Miles de personas asisten en Dallas a funerales de los policías muertos
EFE
Miles de personas asistieron a los funerales de 3 de los 5 policías muertos la semana pasada en Dallas (Texas, EEUU), un día después de que el presidente, Barack Obama, y su predecesor en la Casa Blanca, George W. Bush, encabezaran una ceremonia de homenaje.
Los policías enterrados hoy fueron Brent Thompson (43 años), Michael Smith (55 años) y Lorne Ahrens (48 años), mientras que Michael Krol (40 años) y Patrick Zamarripa (de 32 años y de raíces mexicanas) serán enterrados en los próximos días.
A diferencia de la ceremonia de ayer, que fue conjunta para los cinco agentes fallecidos, los funerales de hoy fueron individuales y tuvieron lugar en tres iglesias distintas, en las que los familiares tomaron la palabra y una multitud de vecinos se acercaron para trasladarles sus muestras de afecto y solidaridad.
En el funeral de Ahrens, que se celebró en la iglesia baptista de Prestonwood en Plano (Texas), se congregaron alrededor de 5.000 personas dentro y fuera del recinto, según informó la afiliada local de la cadena Fox.
Los ataúdes de los 3 agentes fueron cubiertos con la bandera estadounidense y la presencia de colegas de los fallecidos y de otros miembros de las fuerzas de seguridad fue notable en todos los casos.
Obama encabezó ayer la ceremonia de homenaje a los cinco policías asesinados el jueves pasado con un discurso en el que recalcó que los estadounidenses «no están tan divididos como parece» y recordó el «respeto» que merece el trabajo policial.
La masacre de Dallas, que dejó 5 policías muertos y 11 heridos (9 policías y 2 civiles), es el suceso en el que un mayor número de agentes de seguridad ha fallecido en Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El francotirador, Micah Xavier Johnson, de 25 años y negro, quería asesinar policías blancos, indignado por las muertes esta semana de dos ciudadanos negros a manos de las fuerzas de seguridad en Luisiana y Minesota.
Veterano de la guerra de Afganistán, Johnson impuso el terror en el centro de Dallas durante una marcha en protesta por la violencia policial que hasta entonces había transcurrido de forma pacífica, y tras permanecer durante varias horas atrincherado en un aparcamiento, fue abatido por un robot de la Policía.