Maduro intenta reflotar economía con medidas que generan escepticismo
AFP
El presidente Nicolás Maduro trata de resolver la crisis económica venezolana con un plan productivo que sustituya el histórico modelo petrolero, pero cuyo impacto, según analistas, se quedará corto frente a la gravedad del problema y las distorsiones que genera el intervencionismo estatal.
Con el impulso de 14 «motores», en alusión a sectores que contribuirían a reactivar el anémico aparato productivo local, Maduro repite a diario que debe ponerse fin a la dependencia del crudo, acentuada durante los 17 años de gobierno socialista.
El Ejecutivo también devaluó el bolívar y modificó la asignación de divisas dentro del férreo control de cambio, lo que asegura permitirá desarrollar capacidades productivas.
Flotación cambiaria
La debacle se refleja en una contracción de 5,7% en el PIB e inflación de 180,9% en 2015, y escasez de dos tercios de los bienes básicos, incluyendo alimentos y medicinas.
Esta situación obliga a la gente a hacer largas colas para adquirir alimentos subsidiados, en un contexto de sequía de dólares por la caída dramática de los precios del petróleo, generador de 96% de las divisas en este país altamente dependiente de las importaciones.
Maduro decretó en febrero una emergencia económica en el marco de la cual modificó el régimen cambiario, que pasó de tres tasas de referencia a dos, incluyendo un aumento de 58% en la más barata, fijada ahora en 10 bolívares por dólar y válida para importar algunos alimentos y medicinas.
La segunda tasa, que rige desde la semana pasada cotizando 206 bolívares por dólar, ya elevó un 15% su precio y se ubica en 237 bolívares. Mientras, la divisa estadounidense en el mercado negro ronda los 1.200 bolívares.
Para el movimiento chavista gobernante el dólar paralelo -que se ha constituido en valor de referencia para ajustar muchos precios- genera el 75% de la inflación y es parte de una «guerra económica» de la oposición dirigida a derrocar a Maduro.
Una de las metas del nuevo sistema es «lograr una tasa cambiaria de equilibrio que ayudará a mejorar los niveles de abastecimiento, y no para que crezca la inflación», dijo el vicepresidente del área económica, Miguel Pérez Abad, en entrevista con la AFP.
Para el funcionario, ese equilibrio «va a permitir que los precios se ajusten hacia la baja y que el empresario pueda funcionar y tener su rentabilidad», al poder acceder más fácilmente a dólares con los cuales adquirir materias primas.
Pero varios analistas discrepan con ese optimismo. Pedro Palma, director de la consultora Ecoanalítica, estima que el ajuste cambiario, «si bien está en el camino correcto, también va a generar una agravamiento de la presión inflacionaria», pues con un dólar menos subsidiado se elevará el costo de los insumos importados.
La devaluación parcial «es insuficiente para corregir la tremenda sobrevaluación del bolívar», declaró a la AFP.
La directora de la firma Síntesis Financiera, Tamara Herrera, sostiene que al no haber suficientes divisas para alimentar el nuevo sistema, es poco probable que ese mecanismo pueda reducir el precio de la divisa en el mercado negro.
Un mecanismo de libre fluctuación «no puede existir porque el Estado es el que tiene el monopolio de las divisas. Y para que las divisas privadas se dirijan al país tendría que cambiar todo el marco legal que durante años ha estado desincentivando las inversiones y aumentando el riesgo», aseguró Herrera a la AFP.
Motores fríos
Los «motores» del gobierno representan sectores como el del petróleo, las industrias, la agricultura, minería y el turismo, que deberían suplir la añorada riqueza petrolera de la que disfrutó el chavismo.
El Ejecutivo afirma que se están sentando las bases para una nueva economía. Pero los expertos son escépticos, pues consideran que solo hay buenas intenciones.
Palma señala que «el gobierno está ante una situación desesperada de paralización del aparato productivo, tratando de estimularlo. Pero no creo que esos sean los pasos correctos».
Pérez Abad reconoce que las industrias venezolanas funcionan al 25% de su capacidad, mientras que gremios privados apuntan que miles de empresas han desaparecido por un entorno de negocios hostil, en el que el gobierno fija los precios y márgenes de ganancia.
A los empresarios «se les imponen precios, no se les asignan divisas, no se les reconoce la tasa de cambio para importar insumos», anota Palma.
A ello añade que «lo que escuchamos del presidente es que los empresarios son ladrones, que la inflación es inducida. Todos esos mensajes absurdos que estamos oyendo permanentemente en voceros del gobierno van en sentido contrario de estimular la actividad económica».
«Creo que su plan es solamente mediático y, si se quiere, distractivo», asegura por su parte Herrera.