Momias de niñas se convierten en atractivo turístico del sureste de México
EFE
La iglesia de San Mateo, ubicada en la comunidad turística de Santa Elena, en el sureste de México, resguarda un tesoro: las momias de cuatro niñas halladas en 1980 durante la reforma del suelo del majestuoso recinto religioso colonial construido en el siglo XVII.
«Las momias de Santa Elena son un hallazgo excepcional de cuerpos momificados en la península de Yucatán porque el ambiente de nuestra región es húmedo y eso propicia que la materia se descomponga», explicó el arqueólogo José Huchim Herrera.
El director del Plan de Manejo de Uxmal y la Ruta Puuc del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) contó que la momificación de las 12 niñas se dio de manera accidental.
Del mismo modo fueron encontrados los cuerpos en 1980, mientras se reformaban los suelos de la iglesia de San Mateo.
Luego fueron trasladados al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de Mérida para su análisis e investigación.
«En el Centro INAH Yucatán, los antropólogos Peter J. Schimidt, Norberto González y Lourdes Márquez Martín, que participaban en las investigaciones, estudiaron los cuerpos, hicieron radiografías y por la vestimenta determinaron que eran niñas de origen alemán que al parecer fallecieron por una enfermedad», relató.
Se descubrió que los cuerpos de las 12 niñas se momificaron debido a que, cuando las depositaron en los ataúdes, los familiares pusieron cal debajo de los cuerpos y los cubrieron con hojas de roble.
«La cal permite la conservación de la materia y en el caso del roble contiene taninos que también permiten la conservación del cuerpo de las niñas, que al parecer tenían de dos a tres años de edad cuando murieron», precisó el investigador del INAH.
Actualmente, solo cuatro de las doce momias se encuentran en exhibición, «porque uno de los alcaldes se puso bravo (enfadado) y exigió al INAH la devolución después de su estudio y análisis y ahora están en una especie de nevera a una temperatura estable».
El INAH acondicionó un recinto de la iglesia para poder exhibir a las momias, «únicas en la península de Yucatán».
La entrada al museo, que se ubica cerca de las zonas arqueológicas de Uxmal y Kabah, cuesta cinco pesos (26 centavos de dólar).
Huchim reiteró que el origen de las niñas no es maya ni español, «sus padres fueron de los primeros alemanes que llegaron a Yucatán en 1860 y se quedaron en Santa Elena».
Actualmente en la comunidad, ubicada en el corazón de la Ruta Puuc, hay personas que tienen los ojos claros, la piel blanca y apellidos alemanes como Schultz.
El recinto que alberga las momias es un atractivo para la región y contiene imágenes relacionadas con la muerte, entierros prehispánicos y figuras de dioses mayas.
De acuerdo con el investigador, existen planes para modernizar el Museo de las Momias de Santa Elena.
«Queremos revivir la actividad turística del corazón de la Ruta Puuc, que florezca el acervo de los mayas y la historia que surge con la llegada de los españoles».
Para ello, actualmente se está elaborando una propuesta para hacer algunas modificaciones en el museo.
El objetivo es promover también los oratorios (ermitas de piedra) del siglo XVI que el mismo Huchim y el INAH restauraron en 2015 y que los mayas usaban para pedir a los dioses que los protegieran de los males.
También se tiene la idea de capacitar a los conductores de moto-taxis «para que brinden recorridos del museo a los oratorios o viceversa».
Huchim Herrera confirmó que la iglesia se creó tomando en cuenta el legado maya, «porque durante los trabajos se encontraron cimientos prehispánicos y material cerámico de 250 años d.C, correspondiente al clásico temprano».
«La historia de Santa Elena, conocida antes como Nohcacab (la gran villa en lengua maya) es muy interesante, hay un libro de Fray Estanislao Carrillo que describe que en los muros de la iglesia había calaveras y algunas tenían inscripciones», comentó.
El padre Estanislao, considerado el primer arqueólogo yucateco, es descendiente de don Agustín Carrillo, procedente de Andalucía, España, el cual llegó a Ticul para establecerse.
«En sus relatos, el padre Estanislao Carrillo cuenta leyendas y describe cómo se encontraban las calaveras en la iglesia de Santa Elena, en ese mismo sitio donde ahora reinan las momias de las niñas alemanas», concluyó.