#Opinión | María Corina Machado: Coraje - 800Noticias
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María Corina Machado

Es lo que se requiere hoy como nunca. Y es lo que hemos demostrado que tenemos los venezolanos en abundancia. Cada paso, cada grito, cada pérdida, cada victoria en estos 20 años de lucha contra la tiranía criminal nos ha forjado, nos ha unido, nos ha preparado para este momento.

Llegamos a la encrucijada final: el régimen, ya sin caretas, asfixiado económicamente y repudiado políticamente -dentro y fuera del país-, ha decidido atrincherarse al costo que sea. Nosotros, los ciudadanos, con un apoyo sin precedentes de las fuerzas relevantes del mundo, estamos determinados a avanzar para producir el quiebre del sistema. Es una contraposición de fuerzas inevitable.

El 10 de enero, como era previsible, Nicolás Maduro cruzó una línea roja. Lo que él no esperaba es la reacción sincronizada de fuerzas externas e internas que frente a este hecho se han desatado. Y las que vienen…

El 10 de enero creó una situación inédita; no sólo porque no hay presidente electo ante el fin de un período presidencial; lo cual podría considerarse casi un tecnicismo legal frente a la realidad de la instalación de un Estado criminal, el cual no es más o menos forajido hoy, de lo que era el 9 de enero. Pero el 10 de enero se convirtió en el límite que la democracia occidental le puso a este régimen, atendiendo, finalmente, a las alertas que durante años hicimos sobre el peligro real, para todo el hemisferio, de la permanencia de estos criminales en el poder en Venezuela.

En este contexto, la Asamblea Nacional tiene una responsabilidad enorme. Debe cumplir la Constitución. El artículo 233 es taxativo y establece que, ante la ausencia del presidente electo, es el Presidente del Parlamento quien asume la Presidencia de la República.

Eso es lo que está planteado y es lo que hoy respalda la comunidad internacional. La declaración del Grupo de Lima del 4 de enero, fue un punto de inflexión. Nunca antes en este hemisferio se había producido una posición tan firme y tan dura frente a otro régimen. Quedaron atrás las solicitudes de liberación de presos políticos, condiciones electorales o incluso, asistencia humanitaria; y mucho menos de «diálogo». Por la calle del medio, se plantea el fin de Maduro con fecha de caducidad. Las reacciones sucesivas de gobiernos como Estados Unidos y Alemania, y la propia sesión del jueves 10 de enero del Consejo Permanente de la OEA, ratifican la irreversibilidad de esta postura y la presión en escalada que viene ahora.

«Los rusos juegan», es el dicho. En este caso, literalmente. El régimen criminal reacciona y amenaza a todos como nunca: a los trabajadores y empleados públicos, a los militares, a los diputados. Y todos sabemos de lo que son capaces.

Coraje. No hay otra. A cada uno de los ciudadanos militares, les ratifico lo que tantas veces les he dicho: nunca en nuestra historia republicana, su país los ha necesitado tanto. La Soberanía Nacional ha sido ultrajada y el territorio se fragmenta. Tienen que decidir; o se hunden con el Estado criminal o contribuyen a salvar a Venezuela, reconociendo a la legítima autoridad que se deriva de la aplicación del artículo 233: el Presidente de la Asamblea Nacional asumiendo las funciones del Ejecutivo. Coraje.

A los diputados de la Asamblea Nacional; les recuerdo que en la vida se presentan instantes que nos marcan para siempre. Cada uno de ustedes tiene una responsabilidad ineludible de apoyar al Presidente del Parlamento en esta acción de altísimo riesgo personal y familiar. Coraje.

A cada venezolano, a mis conciudadanos que están aquí en nuestro país o regados por el mundo entero; nunca como hoy debemos avanzar juntos y firmes. Hay que desafiar y desobedecer a la tiranía y respaldar con toda nuestra fuerza al nuevo y legítimo Presidente. Coraje.

A las democracias del mundo, tengan la seguridad de que en la sociedad venezolana existe el coraje para enfrentar este momento crucial, y el conocimiento, el talento, la experiencia y las ganas para avanzar en un proceso extremadamente complejo y delicado, así como apasionante, de Transición y de reconstrucción de la Nación.

Es la hora del coraje.

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