Los pros y contras del uso de bótox en arrugas
800 Noticias | Marco Arriaga
Bótox es la marca registrada que comercializa la toxina botulínica tipo A, capaz de relajar o paralizar el músculo objetivo y, como consecuencia, suavizar las arrugas.
Este tratamiento estético ha ganado popularidad en los últimos años y se utiliza no solo en el ámbito estético, sino también para abordar problemas como el acné, cicatrices, exceso de sudor y migrañas. Sin embargo, su aplicación principal se centra en el tratamiento de arrugas faciales.
Las arrugas son pliegues o líneas en la piel causadas por factores como el envejecimiento natural, la exposición solar, la genética y movimientos repetitivos. Existen dos tipos principales: las de expresión, relacionadas con los movimientos faciales, y las estáticas, visibles en reposo.
La toxina botulínica tipo A, obtenida de la bacteria Clostridium botulinum, es la sustancia clave en el Bótox. Bloquea temporalmente la liberación de acetilcolina, una sustancia química que permite la contracción muscular. Dependiendo de la dosis, puede relajar o paralizar el músculo, disminuyendo así la apariencia de las arrugas.
Las áreas comunes de tratamiento incluyen la frente, entrecejo, alrededor de los ojos («patas de gallo») y encima del labio («código de barras»). La aplicación implica dibujar puntos en la piel, limpiar la zona, aplicar anestesia si es necesario, desinfectar y realizar las inyecciones.
El procedimiento puede tener efectos secundarios temporales como hinchazón, enrojecimiento, hematomas o exceso de relajación muscular. Después de la infiltración, se deben evitar ciertas actividades durante las primeras 4 horas.
El Bótox tiene un inicio de acción entre 24 y 48 horas después de la aplicación, con un efecto máximo a los 5-7 días. Su duración varía de 3 a 6 meses, y se recomiendan varias inyecciones para mantener los resultados.
El precio suele oscilar entre 300 y 500 euros por vial, dependiendo de diversos factores. Es crucial que este procedimiento estético sea realizado por un médico con la formación adecuada en una clínica que cumpla con los requisitos legales.
Con información de Blog Salud Mapfre
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