Los sueños de futuros toreros en una España con cada vez más antitaurinos - 800Noticias
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AFP |Deseoso de convertirse en torero, el joven Ángel Téllez recorre casi diariamente 70 km para ir a la escuela de tauromaquia de Madrid, donde empieza su sueño de ser figura de una Fiesta, cuyo fin piden los defensores de los animales.

«Mi figura es José Tomás», dice Téllez, de 17 años, a la AFP, antes de coger su muleta roja para dar unos pases en la escuela taurina más antigua de las 52 que existen en España y a la que acude desde Toledo.

Téllez forma parte de la cuarentena de alumnos, entre ellos dos chicas, que acuden a esta escuela Marcial Lalanda, enclavada en el bosque de la Casa de Campo, el pulmón verde de la capital española, abierta en 1976.

En la Venta del Batán, donde se exhibían las reses destinadas a ser lidiadas en la Feria madrileña de San Isidro, estos jóvenes pasan más de 20 horas semanales aprendiendo a manejar el capote y la muleta, además de recibir clases de historia del toreo, sobre el toro y su morfología, o de educación física, entre otras.

Algunos vienen de países como México o Colombia «en busca de esa formación como toreros», explica uno de los profesores, el exmatador Rafael de Julia, mientras observa a sus pupilos cogiendo unas astas para embestir a otros compañeros que manejan el capote.

– Figuras del toreo –

Los aspirantes practican con reses reales en «los tentaderos que es la prueba que hacen los ganaderos de la bravura de las becerras», cuenta de Julia.

Todos esperan toparse con un ojeador que se fije en sus cualidades y les ayude a construir su carrera vestidos de luces en los ruedos.

«Quieren ser figuras del toreo», pero «de cien te sale uno y, a lo mejor, no es el mejor de la historia», dice José Luis Bote, exmatador y uno de los tres directores de la escuela, la cual tuvo su momento de esplendor a mediados de los años 1990 con dos centenares de alumnos.

Muy pocos logran ser matadores (en 2014 había 801 diestros inscritos de un total de 10.194 profesionales taurinos, según datos oficiales) y menos aún llegan a ser auténticas figuras en una Fiesta, que cada vez tiene mayor oposición, especialmente por parte de grupos de defensa de los animales.

Mientras los antitaurinos aseguran que el toreo es pura tortura animal, para sus defensores se trata de arte y defienden que el toro de lidia existe precisamente por la Fiesta.

«La extinción de la lidia supondría la extinción de una raza animal que ha creado el hombre por y para el toreo», a través de una selección de años, afirmaba el exitoso matador Julián López «El Juli», exalumno de la escuela madrileña.

– Toros y política –

La Fiesta se ha politizado, lamenta el Juli, y ciudades y regiones lideradas por coaliciones de izquierda han comenzado a oponerse abiertamente a la misma.

El propio ayuntamiento de Madrid, gobernado desde mayo por una plataforma formada por miembros del partido de izquierda radical Podemos, ecologistas y ecolo-comunistas, ha decidido retirar la subvención municipal de 60.000 euros anuales de la escuela, dependiente de una empresa pública municipal, generando incertidumbre sobre el futuro de la escuela, defendida por el mundo del toro.

«Los presupuestos municipales no deben ir a fomentar este tipo de prácticas (porque) se produce maltrato animal», dice a la AFP Celia Maier, delegada de Cultura del ayuntamiento madrileño.

Cataluña prohibió en 2012 las corridas de toros y recientemente, el ayuntamiento de La Coruña (Galicia), gobernado por una plataforma ciudadana que incluye a Podemos, suspendió la feria taurina de la ciudad, mientras Mallorca se declaró isla antitaurina.

«Tan sólo el 8% de los españoles reconoce acudir a las plazas» en un país de 47 millones de habitantes, dice Silvia Barquero, presidenta del partido animalista Pacma, que aboga por prohibir los espectáculos taurinos.

Según las últimas cifras oficiales disponibles, en 2014 se celebraron 1.868 festejos taurinos, lo que supuso un incremento interanual del 0,5%.

Ese año, atrajeron a seis millones de espectadores, según la Asociación Nacional de Organizadores de Espetáculos Taurinos (ANOET), que también afirma que la Fiesta tuvo un impacto económico al alza de 3.559 millones de euros, contando tanto corridas como encierros.

Para los taurinos, las cifras demuestran sobre todo que el desinterés del público en los últimos años se debió más a la crisis económica que a las campañas contra la Fiesta.

«Hay plazas donde acude más público, otras donde menos», pero «el futuro está garantizado», dice de Julia, mirando a sus pupilos.

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