Le salían mal las pizzas e inventó un horno portátil que es un éxito - 800Noticias
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“Darse maña” es, según el diccionario de la Real Academia, “ingeniarse, disponer los negocios con habilidad y destreza”. Y “me doy maña” es una expresión que encaja a la perfección con Fernando Romero, que tiene 33 años y trabaja en relación de dependencia en una empresa de herramientas, pero que con su proyecto Scatola entró en la categoría de emprendedor. E inventor, por qué no.

En Argentina, Fernando dice que está bien. Cómodo, digamos. Tiene un trabajo con responsabilidades, una casa en crecimiento y una pareja con Natalia que en algunos meses se transformará en familia. Con lo que no estaba conforme era con cómo le salía la pizza.

Y para alguien que viene de una familia con tradiciones -pastas los domingos, pizza los sábados a la noche- eso no es un detalle ni algo menor. “No es algo nuevo”, dice. “Esta piedra pizzera me la compré hace diez años, cuando todavía vivía con mis viejos, con la idea de que la metía en el horno y salía una pizza como la de cualquier pizzería; pero no”, dice, con esa vieja refractaria en sus manos. Eso jamás sucedió, y Fernando se olvidó de la piedra, se mudó y no se la llevó.

El secreto está en el horno

Pero para un obsesivo como él que algo no salga como quiere puede ser motivo suficiente para tener problemas de sueño. “Todas las noches miraba un video del cocinero Marcos Di Cesare en el que enseñaba a hacer pizza napolitana”, dice. “Todas las noches, una y otra vez, atento a los detalles, para ver qué hacía y después poder replicarlo”, agrega. Conclusión: la receta es más o menos la misma, lo que varía es el horno. Mientras que un horno hogareño alcanza como máximo los 200 grados, un horno pizzero llega a los 400.

En marzo, justo cuando empezaba el aislamiento por la pandemia, se acordó que tenía esa piedra. Y también tenía algunos recortes de chapa que, como se da maña, habían sobrado de cuando terminó de montar la cocina de su casa. Y con ellas armó una caja, le puso la piedra adentro, la apoyó en las hornallas de su anafe… y funcionó.

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