La sorprendente relación entre el jazz y la actividad cerebral - 800Noticias
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En términos generales, las personas se dividen en dos grupos: quienes aman el jazz y quienes no soportan escuchar esa música. El jazz es un reto a nuestras convenciones, a la simetría, a todo lo que es fijo, a las emociones y a los sentimientos. Esa música lo transmuta a uno, lo descompone en mil pedazos y lo recompone.Se puede decir que lo más fijo y constante que tiene el jazz es que cambia todo el tiempo.
Científicos que investigan los efectos del jazz en el cerebro y buscan el origen neurológico de la creatividad de los músicos de jazz confirman lo que los amantes de esa música saben desde hace tiempo: que tiene un efecto poderoso en el cerebro, tanto en el que escucha como en quien –por supuesto– lo toca.
El jazz agudiza la concentración, aumenta la creatividad y refuerza rasgos como la valentía, el liderazgo, la innovación y la adaptación a situaciones nuevas. El hecho de escuchar los ritmos sincopados del jazz estimula la zona de creatividad del cerebro, que busca nuevas ideas y conocimientos, así como soluciones a viejos problemas. Dicho de otro modo, lo que sucede en el cerebro cuando se escucha y cuando se toca jazz tiene efectos positivos en la forma en que afrontamos la vida.
El jazz actual, en especial el llamado “jazz blanco”, es más masculino, pero el número de mujeres que ingresan en ese club y demuestran tener talento es cada vez mayor. La idea generalizada es que los músicos que tocan jazz, sean mujeres o hombres, son personas más inteligentes y con una mayor capacidad de estudio, que les permite combinar un pensamiento creativo y un intelecto rápido que cambia todo el tiempo.
Preguntarle a alguien si le gusta el jazz es como preguntarle si cree en Dios. Primero hay que aclarar a qué nos referimos cuando decimos “Dios” o cuando decimos “jazz”.
“Jazz” es una breve palabra para muchos estilos. Desde el “blues” negro de Misisipi al “ragtime” de Scott Joplin, orquestas de “dixie” de Nueva Orleans, Louis Armstrong, Duke Ellington y hasta orquestas de swing de los años de la gran depresión en Estados Unidos. Entre ellos, Count Basie, Benny Goodman, Glenn Miller. El jazz sigue con el complejo bebop de Dizzie Gillespie y de Charlie Parker.
Y pasa por las grandes cantantes Billy Holyday, Ella Fitzgerald y Sara Vaughan. Los “oldies” de Ella y de Armstrong, Sinatra, el jazz sereno de Dave Brubeck, Miles Davies y Bill Evans. La bosa-nova de Carlos Jobim y de Stan Getz. Desde Miles Davis hasta los artistas modernos. En síntesis, muchísimos.
Pregunta: ¿Entonces, por qué a veces el jazz suena como a gritos estridentes?
Respuesta: Hay quienes dicen que es un arte adquirido. Hay que entrar en ello, profundizar en los diferentes estilos del género y ver qué nos llega al corazón.
¿A las plantas les gusta el jazz?
El extraordinario estudio de Dorothy L. Sayers del año 1973, que trata del efecto de la música en las plantas, demostró que las plantas que habían estado expuestas a un tono sin cambios murieron al cabo de dos semanas. Las plantas que estaban en el lugar del medio crecieron mucho y se inclinaban hacia la radio en un ángulo de veinte grados. Pero las mejores reacciones –presten atención– se registraron cuando sonaba música de jazz.
Actualmente, los investigadores saben que escuchar música, del tipo que sea, estimula los sistemas emocionales y físicos, y fortalece el sistema inmunológico. ¿Pero qué pasa con el jazz? Diversos estudios mostraron que escuchar jazz agudiza la concentración, mejora el estado de ánimo y la memoria verbal, y tiene una relación directa con las zonas creativas del cerebro. Especialmente cuando se trata tocar esa música.
Los estudios también demostraron que escuchar jazz durante solamente treinta minutos aumenta los niveles de inmunoglobulina, que actúa contra los virus, las bacterias y las infecciones. Escuchar música de jazz suave y lenta retrasa la producción de noradrenalina, que se desencadena especialmente en momentos de estrés, y nos permite dormir bien. En uno de los estudios, que llevó a cabo la Asociación para el Estudio del Sueño de Estados Unidos, se vio que los pacientes que escuchan jazz tranquilo después de una operación, suelen necesitar menos medicamentos para estar más calmos y serenos.
Enormes beneficios para el cerebro
Al igual que la música clásica, el jazz puede mejorar en gran medida la inteligencia y el rendimiento en diversos campos. Pero, a diferencia de la música clásica, los músicos de jazz tienen enormes beneficios en cuanto al cerebro. Se vio que la improvisación, que está en el corazón del jazz, estimula las zonas del peligro y de la aventura, y supone un reto importante para los músicos.
Los intérpretes de jazz influyen todo el tiempo unos en otros, y se inventan a sí mismos sobre la marcha. Un estudio que se llevó a cabo en la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, y que hizo el seguimiento de la actividad cerebral de pianistas de jazz cuando improvisaban, demostró que las zonas se sabe que promueven la creatividad en el cerebro respondieron muy intensamente a los cambios musicales que tienen lugar en ese género de música.
Los estudios del doctor Charles Limb, cirujano y músico de Baltimore que investiga la creatividad, demostraron que, cuando tocan, los músicos de jazz ponen en acción la zona del cerebro que posibilita la expresión. Y al mismo tiempo “apagan” las zonas del cerebro responsables de detectar y de limitar, mientras combinan la acción y la emoción. Los estudios demostraron, asimismo, que los músicos de jazz tienen un acceso más rápido a la zona del cerebro responsable del flujo creativo… A condición de que dediquen mucho tiempo a practicar.
Según estudios publicados en la revista Journal of Athletic Enhancement (‘La revista de perfeccionamiento en atletismo’), los deportistas que habían escuchado jazz durante el entrenamiento tuvieron mejores resultados que quienes escucharon otros géneros musicales.
“No existe nadie a quien no le guste el jazz”.
El doctor Raz Itsjaki toca jazz y es profesor, investigador y experto en el desarrollo del pensamiento creativo. Hacer accesible el jazz para la gente es la misión de su vida. “Cuando me presento a la gente, siempre hay quienes dicen ‘a mí no me gusta el jazz’ o ‘no entiendo el jazz’.
Eso siempre me causa gracia. Es como decir ‘no me gusta la comida’. ¿Ninguna comida? ¿Francesa? ¿Italiana? ¿Asiática? ¿Hindú? ¿Japonesa? ¿Árabe? ¿Qué jazz es el que no le gusta?
Fuente: YNetEspañol
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