La virgen y la Eucaristía
María García de Fleury
La virgen y la Eucaristía. El día de Pentecostés, la madre de la iglesia, irradió el poder de su intercesión sobre toda la iglesia como madre y protegió el celo apostólico con el que la iglesia aún vive, produciendo para Dios los creyentes de todos los tiempos y de todas las áreas geográficas. Eso dijo Juan Pablo II y expresó el deseo que se elevara al cielo desde todos los rincones de la tierra un coro ininterrumpido de oración, que recitaran el santo rosario diariamente porque la Virgen es una parte importantísima de nuestra religiosidad y de nuestro acercamiento a Dios.
Es verdad, amigo, la Eucaristía es el gran sacramento de la esperanza y la virgen es la madre de la Eucaristía. Ella es un ícono dado por Dios, ella es como un faro para nosotros los viajeros y los peregrinos que nos dirigimos hacia nuestro hogar, que es el cielo, porque María es el nexo vivo entre nosotros los seres humanos y el Dios hombre que ha convertido en una aurora todas nuestras puestas de sol, en un amanecer todo lo que nosotros vivimos.
Jesús dijo que no nos iba a dejar huérfano y no nos dejó huérfano porque antes de subir al cielo dijo sepan que yo estoy con ustedes siempre hasta el final del mundo. Y efectivamente en la Eucaristía está con nosotros en este maravilloso sacramento del amor.
Jesús permanece en el santísimo sacramento para sanarnos, para sostenernos, alimentarnos, refrescarnos, consolarnos, guiarnos, transformarnos y renovarnos. Por eso podemos decir bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos, en Cristo. Eso se dice en la Carta de los Efesios, en el capítulo 1. En la Sagrada Hostia Jesús se hace presente física y espiritualmente a todas las personas de la tierra y nuestro Señor derrama sobre nosotros innumerables dones de gracia y bendiciones en la Sagrada Eucaristía. Y aunque Jesús nos dio todo lo posible, nos dio además alguien para consolarnos. ¿Saben quién? Su propia madre. Su propia madre la Virgen María para ser nuestra madre. Y mientras ella estuvo en la tierra pasó la mayor parte de sus días y de sus noches adorando a su hijo Jesús en la Eucaristía intercediendo por la Iglesia.
Nuestra madre del cielo la virgen María es nuestra abogada y constantemente ora por nosotros. Constantemente está presente tratando de ayudarnos, de guiarnos. Y cuando adoramos a su Hijo ella está ahí rezando con nosotros. Ella es la madre de la Eucaristía porque es la madre de la gracia. Por eso la virgen más que todos los demás después de Jesucristo tenía conocimiento de este sacramento oculto por todos los siglos.
La virgen María, nuestra madre del cielo se ha estado comunicando estos últimos años con nosotros, sus hijos, a través de personas elegidas en muchas partes del mundo. Y como buena madre no se puede quedar callada cuando ve que tantos de sus hijos han equivocado el camino y se han alejado de Dios. La virgen llama para que volvamos a él en la plenitud de nuestra vida. Para que volvamos a su hijo Jesús que es verdaderamente el camino, la verdad y la vida.
La virgen María pide en todos los mensajes que va dejando con mucha fuerza, con mucha insistencia visiten con frecuencia a Jesús porque realmente Jesús está presente en el Santísimo Sacramento en todos los agrarios de la tierra.
Escuche la reflexión completa aquí:
Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias