Las empresas no confían en WhatsApp por dudas sobre su control y seguridad
ABC
Hasta hace poco tiempo, surgían ideas vanguardistas procedentes del mundo empresarial que se iban incorporando a los hábitos de los ciudadanos. El camino ahora es el inverso. Las empresas ponen el foco en las masas y adaptan muchas de sus costumbres para usarlas en el seno de las propias compañías. Ocurre con el manejo de teléfonos inteligentes y las tabletas. Y también, cómo no, con las aplicaciones de mensajería.
Después de agitar el sector de las telecomunicaciones y desbancar a los mensajes de texto, estos programas de «chats de bolsillo» ya se han adoptado en muchas empresas como herramienta de comunicación entre sus empleados. Pero su modelo de negocio, basado en la gestión de datos con una arquitectura propia, y las dudas acerca de su seguridad pueden poner en conflicto una de las máximas empresariales: el control, gestión y seguridad de la información manejada.
La razón, esgrimen los expertos, se encuentra en la forma en la que este tipo de aplicaciones tratan la información de sus usuarios. Telegram, por ejemplo, dispone de servidores distribuidos por todo el mundo. Los de Whatsapp, sin embargo, se agolpan en EE.UU., lo que genera inquietud en los defensores de la protección de datos. «Es una realidad, nos guste o no, que el mundo empresarial y el personal se están mezclando. Hay soluciones que intentan poner una zona aislada para tratar de separar esos dos entornos en el mismo dispositivo, pero es algo imparable», señala a ABC Pablo San Emeterio, embajador de seguridad de Telefónica.
Cifrado de extremo a extremo
El concepto conocido como BYOD («Trae tu propio dispositivo», en español) se ha introducido en las empresas con fuerza. Los trabajadores ya no quieren portar dos dispositivos. Esa situación ha obligado a los fabricantes y empresas tecnológicas a buscar modelos compartimentales que pueden mantener segura la información.
En el último año, WhatsApp ha dado pasos cruciales para acercarse al entorno laboral, como la introducción del sistema de cifrado de extremo a extremo, la posibilidad de intercambiar archivos en varios formatos o un servicio nativo para navegadores web. El último invento es una cuenta verificada para las empresas, según versiones de prueba.
Salvo que se produzca un cambio o se añada un servicio premium, la «app» seguirá procesando las comunicaciones, lo que genera dudas en los especialistas. «Lo que deberían hacer [las empresas] es tener un servidor propio. La mensajería instantánea funciona más o menos como un correo electrónico. Tienes unos servidores, de WhatsApp, que son los encargados de dirigirlo al destinatario. Si las empresas inauguran un sistema de mensajería propio con su control solo para empleados, tendrán un entorno más seguro que las otras soluciones que están abiertas», subraya San Emeterio.