Trochas | Guillotina para los migrantes venezolanos
La Prensa Lara
Venezuela contabiliza seis años que fue cerrado el paso vehicular hacia Colombia, y un año y dos meses desde que trancaron los accesos peatonales por los puentes Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y La Unión, en Táchira. A pesar que el 2 de junio el vecino país abrió los pasos peatonales fronterizos, el gobierno de Nicolás Maduro sigue reacio a habilitarlos, pero la medida no ha frenado el flujo migratorio ni el tránsito regular entre personas que viven en el estado andino y que estudian, trabajan, compran alimentos, medicinas, mercancía o hasta cobran remesas en Colombia.
Las opciones para salir se resumen a tomar pasos irregulares o trochas que han proliferado. Según el presidente de la organización de Derechos Humanos FundaRedes, Javier Tarazona, hay más de 500 trochas en los 2.219 kilómetros de frontera, y se dividen en: más de 250 en Táchira, 180 en Zulia y 120 por Apure. «Estos pasos irregulares permiten el financiamiento de la guerrilla de las FARC y el ELN, así como de las Fuerzas Armadas y altos funcionarios del Gobierno», denunció en su cuenta de Twitter el 7 de enero.
Las opciones para salir se resumen a tomar pasos irregulares o trochas que han proliferado. Según el presidente de la organización de Derechos Humanos FundaRedes, Javier Tarazona, hay más de 500 trochas en los 2.219 kilómetros de frontera, y se dividen en: más de 250 en Táchira, 180 en Zulia y 120 por Apure. «Estos pasos irregulares permiten el financiamiento de la guerrilla de las FARC y el ELN, así como de las Fuerzas Armadas y altos funcionarios del Gobierno», denunció en su cuenta de Twitter el 7 de enero.
En estos caminos selváticos, desde niños hasta adultos mayores pueden ser víctimas de vejaciones, violaciones, secuestros y hasta encontrar la muerte en medio de un enfrentamiento de grupos armados terroristas, o por alguna desgracia natural, como la crecida de un río.
La primera vez que Martha Medina, habitante de San Cristóbal, pasó por una trocha sintió ganas de llorar. «Iba sola y por un momento cuando estaba en La Invasión (San Antonio del Táchira) me vi perdida, sin saber por cuál camino andar para conseguir el puente por donde se pasa el río que llega a La Parada (Colombia)», relató.
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