Mahathir Mohamed se convierte con 92 años en el gobernante más viejo del mundo
Agencias
El malasio Mahathir Mohamed se convirtió hoy con 92 años en el primer ministro con más edad del mundo tras regresar a la vida pública y derrotar en las urnas a su antiguo ahijado político y jefe de Gobierno saliente, Najib Razak.
Con su triunfo electoral de ayer el veterano líder ha desalojado del poder en Malasia a la coalición que lo ejercía desde la independencia, Barisan Nasional o Frente Nacional, de la que formó parte y a la que ha vencido desde la oposición de forma contundente.
El antiguo dirigente de Barisan Nasional y actual líder de la plataforma opositora Pakatan Harapan o Pacto por la Esperanza ha vuelto a la jefatura del Gobierno después de haberla ocupado ya de 1981 a 2003 y ser quien más tiempo ha asumido el puesto en el país.
Mahathir se retiró de la política tras dejar el ejecutivo pero regresó en 2015 al desatarse el escándalo de corrupción que acorraló a Najib ese año, cuando se destapó que su antiguo pupilo había desviado cientos de millones de dólares de fondos estatales.
El objetivo confeso de Mahathir fue desde entonces que «el pueblo malasio recuperara la dignidad», un discurso que refrendó la pasada madrugada, al afirmar en su primera declaración tras la victoria que su propósito no es otro que «restablecer el imperio de la ley».
La coalición opositora liderada por Mahatir se adjudicó el miércoles 104 de los 222 escaños en juego frente a los 79 del bloque de Najib, según los resultados divulgados por la Comisión Electoral.
La mayoría parlamentaria se sitúa en los 112 escaños y Mahatir tiene garantizado la formación del nuevo Gobierno con el apoyo de algunos de los partidos que se repartieron los restantes escaños, entre los que destaca el islamista PAS, con 17 asientos.
Tras el anuncio de los resultados finales, Najib admitió hoy su derrota en una comparecencia pública en la que dijo que acepta «el veredicto del pueblo» y se comprometió a «respetar la democracia».
«El pacto social»
El nombramiento de Mahatir como nuevo primer ministro fue avalado por el rey Mohamed V -que ocupa en la actualidad el trono, en el que se turnan de forma rotatoria los titulares de los nueve sultanatos tradicionales de Malasia-, antes jurar el cargo esta misma noche.
Mahatir había pedido esta mañana que, para «evitar un periodo de inestabilidad», el nombramiento se produjera pronto.
Los analistas locales no esperan que, aparte de tratar de limpiar la administración de prácticas corruptas, Mahatir, de acreditado pragmatismo, introduzca grandes cambios en el rumbo de uno de los países con mayor crecimiento económico del sureste asiático.
Su principal reto será preservar lo que localmente se conoce como «el pacto social», en alusión a la convención no escrita que permite la integración de las minorías china e india a cambio de que esas comunidades no amenacen el predominio de la mayoría malaya.
Aparte del apoyo que le han prestado segmentos de la mayoría autóctona, Mahathir ha ganado en las urnas gracias al apoyo de la práctica totalidad de las minorías de origen foráneo, lo que amenaza con dibujar un mapa político dividido por líneas étnicas.
En un país que es un mosaico de credos, razas y culturas, a ese peligro se suma el incremento del radicalismo religioso; pese a que la mayoría práctica un islam moderado entre los malasios ha crecido el extremismo musulmán, como refleja el buen resultado del PAS.
Mahathir había precisado durante la campaña electoral que, debido a su avanzada edad -en julio cumplirá 93 años-, de vencer en las urnas su intención era ocupar el poder por poco tiempo y traspasarlo a continuación a otro dirigente del bloque opositor.
El sucesor elegido es Anuar Ibrahim, que como Najib fue tutelado por Mahathir en los inicios de su trayectoria politica y también un antiguo miembro de Barisan Nasional que se ha pasado a la oposición.
Para ello es necesario que Anuar salga del presidio en el que en la actualidad cumple condena por «sodomía», de acuerdo con una acusación que según observadores de la Unión Europea (UE) promovió «por razones políticas» la hasta hoy omnímoda coalición gobernante. EFE