La «pesadilla» de los vecinos del final de Camino de Santiago - 800Noticias
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La temporada estival en España multiplica el flujo de peregrinos del Camino de Santiago, una pesadilla para los vecinos del casco viejo de la ciudad, cansados de los gritos y la suciedad que dejan los romeros en la capital gallega.

Cientos de miles de peregrinos de todo el mundo recorren cada año los «caminos» que confluyen en la popular Plaza del Obradoiro, frente a la catedral de Santiago.

La cuenta de Instagram llamada Compostela Resiste, impulsada por dos hermanos asentados en el casco viejo de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, colgó esta semana un vídeo en el que se observa a un grupo multitudinario de peregrinos que, al ver cerca el punto y final de su caminata, corren sin control dando voces.

 

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En esa red social ya han sido denunciadas pintadas con tiza en edificios y calles de la zona monumental, una escalada por la puerta santa de la catedral, plácidas siestas ante su fachada, restos de bebidas y comida, acampadas en alamedas y plazas, quema de papeles a modo de ritual, o chalecos reflectantes colgados en verjas.

 Las responsabilidades de todo buen peregrino

El gobierno municipal sacó hace un año un código de buenas prácticas para concienciar a los que llegan de la necesidad de conciliar su derecho al disfrute con el respeto al patrimonio artístico y a los vecinos, pero hasta ahora no ha tenido el impacto esperado.

Vive el Camino, una red social que permite planificar el viaje, contiene un texto de «responsabilidades» dirigido a quienes quieran gozar de una «tradición milenaria» que pide «a gritos» un pequeño compromiso.

En ese documento se especifica que la figura histórica del peregrino siempre ha gozado de un halo de protección por parte de las autoridades y localidades atravesadas por el Camino de Santiago, dando cobijo, guiando y entendiendo su aventura como una hazaña.

Pero «actualmente, con el Camino abarrotado de peregrinos cada temporada, el rol del caminante ha cambiado drásticamente y más que derechos, el peregrino debe pensar en sus obligaciones» para que esto sea «sostenible».

«Para ser peregrino, no solo hay que parecerlo», también actuar como tal, es el aviso. ¿Cómo? Con «buena educación, desinterés, mucho civismo, respeto por tus compañeros caminantes, empatía por los que trabajan para que todo esté perfecto en los albergues y paciencia, mucha paciencia». EFE

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