OPINIÓN | Carta al general Vladimir Padrino López, por Fernando Ochoa Antich
Fernando Ochoa Antich
Señor general
Vladimir Padrino López
Ministro de la Defensa,
Señor general:
En distintas oportunidades me he dirigido a usted para manifestarle mi preocupación ante la grave situación política, económica y social que sufre Venezuela y las dolorosas circunstancias que aquejan a nuestro pueblo. Jamás he recibido respuesta. Es por ello que me he visto obligado a plantear esa preocupación públicamente a todos los miembros de la Fuerza Armada Nacional, en virtud de las inmensas responsabilidades que tiene nuestra Institución en un momento tan exigente de nuestra historia. Además del sufrimiento causado a los venezolanos, producto de la desastrosa gestión de gobierno de Nicolás Maduro, Venezuela corre el inmenso riesgo de ver comprometida su soberanía. Esta es la razón por la cual le escribo nuevamente. Su responsabilidad es inmensa. Usted conoce perfectamente bien que un país, el cual se encuentra en medio de una quiebra generalizada de su economía y de una ruptura de su unidad interna como Nación, no está en condiciones de enfrentar una crisis internacional. Esta realidad obliga a la moderación y a la prudencia.
Usted forma parte de un gobierno que, después de seis años de gestión, ha perdido totalmente la legitimidad ante su propio pueblo y el mundo. Nicolás Maduro, carente de voluntad y capacidad para tomar las medidas necesarias a fin de rectificar los errores de Hugo Chávez, se ha dedicado a tratar de imponer un régimen totalitario mediante la permanente violación de la Constitución Nacional de 1999, a través del desconocimiento de la Asamblea Nacional, la negativa a garantizar elecciones justas y equitativas, la utilización de unos poderes públicos ilegítimos, el inaceptable adoctrinamiento ideológico en nuestro sistema educativo, la partidización de la Fuerza Armada Nacional, la violación del derecho de propiedad, la destrucción ex profeso del aparato productivo, la restricción de la libertad de expresión, el asesinato de cientos de jóvenes, la detención y tortura de opositores, la corrupción como política de Estado y pare usted de contar. El corolario de esta política ha sido conducir a Venezuela a la terrible tragedia que hoy padece nuestro pueblo.
Otra de las consecuencias de la absurda política madurista ha sido la creación de una galopante hiperinflación que golpea dolorosamente, en medio del hambre y de la muerte, a los venezolanos. Recientemente, Nicolás Maduro presentó un conjunto de duras medidas de ajuste económico con la intención de combatirla aceptando la nueva tesis cubana de copiar el modelo chino: un régimen político totalitario en medio de una sociedad de mercado. Hasta este momento, dichas medidas inconexas, insuficientes y contradictorias, no han logrado controlar la hiperinflación, y la crisis económica empeora cada día. Esta realidad, y la escasez de divisas, lo condujeron a realizar un viaje a China con la finalidad de firmar unos acuerdos, cuyo contenido desconocemos, en áreas estratégicas de petróleo y oro, que buscan, según Maduro, obtener importantes inversiones chinas. En verdad creo que esos acuerdos comprometerán gravemente nuestra soberanía transformando a Venezuela en un peón de los intereses mundiales del imperialismo chino.
Alianzas de este orden, las cuales rompen naturales equilibrios geopolítico, no deben realizarse sin considerar sus delicadas consecuencias. El enfrentamiento entre China y Estados Unidos no es militar, ya que la superioridad norteamericana en ese campo es indiscutible, sino en lo económico y comercial. No dudo que la presencia tan preponderante de China en Venezuela pueda causar el incremento de las restricciones económicas norteamericanas. Si eso ocurre, el sacrificio de nuestro pueblo sería aún mayor. Así mismo, no se requiere tener una gran imaginación para percibir que China, además de controlar nuestro petróleo y oro, utilizará la posición estratégica de Venezuela en el continente americano para iniciar una política expansionista sobre importantes mercados regionales en perjuicio de los intereses estadounidenses. No creo que el presidente Trump, ante tan clara y creíble amenaza en su área de influencia, no vaya a reaccionar con medidas aún más duras contra Venezuela.
También es necesario entender que en la América Latina existe una fuerte confrontación entre una izquierda radical de orientación marxista, agrupada alrededor del Foro de Sao Paulo, y una visión democrática de la sociedad, que se expresa actualmente a través del Grupo de Lima. Hay que saber que la presencia en Venezuela de un gobierno de orientación de izquierda radical, aliado a los sectores afines en Colombia, es una constante amenaza para su actual estatus político. Continuar manteniendo la absurda orientación de nuestra política exterior, que plantea como sus objetivos centrales enfrentar a Estados Unidos y a Colombia, puede igualmente traer delicadas consecuencias. Pensar que las declaraciones de la embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, en las cuales, con razón o sin ella, se señalaban estrechas vinculaciones de altos dirigentes del PSUV con el narcotráfico fueron realizadas a la ligera es correr una aventura realmente inaceptable. No está de más recordar el caso de Panamá en los tiempos del general Noriega.
Usted, como ministro de la Defensa, tiene la obligación de estudiar cualquier posible amenaza que pueda comprometer la seguridad de la Nación. No creo que usted pueda calificar de irreales los planteamientos que he descrito en los párrafos anteriores. La total ilegitimidad del gobierno nacional, la quiebra de nuestra economía, la tragedia humanitaria que vivimos y la crisis regional provocada por la diáspora venezolana son causas suficientes para que la comunidad internacional haya empezado a percibir a Venezuela como un Estado forajido y una amenaza para la región. Esas realidades podrían transformarse en un inminente peligro en contra de nuestra soberanía. La única solución que visualizo para resolver tan grave crisis nacional e internacional es convocar a unas elecciones presidenciales, justas y equitativas, con nuevas y legítimas autoridades electorales. Reflexione general Padrino. La Fuerza Armada tiene la obligación histórica de presionar, con gran firmeza, al gobierno madurista para que acepte esta solución. De no hacerlo, el destino de Venezuela y el de su Fuerza Armada podrían verse seriamente comprometidos.
Atentamente,
Fernando Ochoa Antich.