“Match” en Tinder se convierte en la peor pesadilla
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“Viste cómo son las redes, no lo conocés, pero confías”. La afirmación de Nicolás podría ser servir de preámbulo para explicar por qué los cibercrimenes se expanden y encuentran cada vez más víctimas en las redes sociales.
“Iba todo tan bien que empecé a sospechar, así que le pedí un audio o video para comprobar su existencia; después de eso no me contestó más”. Su segunda declaración, en diálogo con Infobae, clarifica cómo pudo salir airoso de un posible de engaño en una app de citas.
Tinder es la plataforma más popular para concretar un encuentro o iniciar una relación entre usuarios (según su página oficial, genera más de 26 millones de “matches” por día). Esta intención directa de conocer a otras personas y ocasionar un contacto “estrecho” es una invitación para delincuentes que aprovechan las “defensas bajas” para, entre otros ilícitos, apropiarse de grandes sumas de dinero.
¿Cómo lo hacen? “En Tinder lo que se han visto son estafas ‘pasionales’ o ‘románticas’ en las que los criminales conquistan a sus víctimas por chat, generalmente suplantando una identidad o utilizando fotos de otra persona. Luego les dicen que les encantaría visitarla pero que están lejos y no pueden costear el pasaje; le piden plata para poder hacerlo y así terminan recibiendo una transferencia”, explica Jorge Litvin, abogado especialista en cibercrimen, a Infobae.
El método descripto es uno de los más populares y, según el autor del libro “Hackeados”, damnificados en el exterior han llegado a entregar más de 700 mil dólares. A su vez, los estafadores recurren a más variantes para delinquir. Por ejemplo, con el robo de información o ataques de phishing a través del envío de links para “verificar la identidad” del usuario o “habilitar la funcionalidad Premium de la plataforma” para interactuar desde allí.
Litvin agrega una más: “Otra modalidad muy común es que el criminal le dice a la víctima que le mandó un regalo carísimo pero que quedó retenido en Aduana o en el Correo y que para desbloquearlo hay que erogar una suma que se compromete a devolver. El encuentro nunca sucede y hecha la transferencia el criminal desaparece”.
El último “modus operandi” coincide con el caso que el periodista Sebastián Davidovsky relata en “Engaños digitales, víctimas reales”. Estela, de 50 años y divorciada, coincidió en Tinder con “James Ferguson”, un ingeniero nuclear que vivía en Boston. La farsa se tiñó con detalladas mentiras, muestras de afecto y promesas que obnubilaron a Estela. A días del ansiado encuentro en Buenos Aires, el falso perfil anunciaba el envío de un iPhone, iPad, joyas y más elementos como adelanto. Pero, según “James”, el ilusorio paquete fue bloqueado por contener dinero en su anterior. Ante su pedido (él estaba “trabajando en el exterior por lo que no podía participar de transacciones”) la mujer comenzó a hacer depósitos en Western Union a la cuenta señalada para recuperarlo. Algo que jamás pasó.
“Ese hecho trascendió y tuvo muchas víctimas argentinas; hubo varios casos internacionales similares también”, asegura Bárbara Peñaloza, Máster en Abogacía digital y Nuevas Tecnologías. “El uso de las redes e internet no conoce barreras limítrofes físicas por lo cual no es muy complejo participar remotamente desde distintos países en este tipo de delitos. Simultáneamente, hay bandas que operan interprovincialmente en nuestro país”, remarca en diálogo con Infobae.
Daniela Dupuy, a cargo de la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas de la Ciudad de Buenos Aires (UFEDyCI), agrega que los grupos pueden estar compuestos por integrantes de “Latinoamérica, Iberoamérica, Suiza, España”. “No te puedo decir concretamente de dónde. El otro día corroboramos una IP y estaba en Israel. La transnacionalidad es una de las características del cibercrimen”, subraya.
¿Es posible recuperar el dinero perdido? Peñaloza aclara: “Depende cómo se haya realizado la transacción. Distinguiría si fueron depósitos a través de Western Union, por ejemplo, o con tarjeta de crédito. En el segundo caso es más sencillo. Ahora cuando las transferencias son desde alguno de estos prestadores o de una cuenta bancaria, de un homebanking, es muy complejo recobrarlo”.
Cómo prevenir una posible estafa en las redes de citas
El abogado Jorge Litvin detalló a Infobae las principales acciones preventivas:
– Cuando se crea un perfil, que se divulgue la menor cantidad de información posible, sin brindar indicios de domicilio, lugar de trabajo, horarios, rutina, o fotos con hijos.
– Si en el momento exacto en el que se produce el “match” se recibe un mensaje de estilo impersonal, puede tratarse de un bot, un programa que simula el comportamiento humano y en este caso es configurado por los criminales.
– Ya en el chat, no entregar datos personales ni de acceso a cuentas. No transferir dinero bajo ningún tipo de promesa.
– Hacer una búsqueda previa del perfil en cuestión para verificar si es real. La plataforma “TinEye” permite escanear las imágenes recibidas para chequear si pertenecen a alguna base de datos de Google. Si es así, los mensajes provienen de una personalidad creada o suplantada.
– Al enviar una foto o video evitar que se vea el rostro, algún tatuaje, o un sector reconocible del hogar. Configurar la autodestrucción de imágenes y cuántas veces el destinario puede verlas. “Al subir contenido a la red, ya no nos pertenece, le pertenece a la red”, acota Litvin.
– Desactivar la geolocalización por defecto para que, al mandar el material, la otra persona no conozca desde dónde se realizó la acción.
– Desconfiar de quien elude varias veces un encuentro real o una videollamada.
Falencias frente a una tendencia delictiva en crecimiento
En el país, la multiplicidad de cibercrimenes se extiende a gran velocidad. Según las fuentes consultadas, durante la cuarentena implementada para prevenir contagios de coronavirus se potenció su aumento junto a las denuncias y consultas relacionadas. Actualizar las herramientas disponibles para enfrentar a los delincuentes virtuales y la legislación para resolver los casos es uno de los mayores desafíos.
Al respecto, Peñaloza destaca la adherencia de Argentina dos años atrás al Convenio de Budapest, un acuerdo de cooperación internacional que promueve el intercambio de la información necesaria para tratar delitos informáticos que recurrentemente traspasan fronteras.
A pesar de ello, la especialista en Derecho Informático encuentra falencias: “Estamos un poco atrasados en lo que hace al Derecho Procesal Penal. Es necesario que cada provincia pueda adecuar sus códigos para llevar a cabo la investigación. También tenemos que avanzar más en nuestra legislación, tipificando delitos como la suplantación de identidad o el acoso digital como hicieron España o Perú, y mejorar la redacción de algunos artículos para incluir expresamente ciertas ciberestafas que hoy en día se investigan bajo la figura genérica pero no hay específicamente un artículo para encuadrarlas, lo que haría más sencillos los procedimientos”.
Por su parte, Dupuy remarca: “Hay una especie de descreimiento de la gente hacia la Justicia en el sentido de nuestra capacidad de poder gestionar rápidamente los casos que nos traen. Y esta preocupación en algún punto tiene una lógica porque cuando vos tenés que secuestrar, analizar, obtener evidencia en la red, no es lo mismo que hacerlo con pruebas físicas. Los datos son volátiles y esto puede perjudicar el éxito de una investigación. La especialización es fundamental”.
La mencionada “falta de confianza” provoca una falsa percepción de la cantidad de casos. “Crecen escandalosamente día a día y hay gente que por no creer o no saber qué hacer no realiza la denuncia; ahí se conforma esta cifra negra que no nos permite tener datos duros fehacientes”, admite la fiscal.
Qué hacer ante una estafa o suplantación de identidad
Finalmente, ante un caso, ¿cómo actuar? “Como se hace con cualquier otro delito. Acercándose a la fiscalía más cercana donde denunciaría un robo llevando la documentación que tenga a mano”, recalca Peñaloza. “Por ejemplo, si se hizo un transferencia vía Western Union, se puede usar ese comprobante con todos los datos y mensajes que se posean del perfil con el que se estuvo en contacto”, añade. La figura de estafa en el Código Penal de la Nación incluye una pena de un mes a seis años de prisión.
Los especialistas resaltan la importancia de no borrar información y que cuando la estafa implica el uso de una tarjeta de crédito es fundamental alertar inmediatamente al banco emisor para evitar que sigan realizándose gastos. A su vez, amparándose bajo la ley de defensa del consumidor, la víctima puede llegar a interrumpir el débito de los pagos denunciando que ella no los ha realizado.
En el caso de sufrir una suplantación de la identidad digital, situación en la que alguien utiliza el nombre y fotos de otra persona para delinquir, el panorama cambia completamente. “A esta altura tendría que ser delito en nuestro país como lo es en la mayoría de la región, de la Unión Europea. Lo cierto es que hoy simplemente es una contravención, si bien hay un proyecto para incluirlo dentro de nuestro Código Penal”, enfatiza Dupuy.
“El problema de la contravención es que tiene que haber sido cometida en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si sucedió en San Isidro, lamentablemente no vamos a poder llevar adelante una investigación sobre suplantación de identidad”, ejemplifica la titular de la UFEDyCI. El Código Contravencional de CABA fija sanciones que van desde multas, trabajo público y hasta diez días de arresto.
Pese a las complejidades, las plataformas ofrecen canales de denuncias internos para eliminar los perfiles falsos y establecer que se ha robado una identidad. Así, en caso de que se utilice para cometer un crimen, existirá un antecedente que funciona como un resguardo. Asimismo, es necesario contactarse con las fiscalías o profesionales especializados que cuenten con las herramientas para proteger las pruebas digitales y articular los procedimientos preventivos según el Código Procesal vigente en cada provincia.
A la luz de los hechos, Tinder y las aplicaciones de citas pueden funcionar como un escenario perfecto para ser engañado. Litvin concluye: “Convivimos en dos mundos: el real y el virtual, y ambos confluyen. El problema es que tomamos uno como un territorio paralelo de impunidad en donde lo que decimos, hacemos y mostramos parecería quedar solo allí. Pero no es así. Cuando un chico sale a la calle le decimos ‘no hablés con extraños’, pero cuando están en internet no sabemos con quienes hablan. Hay que comportarse en el mundo digital de la misma manera que lo hacemos en el mundo real”.