Yolanda Pineda, líder de este grupo de damas que en 2016 logró abrir a fuerza los puentes internacionales, cerrados por casi un año, refirió que manejan más de un centenar de expedientes de pacientes venezolanos y colombianos residenciados en Ureña, que requieren con urgencia se les permita pasar por puente para recibir atención médica en Colombia.
«Colombia ya abrió los pasos internacionales, le pedimos a Maduro que escuche el clamor de los pueblos de la frontera y permita el libre tránsito de personas y mercancías; que no puede prevalecer la política sobre la salud del pueblo», enfatizó Pineda.
Refirió además que su propio padre es víctima de la situación, pues padece una situación cardíaca por la cual está recibiendo atención médica en Colombia.»Teniendo su casa en Ureña tuvo que irse a vivir a un rancho de lata en Cúcuta, porque su condición no le permitía estar pasando por las trochas cafa vez que iba a su cita médica», comentó.
«Da dolor ver pacientes renales, enfermos de Cáncer, adultos mayores, pasando las trochas y cruzando el río, solo porque no existe un canal humanitario en el puente Francisco de Paula Santander», dijo por su parte Johana González al referir que hay pacientes que caminan de Ureña a San Antonio (unos 12 kms.) para pasar por el corredor humanitario habilitado en el puente internacional Simón Bolívar, y otros que han perdido la vida en las aguas del río Táchira al utilizar los pasos irregulares.
Julia Pabón, también representante de las mujeres de blanco, dijo que uno de los principales argumentos del gobierno venezolano para mantener cerrada la frontera es la alta tasa de contagios de la COVID-19 en Norte de Santander, «pero por las trochas también pasa el coronavirus sin ningún tipo de control».
Economía en crisis
Destacaron además que el cierre de los paso formales no solo afecta la economía de productores, aduaneros y transportistas, sino también la del ciudadano común que desempeñaba un sin fin de oficios temporales en Colombia para obtener ingresos destinados al sustento familiar.
«Pasar por las trochas implica pagar a los paramilitares o a la guerrilla, solo por el derecho a transitar por allí, si el río está crecido hay que pagarle al balsero, entonces deja uno en las trochas la mitad del día de trabajo, un gasto que no tendríamos si pudiesemos pasar normalmente por los puentes internacionales» explicó otra de las damas presentes.
La organización reconoce a Colombia sus esfuerzos por atender a la población venezolana que ingresa a su territorio y apoya la posición de los gremios empresariales de insistir en la apertura del transito binacional de personas y mercancías, para reactivar la economía y mejorar la calidad de vida de las poblaciones fronterizas.
Con información de La Opinión