Mastroianni, la «dolce vita» de un divo discreto en una muestra en Roma
EFE
La intensa vida y la carrera del actor italiano más querido, Marcello Mastroianni, son recordadas a través de fotos, testimonios y otros materiales en la muestra «Una vida entre paréntesis» que se exhibe estos días en Roma.
El espectador, acompañado por su voz, sus recuerdos, sus películas y sus espectáculos, podrá conocer aspectos íntimos del actor símbolo de la época dorada del cine italiano.
La planta baja del «Museo dell’Ara Pacis» se convierte, hasta el 7 de febrero, en el camerino de Mastroianni, sus primeros pasos en Cinecittà, el teatro con el maestro Luchino Visconti y su debut en el cine en 1948 con «I miserabili» de Riccardo Freda.
La fama a nivel italiano le llegó en 1958 con la película de Mario Monicelli «I soliti ignoti», y las dos obras maestras de Federico Fellini, «La Dolce Vita» (1960) y «8 1/2» (1963), le dieron éxito internacional.
«Con Fellini fui actor y espectador, no hay mejor manera de hacer este trabajo», contó el actor en el documental testamento «Mi ricordo, sì, io mi ricordo» dirigido en 1997 por Anna Maria Tatò, la compañera de los últimos veinte años de Marcello.
El documental filmado en Portugal es el hilo conductor de la muestra, la historia de un Mastroianni sin filtros y en la intimidad.
Visitando la exposición se descubrirá al hombre Mastroianni, su lado menos conocido.
Desde las anécdotas de la infancia en el pueblo de Fontana Liri (centro) hasta los diez años de aprendizaje para entrar en lo que él llamó «la fortaleza de los sueños», Cinecittà.
Más de 140 películas entre los años 40 y finales de los 90, una existencia que se desarrolló entre un escenario y otro, a través de un sinfín de películas, espectáculos y personajes inolvidables.
«Personalmente nunca he soportado ser relegado siempre al mismo papel. En mi opinión, el actor, bueno o malo, necesita cambiar su piel continuamente, esto es lo que lo exalta: la ilusión de ser diferente cada vez», dice el actor en el documental.
Mastroianni, en 1960, el año de su consagración como símbolo sexual con «La dolce vita», acepta también el papel del protagonista impotente en «Bell’Antonio» de Mauro Bolognini, con el objetivo de oponerse al tópico del «latin lover».
Tras convertirse en el alter ego de Fellini, Mastroianni sigue experimentando con otros grandes directores, por ejemplo en «Todo modo», de Elio Petri; «La Grande Bouffe», de Marco Ferreri, y «Una giornata particolare» de Ettore Scola.
Un actor que consiguió interpretar personajes intensos que se alternan con papeles más ligeros, con su sonrisa astuta y un tanto melancólica.
Sus interpretaciones son capítulos de historia del séptimo arte, desde sus aullidos ante el «striptease» de Sophia Loren en «Ieri, oggi, domani», de Vittorio De Sica, hasta el baño en la «Fontana di Trevi» con Anita Ekberg en «La dolce vita», de Fellini.
Escenas y películas inolvidables que forman parte del imaginario colectivo, tanto que al principio de la exposición hace falta solo la sombra de su perfil para reconocerlo.
La muestra consta de más de seiscientas fotografías, muchas de ellas inéditas, y casi una hora entre citas y entrevistas del artista.
Cine y teatro, las dos almas de un icono del cine mundial, se encuentran en constante diálogo gracias a los materiales conservados por la Cineteca de Bolonia, por el propio Mastroianni y por numerosos otros archivos.
«Me he alimentado del cine» dijo el actor, «y conmigo toda mi generación».
La figura de Marcello Mastroianni fue carismática y a la vez discreta, reflejando un rasgo distintivo de su personalidad, la humildad, marcada por los orígenes populares de la familia, un rasgo que emerge en sus historias, sus recuerdos y su vida privada nunca marcada por los excesos.