“Lugar”, el misterioso laboratorio señalado por Rusia como el origen del coronavirus
Agencias
Mucho antes de la aparición de la Covid-19, en Rusia había un lugar al que decían tener más miedo que hoy a la ciudad china de Wuhan. Moscú lleva haciendo preguntas prácticamente desde que comenzó a funcionar cerca de Tiflis, capital de Georgia, un laboratorio biomédico financiado por Estados Unidos.
Altos funcionarios del Gobierno de Rusia, así como medios afines, han sembrado la duda de que allí se podrían estar realizando experimentos peligrosos, y han pedido una visita de sus científicos para asegurarse de que no hay nada que tenga que ver con guerra bacteriológica alguna.
Georgia, que desde la revolución de las rosas del 2003 se ha ido alejando a distintas velocidades de la influencia de Rusia, con quien además mantuvo una corta guerra en agosto del 2008 en Osetia del Sur, ha negado las acusaciones, que califica de “desinformación”. De hecho, sostiene que en la actual epidemia sus instalaciones están siendo fundamentales. Con 888 casos y sólo 14 muertos hasta ayer, Georgia es el país menos afectado de la región.
Durante un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en Georgia, el primer ministro Gueorgui Gajaria agradeció el pasado fin de semana a EE.UU. su contribución a la fundación del laboratorio Lugar, que lleva el nombre del senador estadounidense que lo impulsó, Richard Lugar.
“Tenemos el incremento de casos más bajo y ahora estamos preparados. Al comienzo de la pandemia el laboratorio Lugar del Centro Nacional de Control de Enfermedades hacía entre 100 y 150 tests PCR al día, pero hoy puede alcanzar los 4.500 diarios”, explicó. Para final de año se quiere llegar a los 100.000 por día. “Es necesario para abrir la economía de forma más decidida”, aseguró.
La construcción de este centro se lanzó en el 2004 y empezó a estar operativo en el 2013, bajo el control del Gobierno georgiano. El pasado enero el laboratorio empezó a centrar sus recursos en las pruebas de Covid-19. Cuando China y EE.UU. comenzaron a acusarse mutuamente de haber creado el virus, los medios rusos se unieron a las críticas contra Washington y alguno fue un poco más allá, sugiriendo que el origen de todos los males que hoy nos aquejan, del coronavirus, se encuentra en el laboratorio Lugar. El director del centro, Paata Imnadze, ha dicho que es “simple propaganda”.
Algunas de las alegaciones se basan en las acusaciones lanzadas por Ígor Giorgadze, ministro de Seguridad de Georgia a comienzos de los años 90 y hoy residente en Rusia, quien en el 2018 dijo que el laboratorio había matado a 30 personas en pruebas secretas sobre hepatitis C y pidió al presidente de EE.UU., Donald Trump, que lo investigase. Georgia lo negó.
El embajador de Rusia ante la OSCE, Alexánder Lukashévich, aseguró la pasada semana que el laboratorio se usa para experimentos médicos “con mutaciones virales y armas biológicas”. Le respondió el embajador de Estados Unidos, James Gilmore, quien calificó de “lamentable que Rusia venga con este tipo de desinformación”. Además, dijo que el laboratorio está inmerso, en un esfuerzo común de Georgia y Ucrania, en la “investigación pacífica y desarrollo de vacunas” contra nuevas enfermedades.
El Gobierno ruso ha expresado varias veces sus dudas y ha pedido acceso a las instalaciones. La última vez, a finales de mayo. “El motivo de nuestra preocupación es que Washington no explica qué está haciendo en las cercanías de las fronteras rusas. Por supuesto, no podemos dejar de tenerlo en cuenta en el contexto de la seguridad nacional, especialmente cuando afecta a aspectos tan sensibles”, dijo el Ministerio de Exteriores. Con anterioridad había acusado a EE.UU. de querer realizar investigaciones con fines militares en el laboratorio.
El Gobierno georgiano ha dicho que, a pesar de no estar obligado, está dispuesto a recibir una delegación en el marco de la Convención sobre Armas Biológicas, que incluya también expertos rusos, similar a una visita internacional organizada en noviembre del 2018 y en la que tomaron parte 22 expertos y observadores de 17 países.
Pero Moscú, que la calificó de “ejercicio de propaganda” y no participó, quiere acceso a instalaciones y a documentación, y únicamente con la participación de rusos y georgianos.
Seguro que el virus de la discordia no nace en un laboratorio, pero parece que nunca muere.
Gonzalo Aragonés, corresponsal de Moscú de La Vanguardia