Lula da Silva: El primer expresidente de Brasil condenado por la Justicia
Agencia
Luiz Inácio Lula da Silva, el líder más popular que ha tenido Brasil en las últimas décadas, se convirtió en el primer expresidente condenado penalmente por la Justicia de un país que desde hace más de tres años lidia con escándalos de corrupción en las altas esferas del poder.
El exmandatario, de 71 años, fue condenado en primera instancia a nueve años y medio de prisión por los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero, aunque no se decretó su prisión preventiva pues la pena aún deberá ser confirmada por un tribunal superior.
La sentencia fue proferida por el juez federal Sergio Moro, encargado de las investigaciones del caso Petrobras, quien halló culpable a Lula de beneficiarse de la gigantesca trama corrupta que desvió millones en la estatal petrolera.
El magistrado da por comprobado que el expresidente recibió 2,25 millones de reales (unos 700.000 dólares) en concepto de sobornos, los cuales se habrían materializado en la reserva y reforma de un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá, en el litoral del estado de Sao Paulo.
Moro añadió en el auto que Lula «faltó a la verdad de los hechos en sus declaraciones», en las cuales negó ser el verdadero dueño del inmueble y que lo recibió a cambio de favorecer a la constructora OAS, implicada en la trama.
Lula gobernó Brasil entre 2003 y 2010 y responderá en libertad a la espera de que una instancia superior se pronuncie sobre el proceso, uno de los cinco que tiene abiertos con la Justicia, la mayoría relacionados con el caso Petrobras, que ha enviado a prisión a decenas de políticos de todo el arco ideológico y empresarios.
Al ser una condena en primera instancia, Lula mantiene intacta, hasta tanto se ratifique la sentencia, la posibilidad de concurrir a las próximas elecciones generales previstas para 2018, a las que ha manifestado en repetidas ocasiones su deseo de presentarse.
La defensa de Lula dijo este miércoles que la condena es «especulativa» y afirmó que las pruebas que demostraban su inocencia fueron «ignoradas» y tratadas «superficialmente».