Nuestro punto de apoyo interior
Redacción 800 Noticias
“Somos una maravillosa unidad coherente en la que las cuatro piezas claves que componen el ‘puzle’ humano -la mente, la sensibilidad, el yo profundo y el cuerpo- están armoniosamente interrelacionados, guardando entre sí una estrechísima conexión. Cada una influye y repercute en las otras”, señala Enrique Martínez Lozano.
Martínez Lozano es un psicoterapeuta, sociólogo y teólogo, que desarrolla talleres y terapias basados en la psicología transpersonal. En ellos conjuga contenidos de tipo psicológico y espiritual, la meditación y el aprendizaje, a partir de la propia experiencia.
“El núcleo de la psicología transpersonal podría expresarse así: somos más que la mente, más que el yo, más que la persona que nuestra mente piensa que somos. Somos la consciencia misma, una presencia consciente experimentándose a través de formas temporales como nuestro cuerpo psicofísico”, apunta.
“Si la psicología clásica ponía el acento en lo estrictamente psicológico, la psicología transpersonal nos hace ver la necesidad de una comprensión más profunda de lo que somos. Porque solo gracias a ella es posible la armonía y la plenitud”, añade.
Psicología transpersonal para la vida cotidiana
Desde esa perspectiva, Enrique Martínez propone en su último libro ‘Psicología transpersonal para la vida cotidiana’ una serie de reflexiones y prácticas para aproximarnos a nuestras dos dimensiones, la psicológica (o personalidad) y la espiritual (o identidad), algunas de las cuales pueden ser especialmente útiles para vivir sin sufrir en la “era COVID-19”.
Por ejemplo invita a preguntarse ¿Cuáles son los puntos fuertes, “la roca” en la que nos apoyamos en los momentos de dificultad o sufrimiento, nuestros puntos de apoyo interiores? Qué partes nuestras nos sostienen, cuando hemos tenido una crisis, y nos sirven de apoyo para salir adelante…?.
“Las fortalezas o puntos de apoyo interiores son puntos sólidos de nuestro psiquismo, recursos en los que apoyarnos para salir adelante cuando llega la dificultad a nuestra vida”, explica.
“Esas fortalezas o puntos de apoyo interiores son como rocas a las que podremos acudir cuando experimentemos contratiempos, disgustos, enfermedades, achaques de la edad, crisis de todo tipo”, señala.
Asegura que si nos ejercitamos en apoyarnos en ellas, notaremos que crecen nuestras “habilidades” para afrontar, con mayor paz y fortaleza, las adversidades y todo aquello que pueda hacernos sufrir.
Martínez describe algunas de esas “rocas o puntos de apoyo interiores”, de esos rasgos o elementos de nuestra identidad psicológica, que “necesitamos conocer, creer en ellos, sentirlos pausadamente en nuestro interior, dejar que nos impregnen y optar por vivirlos de un modo consciente y voluntario”.
Son las siguientes:
La aceptación de lo que nos ocurre
“Aceptar no significa resignarse ni claudicar, sino sencillamente reconocer lo que hay. Al aceptarlo se modifica radicalmente nuestra relación con el problema. De este modo podremos empezar a descansar, porque habremos hecho pie en nuestra verdad, y la verdad siempre es descanso”, señala.
La certeza de que hay salida
“Siempre que hemos salido de una situación problemática, sin saber dónde nos hemos apoyado, es probable que lo hayamos hecho en esta certeza (la de que hay salida). Porque aún en medio de la mayor dificultad aparece una voz en nuestro interior que nos dice “Saldrás de esta”, apunta.
La fuerza de la vida
“La también llamada fuerza interior está muy relacionada con la anterior certeza. Aún en los peores momentos, hay “algo” en nosotros que nos sigue sosteniendo y animando: es la vida, que habitada de un poderoso dinamismo y sentido en lo más profundo de nuestro cuerpo, busca salir adelante, a pesar de todos los contratiempos”, considera.
La confianza
El psicoterapeuta explica que “es una sensación honda, no fácil de comprender racionalmente, que nos asegura que todo tiene una razón de ser. En este sentido, la sensación de confianza no es la voz de la frivolidad sino de la sabiduría más profunda”.
Fidelidad a uno mismo
“Es un fortísimo punto de apoyo para determinado tipo de dificultades. Permite liberarse de otras tiranías –nuestras propias necesidades y miedos, la imagen o la opinión de los demás- y nos introduce en un espacio de descanso, libertad, asertividad y coherencias respetuosa”, afirma.
La sabiduría de no reducirse
“Aunque aceptemos algo doloroso, no nos reducimos a ello, porque siempre somos ‘más que’ nuestra dificultad, enfermedad o sufrimiento. Además de que esto es cierto porque nuestra vida nunca se reduce a algo que nos pueda ocurrir, el reconocimiento de ese ‘más qué’ es descansadamente liberador y movilizador, y nos mueve a aquello que podemos hacer”, puntualiza.
La gratitud
Para este psicoterapeuta, la gratitud “es una fuerza que nos saca del egocentrismo, haciéndonos tomar distancia de nuestros pequeños intereses y abriéndonos a la comprensión profunda de que, en último término, todo es don”.
El amor gratuito y sin condiciones
Enrique Martínez se refiere al amor, en la doble dirección de ofrecido y recibido, porque “tanto cuando nos sentimos amados como cuando amamos a alguien sin condiciones, ese amor se convierte en nosotros en una ‘roca’ de solidez y de coraje, que nos hace experimentar la extraordinaria fuerza que lo acompaña”.
La experiencia de sentido
“Tener un “para qué” significa haber descubierto un sentido para la propia vida: cuando lo tenemos nos infunde tal dinamismo que seremos capaces de afrontar todo”, valora este experto, quien destaca que el psiquiatra Víktor Frankl, fundó una escuela de psicoterapia (la logoterapia) fundamentándose en la misma experiencia que lo ayudó a sobrevivir en un campo de concentración nazi, “descubrir un sentido a la vida”, en la certeza de que la vivencia de ese sentido es sanadora.
Venir al presente
Para este psicoterapeuta “estamos hechos de tal manera que siempre podemos afrontar lo que nos toca vivir en el momento presente. Por el contrario, cuando salimos del ¡aquí y ahora¡, aparecen la impotencia y la angustia.
“Para alejar los “fantasmas de un futuro imaginado” (ya que el futuro no existe y solo puede imaginarse) que nos hacen sufrir, lo único sensato es “poner luz” para que se desvanezcan, y esa luz consiste en permanecer en el presente, solo en este mismo instante”, concluye.