitana.
Al igual que el profeta Elías, los Carmelitas tratan de mantener el silencio para escuchar a Dios. Como María, tratan de tener plena confianza en el amor de Dios que se hace presente a través de la contemplación.
Practican la virtud de la fraternidad, destacando el respeto de unos por otros dentro de la comunidad. Los votos sagrados que hacen al entrar a la comunidad, les da claridad a su vida y los libera de ataduras para vivir entregados a Jesucristo. A través del servicio fomentan la presencia de Dios y la plenitud de vida, acompañando al pueblo, a través de sus distintos ministerios.
A través de la celebración de la Eucaristía se alimentan y se sostienen en el camino. Los Carmelitas enseñan que cuando la presión existe, o la tragedia llega, ahí es cuando Dios parece estar ahí, esperándonos para ayudarnos.
Los Carmelitas enseñan que hay que volver a Dios para escucharlo, haciendo oración. ¿A dónde más podemos ir con los misterios, la frustración y vicisitudes de hoy?
En este siglo XXI, el Carmelo le dice al mundo contemporáneo que el corazón que escucha la palabra de Dios y se abre a los deseos de Dios, está viviendo como lo hizo María, la madre del Carmelo.
Sabemos que debemos voltear a nuestro centro más profundo, buscar a Dios que es amor. Los Carmelitas enseñan que a través de la inspiración de María podemos convertirnos en portadores de Dios, tanto en nuestras vidas como en este mundo que necesita sanación y esperanza.
La oración es hablar con Dios como con el mejor amigo a cerca de lo que sentimos: nuestras preocupaciones, nuestros sueños, nuestras alegrías, ideales. Siempre el resultado de la oración va a ser calma, paz y dirección. En el silencio Dios habla y sabemos qué hacer y a dónde ir. Habla con Dios como tu amigo, porque con Dios ¡siempre ganamos!