Lituania ante la guerra en Ucrania: «Podemos ser los siguientes» - 800Noticias
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«¡Fuego!”. Así comienza la práctica de tiro. Desde hace tres años, Paulius Liškauskas entrena para estar preparado en caso de emergencia, un escenario que nunca había estado tan al alcance de la mano como ahora. «Ya en 2014 quise ingresar a la Unión de Fusileros de Lituania, cuando Rusia se anexó Crimea y lanzó la guerra contra Ucrania. La propaganda estatal rusa ya entonces se concentró en Lituania. Eso para nosotros significa que podemos ser los próximos», dice este hombre de 39 años a DW.

A su lado, una docena de hombres y una mujer cargan un arma y apuntan. En una habitación a oscuras en el primer piso de una pequeña casa en medio de una peatonal de Marijampolė cuelga una pantalla. Allí se proyectan animaciones donde supuestos terroristas se esconden en un edificio. Ellos son el objetivo. No pasaría de ser un juego de computador si no fuera porque tras cada disparo una voz aterradoramente real grita en los altoparlantes, como un recuerdo de la guerra que se libra en territorio europeo.

La única mujer en la sala es, por cierto, la esposa de Liškauskas. Ambos visten el uniforme verde oliva de la Unión de Fusileros de Lituania, una organización paramilitar patrocinada por el Estado. La unidad es una especie de Ejército complementario, formado por lituanos que entrenan regularmente con armas y están listos para combatir si es necesario.

Asociación paramilitar de dudosa reputación

El club tiene una larga tradición y una reputación controvertida. Fundado a comienzos del siglo XX en medio de la lucha por la independencia lituana, colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Tras la anexión de Lituania a la Unión Soviética, los fusileros lucharon como partisanos contra los soviéticos, y algunos fueron víctimas del régimen de Stalin. Tras la declaración de la independencia en 1990, el club experimentó un renacimiento. Y después del inicio de las hostilidades en Ucrania, vive una incesante afluencia de voluntarios.

Paulius Liškauskas está feliz de ser uno de los 14.000 miembros del grupo, porque su familia vive en una región que sería especialmente vulnerable en caso de guerra contra Rusia: la llamada brecha de Suwalki. Se trata de una estrecha franja de tierra que conecta Lituania con Polonia, franjeada por el exclave ruso de Kaliningrado, en el noroeste, y el aliado de Rusia, Bielorrusia, en el sureste. Con solo 65 kilómetros de ancho, es la única conexión terrestre de los países bálticos con los otros aliados de la OTAN. Moscú podría bloquear ese acceso, temen muchos en la región, donde se siente una profunda aversión hacia Rusia.

El mismo sentimiento invade a Liškauskas, que trabaja como abogado, cuando ya deja de lado su uniforme como paramilitar. Sin embargo, este lituano hace una clara distinción entre el liderazgo político de Rusia y sus habitantes. «Tengo clientes rusos con los que sigo en contacto, y no tengo el más mínimo rastro de odio personal hacia ellos, sino más bien hacia el estado y la propaganda rusa», aclara.

Ese rechazo lo sienten también los rusos que viajan en tren entre Moscú y Kaliningrado. A su paso por la capital lituana, Vilnius, en la que tienen prohibido descender, ven desde las ventanas fotos sangrientas de la invasión rusa. Se deben enfrentar a eso y a la pregunta de si realmente quieren apoyar al presidente ruso, Vladimir Putin.

Guerra en Ucrania: temor y oportunidad

Durante casi 45 años, Lituania y Rusia pertenecieron al mismo estado: la Unión Soviética. Tras la declaración de independencia, Lituania ingresó en 2004 a la OTAN. En los últimos años, las tensiones con Rusia han aumentado, y la guerra en Ucrania es un llamado de atención, dice la diputada lituana Laurynas Kasčiūnas, quien pide a su país prepararse mejor para un posible ataque. «Tenemos solo un par de años para prepararnos. Es por eso que necesitamos más presencia de la OTAN, como elemento disuasivo».

Fueron justamente los ucranianos quienes dieron ventaja a los lituanos, dice el politólogo Tomas Janeliūnas, de la Universidad de Vilnius. Cuando empezó la guerra, hubo gente en Lituania que quería abandonar el país por miedo, dice el experto a DW. Hoy muchos ven que el ejército ruso en realidad es más débil de lo que muchos pensaban y, en cambio, la voluntad de lucha de los ucranianos es enorme. «Lo que ha ocurrido en Ucrania es una buena lección para nosotros. Nos da tiempo para prepararnos. Los ucranianos nos dieron tiempo. Tenemos que aprovecharlo, y prepararnos», sostiene.

Con prácticas de tiro, por ejemplo, como hace Paulius Liškauskas. También sería bueno, dice el hombre de la Unión de Fusileros, ver más soldados de la OTAN en terreno, pero en caso de emergencia él mismo iría a la guerra con su esposa. «Es difícil hablar del futuro. Vivimos tiempos complejos y nadie sabe qué pasará mañana. Por ello es importante vivir el aquí y el ahora, dar pequeños pasos, fortalecer el país con patriotismo».

Con información de DW. 

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