Lo que hemos aprendido con la pandemia
EFE Salud
Estamos en diciembre y el año 2020 llega a su fin. Pero este año cuando el reloj de la puerta del sol de las doce campanadas no va a ser como los demás. Ha sido un año diferente, intenso, cargado de incertidumbre y de una dureza poco habitual.
2020 nos ha servido para muchas cosas. A principio de este siglo hablábamos del horizonte 2020 como el año que cambiarían los paradigmas de la educación, de las empresas, de la digitalización… teníamos grandes expectativas puestas en él.
Es cierto que hemos conseguido grandes cambios, pero con un coste demasiado alto tanto a nivel de vidas humanas como de la sobrecarga emocional añadida.
El objetivo prioritario del año ha cambiado radicalmente: seguir vivos y ganar la batalla al virus.
La famosa pirámide de las necesidades de Maslow vuelve a estar de actualidad, más que nunca, mostrándonos de nuevo, que cuando las necesidades básicas no están cubiertas el resto pierde sentido.
Y dentro de estas necesidades están las emocionales, que tantas veces hemos descuidado por no saber interpretar nuestros sentimientos.
Hemos aprendido que tenemos un personal sanitario que no siempre nos merecemos. Que están dándolo todo pese a la falta de recursos y de medios. Que con tesón, persistencia y buena disponibilidad no es suficiente. Que hacen falta recursos, medios, planificación y una mejor gestión del sistema de salud, porque no puede recaer todo el peso sobre las personas.
- Que la figura de los docentes es imprescindible para la educación. Que las nuevas tecnologías son un gran aliado, pero que hace falta un buen maestro o maestra que sepa adaptar y trasferir el conocimiento y despertar la curiosidad en los alumnos y la pasión por aprender.
- Que en esta sociedad todos somos necesarios y que nadie es más que nadie. El personal de las cadenas de distribución, de la limpieza… es igual de importante que los directivos de las empresas.
- Que la salud es lo primero, y la salud entendida no como la ausencia de enfermedad, sino como el estado perfecto de bienestar físico, mental y social.
Hemos sido conscientes de la importancia de la salud emocional. El confinamiento y las restricciones de la pandemia nos están pasado factura a nivel emocional a todos. El aislamiento impuesto nos ha obligado a convivir con una persona fundamental en nuestra vida, a la que no siempre tratamos como se merece, nosotros mismos.
- Que cada día cuenta, que no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy, porque nadie nos garantiza que mañana sea igual que hoy.
- Que somos más fuertes de lo que pensamos. Si nos llegan a decir en enero de 2020 que íbamos a tener un año así, pensaríamos que no seríamos capaces de aguantarlo y aquí estamos.
- Que la ciencia es la que nos va a salvar y gracias a la investigación conoceremos cómo vencer al coronavirus. ¿Para cuándo los científicos serán los nuevos futbolistas?
- Que podemos aprender formas nuevas de trabajar, de seguir estudiando, de relacionarnos… necesitamos tiempo, medios y actitud, pero podemos conseguirlo.
- Que no somos súper héroes ni súper heroínas, hacemos las cosas lo mejor que podemos y con nuestra mejor voluntad, pero todos tenemos días malos y momentos de bajón, y que no debemos de culpabilizarnos por ello.
- Que no podemos vivir de espaldas a nuestros mayores, que han sido los grandes olvidados durante la pandemia y que no se puede volver a repetir.
Llegamos muy cansados y agotados emocionalmente al 2021, pero también con esperanza de que la pandemia remita, de que la situación mejore a todos los niveles económicos, de salud… es el momento de aprovechar todo lo que hemos aprendido este año para que el año próximo no cometamos los mismos errores.
Podemos vivir con poco dinero, con poca salud, pero cuando nos falta la ilusión pasamos de vivir a sobrevivir, por eso mantengamos viva la esperanza de que la pandemia terminará y cuando la situación vuelva a la normalidad no dejemos de agradecer cada pequeña cosa y cada pequeño gesto que hemos echado de menos a lo largo de este 2020. Yo lo primero que haré cuando se pueda… es abrazar a los míos ¿y tú?