Los terremotos devuelven a Siria al foco internacional - 800Noticias
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EFE

A punto de cumplirse doce años de una guerra que llevaba tiempo en el olvido, los terremotos han vuelto a poner a Siria en el foco de la comunidad internacional y han hecho que varios países mantengan sus primeros contactos con el repudiado Gobierno de Bachar al Asad en más de una década.

Esta misma madrugada, aterrizó en Alepo (noroeste) un primer avión con 35 toneladas de ayuda humanitaria enviadas por Arabia Saudí, probablemente el más crítico con Al Asad de entre los países árabes que poco después del estallido de las revueltas populares de 2011 cortaron relaciones con Damasco.

La reciente tragedia ha hecho de catalizador para una serie de telegramas de condolencias, promesas de asistencia y llamadas telefónicas tan inverosímiles como la que el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, hizo hace una semana a Al Asad, la primera de sus nueve años en el poder.

Aunque Egipto no está entre los acérrimos enemigos que Damasco se creó en el mundo árabe con su represión de las revueltas y posterior manejo del conflicto armado, sí supone un importante paso la solidaridad «con el pueblo sirio» trasladada de máximo mandatario a máximo mandatario, tal y como informó la Presidencia siria.

Entre gestos de normalización

Cuanto menos, los seísmos han hecho que varios países árabes volviesen a adherirse a los protocolos diplomáticos que habían negado a Siria en los últimos años, una decisión para la que podría haber sentado las bases Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Desde que Al Asad saliera reelegido en las urnas en 2021, EAU ha protagonizado un claro acercamiento que el pasado año culminó en una visita del presidente sirio a territorio emiratí, la primera a un país árabe desde 2011.

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Algunos gestos menores de «normalización» han sido de parte de países como Jordania, mientras que el movimiento islamista palestino Hamás anunció el pasado octubre una reconciliación con Damasco y en el último año han ganado peso los debates sobre si Siria debería ser readmitida ya en la Liga Árabe.

Está por ver ahora si la catástrofe sufrida por el país la semana pasada podría precipitar más avances hacia una normalización de relaciones con el mundo árabe.

Por otro lado, los terremotos se produjeron apenas mes y medio después de que los ministros de Defensa de Turquía, Hulusi Akar, y de Siria, Ali Mahmoud Abas, se reuniesen en Moscú, en la primera reunión gubernamental celebrada desde 2011 entre Damasco y Ankara, valedora de la oposición siria.

Estaban previstas más reuniones tripartitas con la participación de Rusia, aliada de Al Asad, un diálogo que podría propiciar destacados desarrollos en la guerra de Siria, donde los frentes permanecen prácticamente congelados desde hace tres años, al igual que las iniciativas para buscarle una solución política.

¿Y occidente?

Los seísmos también han reabierto el debate sobre las sanciones internacionales impuestas contra Damasco por Estados Unidos, la Unión Europea o Canadá, entre otros, y que el Gobierno sirio denuncia que están afectando a la llegada de ayuda humanitaria para los afectados por la tragedia.

La semana pasada, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos acabó anunciando que permitirá durante 180 días todas las transacciones a Siria relacionadas con la respuesta a los terremotos, de forma que las sanciones no entorpezcan el envío de asistencia.

En medio de la actual atención internacional y mientras algunos comienzan a cuestionar los efectos secundarios de las sanciones sobre la población siria, el Ejecutivo de Al Asad accedió ayer a autorizar el uso de dos pasos fronterizos con Turquía para hacer llegar ayuda a las regiones opositoras a Damasco.

Su luz verde ha permitido hoy a la ONU ingresar su primer convoy a las zonas rebeldes golpeadas por los terremotos a través del cruce de Bab al Salam, fuera de alcance desde 2020, y ha aumentado a tres las vías directas por las que podrá suministrarlas desde el otro lado de la divisoria turca.

Gracias a su decisión, se ha evitado una votación en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el órgano que desde 2014 venía decidiendo por dónde podía entrar ayuda a los bastiones opositores sin pasar por las manos de Al Asad y donde Rusia, aliada de Damasco, había estado entorpeciendo dicha opción.

Algunos consideran que el Gobierno estaría aprovechando la disyuntiva para propiciar un lavado de cara o incluso un quid pro quo.

Al Asad no pasó por alto la oportunidad de recordar al jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, la «importancia de los esfuerzos internacionales» para reconstruir Siria, devastada por los terremotos y por el largo conflicto, y un proceso muy impactado por algunas sanciones.

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