Los Olímpicos que evitaron la decadencia social de Río de Janeiro - 800Noticias
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EFE

Organizar los Juegos Olímpicos de 2016 permitió a Río de Janeiro invertir la tendencia de decadencia de sus indicadores sociales y mejorar la renta de su población, según un libro recién lanzado, cuyos autores creen arriesgado que otra ciudad latinoamericana intente emular ahora a la brasileña.

«La investigación que hicimos estableció que en el período de preparación de los Juegos Olímpicos hubo una reversión favorable en la mayoría de los indicadores sociales y económicos en comparación con el período anterior, cuando Río de Janeiro sufrió una marcada decadencia», dijo en entrevista con Efe Marcelo Neri, economista de la Fundación Getulio Vargas (FGV) y organizador de la publicación.

Pese a que cinco años después, la cita olímpica de Río, que tuvo un costo de 40.000 millones de reales (8.000 millones de dólares al cambio actual), sigue siendo criticada por los desvíos de recursos, el abandono de las instalaciones y los elefantes blancos que dejó, el legado no fue del todo negativo, concluye la publicación.

«Los impactos locales de la experiencia tienen que ser mejor comprendidos», aseguró Neri, uno de los 13 autores del libro «Evaluating the Local Impacts of the Rio Olympics», lanzado este mes por la FGV en coincidencia con el inicio de los Olímpicos de Tokio.

Pese a aspectos negativos como la movilidad y el saneamiento, aún deficitarios pese a las inversiones en el metro, en los autobuses en carril exclusivo y en la descontaminación de la bahía de Guanabara, el evento generó mejorías en áreas como empleo, renta y combate a la pobreza, dijo el director del Centro de Estudios Sociales de la FGV.

Recesión, crisis petrolera y corrupción precedieron Río 2016

El economista recordó que Río tuvo que organizar el evento en medio de enormes desafíos económicos y persistentes desigualdades, ya que Brasil vivió en 2015 y 2016 la mayor recesión de su historia, lo que disparó el desempleo y hundió la renta de la población.

Además, la caída de los precios del petróleo, uno de los sectores más importantes para la economía de Río, agravó aún más las condiciones y obligó a la gobernación a declararse en quiebra y a suspender sus pagos pocas semanas antes de los Juegos Olímpicos.

Río también fue golpeado antes del evento por diversos escándalos de corrupción, incluyendo las denuncias de desvíos de recursos para las obras del Mundial de fútbol de 2014 y los Olímpicos de 2016, que aún tienen en prisión a los dos gobernadores de la época.

«A diferencia de todas las citas olímpicas anteriores, Brasil enfrentó la mayor recesión económica de su historia durante la preparación. Si para Seúl (1988) y Pekín (2008) la experiencia les permitió presentar sus economías al mundo, y para Londres (2012) y Sydney (2000) para confirmarse como potencias, para Río sirvió como política anticíclica», aseguró el economista.

18 de 24 indicadores analizados mejoraron con los juegos

Entre 1992 y 2008, casi todos los 24 indicadores sociales y económicos analizados sufrieron un deterioro, que fue revertido entre 2009 y 2016. Tras el anuncio de Río como sede olímpica, 18 indicadores, como acceso a vivienda, educación, uso de tecnología, renta y recolección de basuras, mejoraron significativamente.

Entre 2008 y 2016, la renta del 5 % de la población más pobre de Río saltó un 29,3 % y la del 5 % más rico un 19,96 %, lo que permitió que el índice de miseria cayera desde 5,71 % hasta el 2,09 % de la población.

Mientras que la renta per cápita de las familias de Río saltó un 30,3 % entre 2008 y 2016, la de Brasil en general solo subió un 19,6 %, lo que hizo que la ciudad olímpica registrara un crecimiento incluyente en el período y el resto del país un deterioro social.

Según Neri, las mejorías justificaron la decisión del Comité Olímpico Internacional de otorgarle los Juegos a Río, frente a las candidaturas de Chicago, Madrid y Tokio, con el argumento de que no importaba tanto la infraestructura existente sino el potencial que significaría el evento para una ciudad de un país en desarrollo.

Eso no quiere decir que la experiencia puede repetirse en otras ciudades latinoamericanas con iguales resultados, asegura Neri.

El economista explicó que el período de preparación coincidió con la difusión del uso de las redes sociales y de grandes protestas en Brasil, con la población en la calle exigiendo respuesta inmediata a sus reivindicaciones y sin tener en cuenta el legado a largo plazo.

«Las protestas que se registraron en 2013 en Brasil ocurrieron después en otros países, como Chile, Colombia y Perú. Cualquier iniciativa para realizar megaeventos hoy en la región es mucho más arriesgada», afirmó Neri al referirse a los riesgos de que el rechazo al uso de recursos públicos en el evento genere protestas y al riesgo de que no se alcance el legado deseado.

«Los dos riesgos importan porque interactúan entre sí. Hay un legado físico, el de las realizaciones objetivas, que no son solo infraestructuras deportivas sino también educación, empleo turismo… En el caso de Río las realizaciones objetivas no caminaron de manos dadas con las subjetivas», dijo.

Y actualmente, agregó, «países bastante exitosos en el continente en términos económicos, como Chile y Colombia, viven una crisis similar a la ocurrida en Brasil en 2013. EFE

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