Martorell: La supercomputación ayudará a conseguir vacuna contra el COVID-19 - 800Noticias
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EFE

La tecnología de la supercomputación puede ayudar a acelerar las investigaciones biomédicas para conseguir antes una vacuna contra el coronavirus, según ha explicado este lunes el físico español y doctor en Ciencias de la Computación Josep Maria Martorell.

En la carrera contrarreloj para frenar el avance de la COVID-19, «la simulación numérica puede señalar caminos a seguir» para científicos que trabajan en la investigación de fármacos y tratamientos, una labor compleja que conlleva un tiempo que podría acortarse gracias a un supercomputador.

Martorell, director adjunto del Barcelona Supercomputing Center, remarcó en una videoconferencia ofrecida por la Escuela Europea de Humanidades y la Fundación «la Caixa» que «la supercomputación no solo puede ayudar a biomédicos, sino que tiene otras muchas aplicaciones en la actual crisis sanitaria».

Entre éstas, destacó que la inteligencia artificial ha permitido predecir durante el pico de contagios «cuántas camas se necesitan a días vista» en los centros hospitalarios, una decisión que, aunque depende del personal sanitario, ha sido respaldada por «logaritmos».

El experto auguró que la tecnología se mantendrá en el centro del debate durante los próximos meses con medidas como el «pasaporte inmunológico», un carnet que permita llevar una vida «más o menos normal» en función de si ya se ha superado o no la enfermedad del coronavirus.

Ante este recurso, Martorell se mostró escéptico y cuestionó «si una aplicación de este tipo puede determinar aspectos importantes de nuestra vida», una duda que se suma a los retos «tecnológicos y éticos» que a su juicio plantea la pandemia.

El físico citó en este punto el caso de Australia, que ha implementado una app con un algoritmo para «alertar de las probabilidades de que una persona se haya contagiado tras haber estado en contacto con otra infectada por coronavirus».

«El gobierno ha dicho a los ciudadanos que, como es importante que mucha gente descargue la aplicación, la desescalada irá avanzando a medida que más personas se vayan bajando la app; una manera curiosa de gestionar una cuestión de salud pública», apuntó el experto.

Según Martorell, cuando la tecnología se usa para controlar el comportamiento de los ciudadanos, la cuestión de la privacidad se convierte en un tema «especialmente delicado» y a la vez sensible al contexto geográfico: «si viésemos que Francia o Reino Unido aplicaban estas medidas, los países del alrededor también se lo plantearían».

Con esta posibilidad abierta, el físico subrayó que «es bueno que seamos duros con nuestros gobiernos a la hora de no darles nuestros datos, pero es coherente que también seamos duros con compañías tecnológicas que tienen igual o más información nuestra».

Asimismo, comentó que resulta relevante ver quién lidera la investigación mundial en nuevas tecnologías, una «batalla» que hasta ahora libraban Estados Unidos, Japón y China pero que ahora ha dejado espacio para Europa, que «se ha dado cuenta de que empieza a ser un problema no ser ‘tecnológicamente soberana'».

«Imaginen si en otra potencial pandemia los científicos europeos no tuvieran acceso a los mejores ordenadores del mundo porque China, Estados Unidos o Japón se lo impidieran por una guerra comercial», planteó Martorell, quien ilustró con este escenario hipotético la importancia de apostar por la supercomputación.

En este aspecto, el físico afirmó que «en los próximos meses veremos pasos adelante de la Unión Europea para tener su papel en la batalla tecnológica entre los grandes del mundo», porque si hay algo claro es que «no existe ni un solo país europeo que pueda participar solo en esta liga, sino que tendremos que ir unidos».

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