OPINIÓN | Colapso nacional, por Omar González Moreno
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Horas tras horas el país entero se queda sin luz, sin agua, sin gas, sin alimentos, sin medicina, sin nada; salvo unas ganas incontrolables de sacar a la fuerza a un sistema de mafias socialistas que ha destruido al país. Horas tras horas quienes usurpan el poder demuestran que no pueden con la carga de dirigir un país decente, trabajador y emprendedor.
Horas tras hora es evidente para todo el mundo que el colapso nacional es real, tangible e incuestionable. Horas tras hora Maduro es presentado como un corrupto y un incapaz que no puede solventar la crisis que padece toda Venezuela.
El colapso nacional se demostró una vez más ante el mega apagón que dejó a oscuras al país, pero que puso en foco, otra vez, en la negligencia de un sistema de narcogobierno socialista que destruyó al Estado nacional. Porque lo que pasa en Venezuela no es producto no es fruto de ningún saboteo, lo que sucede en Venezuela es la corrupción y la carencia de capacidad de quienes usurpan el poder.
La crisis eléctrica se suma a la crisis de agua, a la crisis de alimentación y a la crisis económica. Este modelo socioeconómico criminal lo que es capaz de producir es crisis en todos los ámbitos y en todos los sentidos.
El caos es la marca de este sistema, y el legado que tanto cacarean aquellos que se sienten viudos de un hombre que sumió a Venezuela en la más profunda oscuridad política, social y económica.
El colapso nacional, es el colapso del régimen. Maduro no puede sostener el Gobierno en ninguna forma, él lo sabe por tal motivo cada vez es más violento y se aferra al poder de las armas para sostenerse un rato más en el coroto.
El apagón nacional es producto de la corrupción y de la falta de mantenimiento de las instalaciones eléctricas en el Guri, Caruachi, Macagua, Tacoa, Planta Centro y otros centros de generación, transmisión y distribución eléctrica. Este, a su vez, es el resultado de una política de despilfarro económico que malbarató miles de millones de dólares que entraron al país por motivo de la renta petrolera.
Mientras Maduro y su antecesor financiaban proyectos socialistas en América Latina y en Europa, mientras regalaban hospitales, miles de barriles de petróleo a las islas del Caribe, mientras hacían carreteras en Bolivia y en Nicaragua, aquí el país se iba hundiendo en medio de una crisis cada vez más aguda, que llegó al punto de hecatombe.
El colapso venezolano es la consecuencia de una política económica y social errada, una política que mal utilizó los recursos del país para hacer una Venezuela populista que nos fue llevando al despeñadero, que nos empujó a un país donde se va la luz por días, donde el agua que se consume está contaminada, y que posee la inflación más grande de todo el mundo.
¿Qué hacer frente a esta gravísima situación? Lo primero, es seguir avanzando en la Ruta del Coraje, es mantenernos en pie de lucha, adelantarnos en el terreno del rescate nacional a través de la aplicación del artículo 187, Ordinal 11, que autoriza el ingreso de una coalición internacional que nos ayude a poner fin al genocidio que comete Maduro y su camarilla contra el pueblo venezolano.
¿Qué más hacer? No cesar en la presión contra el régimen usurpador que ha demostrado ser eficiente a la hora de usar sus propios errores en armas políticas, y esta vez no será la excepción.
Maduro empleará la crisis en una forma de atacar a los sectores democráticos y perseguirnos ante la realidad que le explota en la cara. Y, ante ello, los demócratas tenemos que vestirnos de templanza, coherencia, inteligencia y valentía, como lo hace, por ejemplo, una María Corina Machado, líder de la nueva Venezuela que ya se asoma.