Los epiteliomas calcificantes de Malherbe
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Los epiteliomas calcificantes de Malherbe, conocidos también como epiteliomas benignos de Malherbe o pilomatrixomas, son tumores benignos que suelen desarrollarse en niños y jóvenes, con una mayor incidencia en mujeres.
Aunque se han documentado referencias de lesiones calcificantes desde los tiempos de Galeno, fue en 1880 cuando Malherbe y Chenantains describieron específicamente los epiteliomas calcificantes de Malherbe, inicialmente denominándolos epiteliomas calcificantes de células sebáceas.
Estudios posteriores, como los de Lever y Griesemer en 1949, identificaron que estos tumores se originaban en las células de la matriz del pelo. Más adelante, en 1965, Cantwell y Reed señalaron su asociación con la distrofia miotónica.
Estos tumores, que se desarrollan principalmente en los folículos pilosos del rostro y sus alrededores, son de origen ectodérmico y suelen ser bien delimitados, variando en tamaño y coloración. Aunque generalmente son benignos, pueden convertirse en malignos en casos excepcionales.
La mayoría de los epiteliomas calcificantes de Malherbe se localizan en la cara, el cuello y las extremidades superiores, con una distribución específica en diferentes áreas del cuerpo. Suelen presentarse asintomáticamente, aunque pueden provocar algo de dolor en ciertos casos.
El diagnóstico de estos tumores suele realizarse clínicamente, aunque se requiere un estudio histopatológico para confirmarlo. La biopsia de piel es el método más utilizado para obtener un diagnóstico definitivo.
Debido a su diversidad clínica, es importante realizar un diagnóstico diferencial con otras patologías cutáneas, como quistes y enfermedades malignas. La biopsia por aspiración con aguja fina suele utilizarse para confirmar el diagnóstico inicial.
En términos de apariencia, los epiteliomas calcificantes de Malherbe suelen presentarse como nódulos solitarios, con una consistencia firme y una superficie lobulada. Un signo característico es el «signo de tienda de campaña», que se refiere a la firmeza y lobulación del tumor cuando se estira la piel alrededor de él.
Además de las formas clínicas propuestas por Carbajal y colaboradores, existen otras variantes de estos tumores, como el pilomatrixoma gigante, que puede desarrollarse en personas con el síndrome de Gardner.
Con información de Mejor con Salud
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