Maracaibo llega a 494 años esperando un mejor futuro
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Llegar a 494 años de su fundación es una fecha demasiado importante para una ciudad que como Maracaibo, sigue llena de anhelos y esperanzas para alcanzar la grandeza de una urbe dónde sus ciudadanos sean los verdaderos protagonistas de su historia de la mano de dirigentes políticos que la quieran, les duela y la saquen de los problemas del día a día, cuando está cercano el 500 aniversario de su nacimiento.
La historia de la capital del estado petrolero del Zulia, el principal del país y tierra bendecida por el Creador y nuestra santa patrona La Virgen de Chiquinquirá, todavía sueña con tener «carreteras a granel con morocotas de canto», cual genuina aspiración de su gente, poetas, escritores, cultores y gaiteros que cada amanecer traducen nuestra manera de ser en una forma de expresión única, muy propia de esta región venezolana, donde la independencia definitiva de esta gran nación quedó sellada en las aguas del majestuoso Lago de Maracaibo el 24 de julio de 1.823.
Es verdad y sería una necedad decir que la tierra del Sol Amada aún no sea el paraíso terrenal donde los problemas diarios de su gente estén ordenados, arreglados y solucionados. A eso los maracaiberos, sus hombres y mujeres, tenemos todo el derecho y la aspiración como pueblo de conseguirlo algún día. Entre quienes han dirigido política y administrativamente su destino desde su nacimiento, encontraremos a lo largo de su historia a buenos, regulares y malos gerentes.
Serían 460 años después de la fundación de Maracaibo que en Venezuela, año 1989, marcaría el inicio de la novedosa elección directa de alcaldes, gobernadores y otras figuras de la descentralización política que fue un avance en el nuevo ritmo y destino de las regiones, ciudades y municipios del país. Nació la figura del alcalde y con ello la posibilidad de cierta autonomía financiera, política y administrativa que le permitiría a los hombres y mujeres favorecidos por la voluntad del sufragio popular, demostrar sus capacidades gerenciales para responder a las aspiraciones de las comunidades, especialmente en materia de servicios públicos, modernización y construcción de obras de interés social.
Los marabinos hemos visto transcurrir 34 años desde la elección directa de alcaldes y gobernadores. También sabemos a quienes les ha correspondido demostrar su capacidad gerencial en la tarea nada fácil de dirigir un estado y una ciudad como el Zulia y Maracaibo, respectivamente. Sabemos, en el caso de Maracaibo, que en algunos momentos hemos avanzado en materia de programas sociales, sanitarios, educativos, viales, transporte, urbanismo, paisajismo, recolección de basura, gasificación, atención de la niñez y adolescencia, tributación fiscal e inclusive donde la competencia nacional de servicios básicos, —agua, electricidad, salud, combustibles—, incumple su deber constitucional. Las diligencias de alcaldes y gobernadores hasta donde lo permite la circunstancia, han arrimado su esfuerzo en atención a algunas de esas demandas de la gente.
En fin, Maracaibo llega a esta efemérides con avances y deudas en materia de servicios públicos que incomodan a la gente. Su actual alcalde esfuerza el músculo para atender las necesidades. Gobierna en una situación heredada nada ventajosa y con una abundancia financiera menos halagadora. Debe hacer de tripas corazones con los recursos propios que pueda contar. Además tiene que deslastrarse, apartarse y dejar de lado a funcionarios aduladores, flojos y chupamedias que abundan en cualquier gestión municipal o de gobernanza pública. Eso es imprescindible en favor de las soluciones a las comunidades. Eso los marabinos lo sabrán agradecer y le permitirá salir por la puerta grande de una gestión que debe cumplir su oferta electoral.
Fuente: José Aranguibel
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