Los tres secretos de las apariciones de Fátima
800 Noticias | Foto: Referencial
Lo que vieron o escucharon tres pastorcillos analfabetos a principios de siglo XX, mientras cuidaban de su rebaño junto a una encina en Fátima (Portugal), impactó en las decisiones de los pontífices del siglo XX y XXI, incluido el Papa Francisco. Un milagro del sol, que según la prensa anticlerical de la época «bailó» el 13 de octubre de 1917 en el lugar de las apariciones, de alguna forma avaló ese mensaje, que incluía «tres secretos».
Los videntes se llamaban Lucia, de 10 años, Francisco, de 8, y Jacinta, de 7. Los «secretos de Fátima» les fueron mostrados por la Virgen el 13 de julio de 1917. Los pastores más pequeños fallecieron tres años más tarde sin revelarlos. Pasaron otros 21 antes de que Lucia empezara a hablar de esas visiones al entonces obispo de Leiría- Fátima.
Lo hizo a través de un «memorial» redactado en 1941. Ahí detalló que el primer «secreto» era una visión del infierno, «un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra». «Hundidos en este fuego vimos demonios y almas, (…) entre gritos y gemidos de dolor y desesperación. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros», escribió.
Una extraña aurora boreal
También ahí explicó que el segundo «secreto» era un intento de tranquilizarlos ante el pavor que les había creado la primera visión. En su relato, Lucia explica que «Nuestra Señora nos dijo con bondad y tristeza: ‘Visteis el infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz’».
Luego les aseguró que «la guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor’». Se refería a la futura II Guerra Mundial, y les dio una señal para prevenirles de cuándo estallaría. «Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que da Dios de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre». Años más tarde, cuando en enero de 1938, el cielo de Europa occidental se tiñó de rojo por una extraña aurora boreal, algunos lo interpretaron como un aviso sobre la cercanía del conflicto mundial.
Según el relato de la visión, la Virgen María añadió que «para impedir (la guerra), vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si hacen caso a lo que pido, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas».
Con información de ABC
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