Más de 20 mil por año: Los venezolanos llegan a Madrid a ritmo de vértigo
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En 2008 había tan pocos venezolanos en Madrid que dos pequeños fabricantes de queso al estilo de su país, José Luis Marín y su yerno Fernando Rodríguez, tenían que buscar a sus compatriotas por la ciudad, montados en su Opel Astra.
Iban con el maletero cargado al barrio de Las Tablas, a la sede de Técnicas Reunidas, la empresa del sector de petróleo que empleaba a decenas de ingenieros venezolanos. Hoy estos dos queseros venden sus productos autóctonos en Carrefour o El Corte Inglés. Su empresa, Antojos Araguaney, emplea a 120 personas y tiene planes de expansión ambiciosos. Quieren mudarse en marzo a una nueva nave de 3.000 metros cuadrados en Rivas-Vaciamadrid, un municipio que colinda con la capital por el sureste, porque la actual de 700 metros cuadrados se les ha quedado pequeña.
Marín y Rodríguez salieron de su país en los primeros años del chavismo, antes de que la cosa se pusiera fea. Desde entonces han visto en Madrid la dramática llegada de compatriotas huyendo del caos político y económico.
Ahora, Antojos Araguaney es motivo de orgullo para los venezolanos en Madrid y un ejemplo para emprendedores que buscan prosperar en España. «Yo siempre les doy el mismo consejo, trabajo, trabajo y trabajo», dice Marín, que a sus 69 años no tiene planes de tomar un descanso.
Empleados de la fábrica de Antojos Araguaney en Rivas-Vaciamadrid elaborando tequeños, palitos de queso empanado muy populares entre los venezolanos. KIKE PARA
Madrid recibe solo una pequeña parte del gran éxodo de venezolanos hacia Estados Unidos, Latinoamérica y Europa que asciende a 4,6 millones de personas desde 2015, según Naciones Unidas. La cifra podría subir este año a 6,5 millones, según la organización. Este drama comparable en dimensión al de los refugiados sirios está transformando las ciudades de acogida.
La huella cultural en Madrid se siente en rincones como el Mercado Maravillas, en las nuevas areperas por la ciudad que sirven el producto más popular, o en el auge que experimenta la liga de softball, una variante del béisbol, el deporte rey del país sudamericano. Son una adición a una región cada vez más diversa donde los rumanos (136.661) y los colombianos (100.732) son todavía las minorías más grandes.
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