OPINIÓN | En beneficio de la memoria histórica IX, por Fernando Ochoa Antich
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Después de responderle a Hugo Chávez, conminándolo a rendirse, regresé al despacho del presidente Pérez para informarle de lo ocurrido y de los preparativos que se estaban realizando en la Base Libertador para bombardear, en caso de ser necesario, la sede del Museo Histórico Militar.
También le planteé la posibilidad de enviar al GB Ramón Santeliz Ruiz, quien, después de estar detenido por los golpistas en el Ministerio de la Defensa, había llegado a Miraflores con el Sr. Fernán Altuve Febres, para que tratara de convencer a Hugo Chávez de rendirse ante el fracaso de la insurrección. El presidente me autorizó y así lo hice. Mientras tanto, la base aérea “La Carlota” y la Comandancia General de Aviación habían sido atacadas y tomadas por efectivos del batallón de paracaidistas “Chirino”, al mando del T. C. Joel Acosta Chirinos; una compañía de dicho batallón, al mando del capitán Miguel Rodríguez Torres, mantenía la residencia presidencial “La Casona” bajo fuego; y una compañía del batallón “Briceño” asediaba la Comandancia General de la Armada.
Horas más tarde, la base aérea “La Carlota” y la Comandancia General de la Aviación fueron recuperadas por la fuerza de tarea al mando del GB Luis Oviedo Salazar, después de la lamentable e injustificable muerte del capitán Santiago Carmona y de los distinguidos Héctor González y Raúl Guerra, a causa de un impacto de arma antitanque; la toma de la Comandancia de la Armada fue impedida por su personal de seguridad y la unidad que atacó “La Casona” fue repelida por el batallón de Custodia de la Guardia de Honor, al mando del T.C. Luciano Bacalao, agentes de la DISIP y de la Policía del estado Miranda.
Conocí de la actuación del T.C Hugo Chávez Frías, durante los hechos del 3 y de 4 de Febrero, a través de la serie de entrevistas que le concedió a Agustín Blanco Muñoz, publicadas en su libro “Habla el comandante”, y del detallado informe del coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar.
Hugo Chávez mantiene: “A las 8 de la noche comenzamos a salir desde Maracay en Columna Abierta. La excusa es que íbamos a la base Libertador. La 1ra. ruta era por Cagua, vía autopista hasta Tazón; la 2da. ruta era la que yo seguí, desviándonos por La Victoria, buscando los Teques; la 3ra. ruta, por las Adjuntas. Todo esto pensando que estábamos delatados, que nos esperarían en un túnel o en la Encrucijada”. (1). El factor fundamental de la insurrección era la sorpresa. Además, el batallón “Briceño” tenía la misión en la Orden de Operaciones de atacar Miraflores en apoyo de la compañía insurrecta del Grupo “Ayala”.
Perder tiempo en el desplazamiento y dividir el batallón “Briceño” fue un gravísimo error que comprometió totalmente el posible éxito de la insurrección. Hugo Chávez sostiene que: “El problema que conseguimos en Caracas era que había habido una delación y no nos habían informado… El Plan de Caracas era autónomo del de Maracay. Nosotros veníamos a hacer un cerco estratégico sobre la ciudad. Yo venía a establecerme en el Museo Militar para comandar desde allí la operación”. (2). Es curioso que en una parte de sus declaraciones afirme que conocía la delación y en otra lo niegue.
Hugo Chávez llegó al Museo Militar a las 00: 15 del 4 de Febrero y asumió el control de esa dependencia. Se hizo conducir hasta la fachada del Museo Militar. En ese momento exclamó:»¡Perfecto!» Yo sabía que el mejor sitio para ubicar mi puesto de Comando era el Museo Militar y no el Observatorio. Desde aquí puedo observarlo todo” (3). Ciertamente, desde el Museo Militar observó, minuto a minuto, el combate que se realizaba en Miraflores. El coronel Yánez Fernández, al conocer los hechos, se trasladó desde su casa al Museo Militar. Al llegar, pudo entrar, sin ninguna dificultad. La seguridad del Museo Militar no había sido aún reemplazada por los efectivos del batallón “Briceño”.
El coronel Yánez sostiene que: “En ese momento, salí a la puerta del Museo Militar. Hugo Chávez se veía pálido. Observaba con binóculos los combates que se desarrollaban en los alrededores de Miraflores, pero no tomaba ninguna decisión. Hugo Chávez se encontraba tan impresionado con lo que ocurría que no era capaz de analizar, con claridad, la situación militar. Yo observé algunos vehículos blindados que disparaban sobre el Regimiento de la Guardia de Honor. La inmovilidad de esos vehículos indicaba que estaban siendo fijados por el fuego de una Unidad militar superior en efectivos como era el Regimiento de la Guardia de Honor. Era imprescindible apoyar con Infantería dicho ataque. Al darme cuenta del estado de shock que presentaba el T.C Chávez, me retiré a mi oficina”. (4)
Hugo Chávez sostiene que: “Por buena suerte, llegó el mayor Centeno con la Reserva en dos autobuses. Yo le digo al coronel Yánez: Ahí están mis hombres, entregue las armas. De ese modo nos apoderamos de ese puesto, casi a las dos de la mañana. Ya la acción militar sobre Miraflores había fracasado” (5). Mentiras y más mentiras. No es cierto que Hugo Chávez haya controlado el Museo Militar a las 02:00. Desde las 00:30 lo había hecho. Contaba con suficientes efectivos para apoyar a las unidades involucradas en el ataque a Miraflores. No quiso hacerlo. Su indecisión de atacar Miraflores le hizo perder un tiempo precioso que permitió al presidente Pérez, con un valor indiscutible, salir de Miraflores y trasladarse a Venevisión para dirigirse a los venezolanos, como se lo había sugerido, y demostrar que la insurrección había fracasado.
“El valor de los oficiales y soldados, como mantengo en mi libro “Así se rindió Chávez”, que combatieron en Miraflores, tanto leales como insurrectos, fue encomiable. Arriesgaron sus vidas, mientras Hugo Chávez permanecía protegido por los gruesos muros del Museo Militar, viendo, con unos binóculos, el desarrollo de los combates” (6). Careció del valor y arrojo requeridos en un comandante, para influir con su presencia y apoyo a sus subordinados en el combate, elevando su moral y voluntad de lucha. Su actuación, el 4 de Febrero, constituye un reprochable ejemplo de carencia de las virtudes profesionales que deben caracterizar la conducta de un Jefe Militar.
1.-Blanco Muñoz Agustín, Habla el comandante, Fundación Pío Tamayo, Centro de Estudios de Historia Actual, Caracas, 1998, citado en mi libro: “Así se rindió Chávez”, Libros de El Nacional, Caracas, 2007, pp. 140, 141,143.
2.- Informe del coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar, presentado al Ministerio de la Defensa, días después de la Insurrección Militar del 4 de febrero de 1992 y citado en mi libro: “Así se rindió Chávez”, Libros de El Nacional, Caracas, 2007, pp. 142,143.