OPINIÓN | Mi respuesta al general Padrino, por Fernando Ochoa Antich
Fernando Ochoa Antich
Al enterarme de que usted, al fin, se iba a dirigir a la nación, el jueves 24 de enero, acompañado del Alto Mando Militar ampliado, tuve la ilusión de que, consciente de la catastrófica situación en la cual se encuentra el país, iba a exponer un planteamiento que contribuyera a generar una esperanza de solución a la tragedia que viven los venezolanos. Llegué a pensar que sus palabras constituirían un aporte, responsable y patriótico, que fuese una verdadera alternativa de solución al grave enfrentamiento existente entre la dictadura de Nicolás Maduro y la oposición democrática.
Lamentablemente no fue así. Usted claudicó ante la oportunidad histórica que tenía de haber podido coadyuvar como siempre lo ha hecho la institución armada en muchas situaciones tan graves como las que actualmente enfrenta Venezuela. De allí el sólido prestigio que, con errores y aciertos, consolidó durante toda nuestra vida republicana. Definitivamente, usted y el Alto Mando Militar ampliado le han dado la espalda a Venezuela causándole un daño irreparable que nos puede conducir a una muy dolorosa intervención multilateral.
Usted afirmó con certeza que “nuestra institución está llamada a evitar un enfrentamiento entre los venezolanos. No es la guerra civil o el enfrentamiento entre hermanos lo que va a solucionar los problemas de Venezuela. Solo es posible hacerlo mediante el diálogo”. Yo comparto esa opinión, pero un diálogo no tiene ningún sentido mientras el planteamiento sea la permanencia ilegítima de Nicolás Maduro en la Presidencia de la República. Tampoco puede establecerse ese diálogo si usted y la institución armada intervienen en el debate.
Es inaceptable que usted califique como “un asunto gravísimo la proclamación presidencial de Juan Guaidó, puesto que atenta contra el Estado de Derecho y de justicia en Venezuela”. Usted debió complementar su afirmación con una debida explicación de las razones que usted tiene para calificar de atentatorio del Estado de Derecho el cabal cumplimiento del artículo 233 constitucional. Por el contrario, el gran responsable de esta debacle nacional ha sido y es Nicolás Maduro quien, con su actitud totalitaria e irrespetuosa del Estado de Derecho, ha decidido ignorar la vigencia de la Constitución Nacional de 1999, para imponernos, a su leal saber y entender, un insoportable régimen caracterizado por la represión y la corrupción.
Usted señaló que su generación militar recuerda, con angustia, los hechos del 11 de abril de 2002. Es verdad, los mandos militares, en ese momento, no estuvieron a la altura de sus graves responsabilidades para resolver la crisis nacional que había sido provocada intencionalmente por Hugo Chávez, a fin de poder purgar a nuestra industria petrolera y a la Fuerza Armada, como él mismo lo confesó públicamente. Realmente, lo logró. Sus consecuencias están a la vista. Destruyó totalmente nuestra industria petrolera y partidizó a la Fuerza Armada de tal manera que usted mismo en sus declaraciones señaló que “desde la Asamblea Nacional en desacato, los sectores de ultraderecha pretenden consumar un golpe de Estado contra la institucionalidad democrática, apadrinado por gobiernos neoliberales de América Latina y Europa arrodillados a los intereses de Estados Unidos y al Departamento de Estado”. En verdad usted, ataviado con uniforme y demás arreos militares, parecía más un líder del PSUV que un militar en servicio activo.
Usted declaró que “los que llaman a la guerra no saben lo que convocan. Nosotros, los militares sabemos las consecuencias con solo ver detalladamente la historia de la humanidad”. Interesante frase. Ojalá usted lo crea de verdad. Sin embargo, la actuación del gobierno al cual usted pertenece parece que no lo entiende. Los gobiernos de Chávez y el de Maduro determinaron, desde su inicio, que Estados Unidos y todos los gobiernos considerados de derecha fueran declarados como enemigos de Venezuela, desconociendo que los Estados desarrollan su política exterior exclusivamente con base en la defensa de sus intereses vitales. No puede entonces extrañarle que, a la luz de los acontecimientos, la posibilidad de una intervención militar multilateral pueda transformarse en una realidad. En ese caso, Nicolás Maduro, usted y el Alto Mando Militar ampliado serían los únicos responsables de esa dolorosa tragedia.
Permítame decirle la verdad de lo que ocurre en Venezuela. Ante tan absurda y vehemente defensa de Nicolás Maduro y su dictadura, pareciera que usted y el Alto Mando Militar ampliado se encuentran fuera de la realidad o son cómplices de los innumerables hechos de corrupción, con los cuales la camarilla gobernante saqueó los mayores ingresos nacionales de nuestra historia conduciendo a nuestro pueblo a su actual tragedia. Voy a tratar de responderle algunos de los puntos del sorprendente comunicado que usted ha hecho público a nombre de la Fuerza Armada.
Nicolás Maduro nunca debió ser presidente de la República y comandante en jefe de la Fuerza Armada. Desde el mismo momento en que murió Hugo Chávez se inició una maniobra, urdida en Cuba, para controlar el poder en Venezuela a través de Nicolás Maduro. Su designación como candidato a la Presidencia de la República, en ese momento, era absolutamente inconstitucional ya que él, en realidad, era vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo y, por lo tanto, no podía postularse para el cargo de presidente de la República, como lo establece el artículo 229 constitucional, el cual por ser totalmente claro no permite interpretación alguna.
No es verdad que la oposición democrática, en la cual existen sectores de todas las ideologías, tiene la pretensión de “instaurar un gobierno paralelo en nuestro país sin sustento jurídico y tutelado desde Washington”. A lo único que aspira nuestro pueblo, como también Juan Guaidó, es convocar, en tres meses, a una elección realmente democrática, justa y equitativa, en las cuales se exprese el sentimiento nacional para elegir un gobierno que no esté tutelado por Washington ni por Cuba.
Nicolás Maduro y su gobierno, desde la derrota sufrida en el año 2015, en la cual perdieron la mayoría calificada de la Asamblea Nacional, empezaron a debilitar el derecho y el respeto a la voluntad de elegir de los venezolanos, mediante la indebida juramentación, por la anterior Asamblea Nacional, de las vacantes del Tribunal Supremo de Justicia y del CNE, con la finalidad de controlarlos totalmente. A partir de allí, la declaración de desacato y la ruptura del Estado de Derecho como consecuencia de distintas acciones siempre respaldadas por decisiones inconstitucionales del TSJ y del CNE.
Los venezolanos miran, todavía con fe y esperanza, hacia la Fuerza Armada Nacional. Los cuadros militares activos deben entender que su contribución al restablecimiento de la vigencia de la Constitución, ante la grave situación que vive Venezuela, no constituye un golpe de Estado y mucho menos una traición a su juramento de soldado. Es su deber, establecido en la misma carta magna. Ustedes deben evaluar, con objetividad, la legitimidad de Nicolás Maduro. La amenaza de una intervención multilateral es una realidad. No tengan duda de que puede ocurrir. Eviten esa tragedia. Cumplan con su deber militar: respalden la legítima Asamblea Nacional, a Juan Guaidó, como encargado de la Presidencia de la República, y a nuestro pueblo.
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