Las protestas penetran por primera vez zona acomodada de Santiago de Chile
EFE
Las comerciales y arboladas calles de Providencia, uno de los barrios acomodados de Santiago, se convirtieron este miércoles en campos de batalla con decenas de barricadas ardiendo, tanques de carabineros disparando gases lacrimógenos y encapuchados reventando escaparates y saqueando negocios.
«Hemos venido a llamar a la puerta del oasis del que hablaba Piñera para que le quede claro que esta lucha sigue», dijo a Efe Karla Gómez, una treinteañera que trabaja en una cafetería de este barrio de clase media alta que hasta ahora se había librado de los disturbios.
El epicentro del estallido social que sacude a Chile desde hace veinte días es Plaza Italia, una amplia rotonda que colinda con el centro histórico de la capital y que hoy en día luce devastada, pero este miércoles las protestas llegaron hasta el Costanera Center, un centro comercial ubicado en Providencia, junto al rascacielos más alto de Sudamérica.
Bajo el lema «Llegó la hora de marchar al Oriente», los manifestantes pretendían avanzar desde el mall hasta el adinerado barrio Las Condes, donde tienen sus sedes las grandes multinacionales y reside el presidente Sebastián Piñera, pero fueron contenidos por los carabineros con agua, gases lacrimógenos y perdigones.
DOS PAÍSES EN UNA CIUDAD
«En esta ciudad hay dos países y Plaza Italia es la frontera. En el oriente, están las comunas ricas, en las que se vive como en Noruega. En el oriente, la vida es como en Irak», aseguró a Efe el joven Claudio Gómez, mientras observaba como un grupo de manifestantes se enfrentaba con piedras a los policías.
Las protestas, que son las más graves desde la caída de la dictadura en 1990, se iniciaron en respuesta al aumento del pasaje del metro pero después derivaron en un clamor popular contra la desigualdad y hasta el momento se han cobrado la vida de 20 personas.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 1 % de los hogares de mayores ingresos acapara más de una cuarta parte de la riqueza en Chile, mientras que el 50 % de las familias menos favorecidas tiene solamente el 2,1 % de la riqueza total del país.
«ESTO ESTÁ DESCONTROLADO»
Marcelo Ríos, dueño de una heladería en la principal arteria de Providencia, dijo que comparte las reivindicaciones de los manifestantes porque el modelo económico «está caduco», pero rechaza el vandalismo: «Esto está descontrolado», lamentó a Efe mientras colocaba unos paneles de madera que acaba de comprar para proteger su negocio.
Tres calles más adelante, según constató Efe, varios encapuchados reventaban el escaparate de una conocida cadena de farmacias y otros manifestantes pintaban en un banco «Piñera dimisión» y «ASAP», el acrónimo de la frase inglesa «All cops are bastards» (Todos los policías son unos bastardos), que denuncia la represión policial y se ha vuelto una constante en las paredes de la ciudad.
La Fiscalía investiga la participación de agentes del Estado en la muerte de cinco personas durante las protestas y diversos organismos de derechos humanos han cuestionado la dureza con la que se han reprimido las marchas, que suelen comenzar de manera pacífica y derivan en actos vandálicos.
Incluso la ONU decidió enviar a un equipo de observadores para documentar posibles violaciones a los derechos humanos, algo que el presidente Piñera no reconoce.
«De momento solo hemos echado la reja, pero si mañana se repite, tendremos que poner más protección», reconoció el portero de un edificio residencial en una bocacalle de Avenida Providencia.
Este miércoles también fue atacada la sede en Providencia de Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los partidos de la colación gubernamental, horas después de que Piñera firmase un proyecto de ley que establece un ingreso mínimo para los trabajadores de 350.000 pesos (unos 475 dólares).
«Hay que volver a rehacer Chile. Todas las medidas son insuficientes», aseguró otra manifestante que prefirió mantener el anonimato y que se unirá el jueves a una nueva marcha hacia el oriente capitalino.