Marihuana medicinal en Tailandia: entre el rechazo y el exceso de fe
EFE
La marihuana medicinal, que comenzó a recetarse en agosto en Tailandia para paliar síntomas como el dolor y la falta de apetito, provoca un exceso de fe en algunos pacientes que piensan que puede curar el cáncer a pesar de la falta de evidencias científicas.
Las autoridades legalizaron el cannabis terapéutico el pasado diciembre, el primer país en el Sudeste Asiático, pero su suministro legal se demoró varios meses debido a dificultades logísticas y de regulación.
La marihuana medicinal, que se receta de manera experimental a enfermos de cáncer en trece hospitales tailandeses, se suministra para combatir el dolor y los efectos secundarios de tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia.
Ningún estudio científico ha demostrado que la marihuana cure el cáncer.
En el hospital público de Ratchaburi, una capital provincial al suroeste de Bangkok, Sutbantad Dechwises, un paciente de cáncer de 68 años, muestra un gotero de 5 mililitros de aceite de cannabis producido por las autoridades tailandesas, una industria que pronto podría llegar a alcanzar los 200 millones de euros (223 millones de dólares) en el país.
«El aceite de marihuana me ayuda, primero, a paralizar el dolor; segundo, a comer bien; tercero, a dormir más tiempo y, cuarto, a reducir los niveles de cáncer», explica a Efe Sutbantad, aunque reconoce que los médicos le dicen que no está demostrado que cure el cáncer.
A Sutbantad, un profesor del antiguo idioma pali en un templo local, le diagnosticaron un cáncer en los testículos hace nueve años y más tarde le hizo metástasis en la espina dorsal.
El docente, que anda con ayuda de una muleta, comenzó a tomar marihuana medicinal de manera ilegal a principios de este año y, desde hace un mes y medio, de manera regulada en el hospital de Ratchaburi.
Aunque el cannabis le fue recetado para combatir efectos secundarios como el dolor y la falta de apetito y sueño por un tratamiento de hormonas que toma, Sutbantad asegura que se le ha reducido el cáncer y decidió abandonar las sesiones de radioterapia hace meses.
Sin embargo, su doctora, Kireewan Sangarkard, insiste en que actualmente no hay evidencias de que el cannabis sea efectivo contra las células cancerígenas.
«Creo que (Sutbantad) debería recibir radioterapia», dice la doctora en el pequeño despacho donde recibe las llamadas y visitas de pacientes interesados por el tratamiento.
De momento, el hospital suministra tetrahidrocannabinol (el principio psicoactivo de la marihuana también conocido como THC) a cinco personas enfermas de cáncer, mientras que otras tres están en lista espera, al tiempo que hay decenas de solicitudes.
La doctora no se enfrenta solo a la desinformación de algunos de sus pacientes, sino también a colegas que rechazan la marihuana medicinal por razones morales o escepticismo.
De los cuatro doctores formados en Ratchaburi para suministrar marihuana medicinal, tres rechazan ahora este tratamiento y solo ha quedado ella para atender a los pacientes que acuden al hospital en busca de cannabis medicinal.
En cualquier caso, Kireewan se alegra de que el tratamiento sea gratuito y que los pacientes no tengan que pagar hasta 3000 bat (unos 98 dólares o 89 euros) por frasco de cannabis médico no regulado que se vende en clínicas ilegales o por internet.
«En el futuro también se beneficiarán enfermos con eplilepsia, Parkinson, Alzheimer, etc», argumenta con optimismo esta doctora de medicina interna.
La marihuana («ganja» en tailandés) se usaba como un remedio natural para diversos males antiguamente en Tailandia, como en otros países asiáticos, y hasta el conocido templo Pho en Bangkok exhibe en sus paredes placas inscritas con recetas de cannabis.
Influenciadas por los países occidentales, las autoridades tailandesas penalizaron la marihuana en los años 30 y hoy día la posesión o transporte de esta droga se castiga con hasta 15 años de cárcel.
Arriesgándose a estas duras penas de cárcel, grupos clandestinos comenzaron hace más de diez años a distribuir marihuana medicinal entre pacientes de cáncer y otras enfermedades en Bangkok y otras provincias.
Algunas de estas redes aún están activas e incluso venden en internet de forma ilegal, pero la doctora Kireewan alerta de que a veces el exceso de THC en sus productos puede causar arritmias y otros efectos secundarios en los pacientes.
Tailandia sorprendió al mundo al legalizar el año pasado, bajo un Gobierno militar (disuelto este año tras las elecciones de marzo), la marihuana medicinal, el tercer país en hacerlo en Asia después de Israel y Corea del Sur.
Actualmente, hay al menos dos plantaciones de marihuana controladas por las autoridades, que distribuye tres tipos de remedios: con THC, con CBD (cannabidiol, otro componente de la planta del cannabis) y una mezcla de THC y CBD.
El ejemplo de Tailandia ha animado a otros países de la región como Laos y Malasia a abordar la posibilidad de legalizar la marihuana medicinal en el futuro, mientras que Sri Lanka permite el cultivo limitado para la exportación y productos ayurvédicos.
Según la consultora Prohibition Partners, el mercado de la marihuana médica en Tailandia podría ascender en el 2024 a 237,2 millones de dólares (213,86 millones de euros) y hasta 5800 millones de dólares (más de 7600 millones de euros) en Asia, si se legaliza de forma generalizada. EFE