Las adicciones del mayor capo de Colombia: Pablo Escobar
Sugey Díaz / Con información de Marca.com
Fue uno de los hombres más ricos y temidos del mundo. Responsable de un terrorífico negocio cuya suma monetaria era más grande que el tesoro público de muchos países, Pablo Emilio Escobar (Rionegro, 1949) tuvo una vida de película.
Su día a día fueron los crímenes, el sexo, el dinero, las drogas y el lujo. El narcotraficante más poderoso del mundo también coqueteó con el deporte. Dirigió varios clubes de fútbol, como el Deportivo Independiente de Medellín o el Atlético Nacional, al cual hizo campeón manipulando la competición. Pero las disciplinas que más adrenalina le insuflaban fueron las relacionadas con el motor. Eran su adicción.
Antes de convertirse en El Patrón del Mal, Escobar ya era conocido en su país por su buen manejo de la motocicleta. En su casa de El Poblado, una mansión con cerca de 2.000 metros cuadrados, tenía varios modelos de lujo contando motos y automóviles. Fue a los pocos meses de salir de la cárcel cuando el líder del Cartel de Medellín se inició en este mundo gracias al apoyo de Gustavo Gaviria, uno de sus primos.
Ya en 1979 disputó la Copa Renault 4 en el Circuito de Tocancipá (Bogotá). Corrió en la categoría amateur con un equipo patrocinado por Depósitos Cundinamarca y Bicicletas Ositto, portando el número 70 en el lomo de su coche. Y no lo hizo mal. En la prueba participaban varias familias de narcotraficantes, por eso el mismo Escobar bromeaba con rebautizarla como “Coca Renault”.
Curvas con marihuana
Según cuenta el escritor Luis Cañón M. en su obra ‘El Patrón. Vida y muerte de Pablo Escobar’, el narco solía fumar antes de las carreras “dosis moderadas de marihuana para activar su percepción, sus sentidos y su nivel de concentración”. Pilotaba los mejores coches gracias a su fortuna. En el propio libro se explica que Escobar era capaz de tener contentos a todos. Hacía y deshacía usando su dinero e influencia. Publicitaba las carreras para satisfacer a los organizadores e invitaba a cócteles a los asistentes. En 1979 compró entradas a todos los participantes para un concierto de Julio Iglesias en Cali. Así creaba un ambiente festivo en cada prueba en la que participaba.
Aunque no eran todas las que quisiera, puesto que sus oscuros negocios le impedían estar centrado en una carrera que le sonreía gracias a prestigiosos puestos en rondas como el Premio Marlboro, Trepadores a Las Palmas o el Circuito Ricardo Mejía de Bogotá. Coincidió allí con Diego Montoya, el tío del piloto Juan Pablo Montoya.
Con quien libró una animosa batalla fue con Ricardo ‘Cuchilla’ Londoño, fiel amigo de los hermanos Ochoa, también narcos, y al que luego intentarían colar en la F1. Pero la FIA no le dio la licencia por un incidente con Keke Rosberg. Y Ecclestone no quiso saber nada cuando se enteró de que su dinero venía de la droga. El caso es que Londoño retó a Escobar con su Chevrolet Camaro en una carrera en Medellín. Le dio 45 segundos de ventaja, pero aquel domingo ‘El Patrón’ lograría una nueva ‘victoria’ al cruzar la línea a sólo ocho segundos. “Ese día fui muy dichoso, gané la jugosa apuesta en franca lid”, comentaría el capo, que murió tiroteado en 1993. Por desgracia, su vida, llena de crímenes, drogas y crueldad, impidió que su faceta automovilística floreciese.